Brasilia

La visita de Estado que el presidente Mauricio Macri realiza a Brasil fue precedida por una reunión de alto nivel político binacional en la residencia del embajador argentino, Carlos Magariños, en la que se repasó la agenda, los problemas comerciales, los horizontes de la geopolítica mundial y la crisis política brasileña. Funcionarios y tres senadores brasileños trazaron un panorama de optimismo frente a la visita de Macri y plantearon escenarios electorales para la era post Michel Temer, además de estimar que este año la economía de Brasil «al menos dejará de caer», informaron a Télam fuentes que participaron de la reunión.

Los senadores brasileños fueron el oficialista Aloysio Nunes Ferreira, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), aliado de Temer; Jorge Viana, del Partido de los Trabajadores (PT) del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y Armando Monteiro Neto, ex titular de la Confederación Nacional de la Industria y ex ministro de Desarrollo de la destituida mandataria Dilma Rousseff.

Participaron de la avanzada de la delegación argentina el jefe de gabinete, Marcos Peña, la canciller Susana Malcorra, el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y el secretario de asuntos estratégicos, Fulvio Pompeo.

«Los tres destacaron la importancia de la visita de Macri tanto en términos institucionales como económicos», dijo la fuente.

Explicaron a los argentinos que desconocían el tamaño del alcance de la Operación Lava Jato pero coincidieron en afirmar que el análisis que se hace hoy en Brasilia es que habrá elecciones en 2018, pese al expediente que puede llegar al Palacio del Planalto y a las dos poderes de la línea sucesoria, la Cámara de Diputados y el Senado.

Los brasileños mostraron la intención de avanzar institucionalmente para salir de la crisis y barajaron los posibles nombres a candidatos a presidente en 2018, como el propio Lula, la ambientalista Marina Silva, el centroizquierdista Ciro Gomes y el gobernador paulista, Geraldo Alckmin, indicó la fuente. Una certeza que dominó parte del encuentro fue que Argentina, ante la zozobra política y judicial en Brasil, no debe dejar de dialogar con ninguna fuerza política y eso demostró la presencia de Viana, del PT, ex gobernador de Acre y principal puente en el Senado con el oficialismo surgido tras la asunción de Temer, a quien el partido califica como «golpista».

El pulso geopolítico de la reunión lo dio la perspectiva de que México y Japón se puedan convertir en un destino estratégico de exportaciones argentinas y brasileñas, además de la decisión argentina de sostener, frente al déficit de más de 4.300 millones de dólares en el comercio bilateral, la normativa de autopartes nacionales cuestionada por el Palacio de Itamaraty el pasado viernes.

La incertidumbre sobre lo que puede significar la política de Donald Trump hacia América Latina marcó también las conversaciones, en las cuales los ministros argentinos defendieron la diversificación de mercados sin dejar de pensar en el norteamericano y «regionalizar sin necesariamente ideologizar, las relaciones con América Latina», según la fuente.

De cara al final de 2017, Argentina se contenta con que «Brasil pare de caer» como proyectan los analistas del mercado financiero brasileño citados en el boletín Focus que todos los lunes distribuye el Banco Central. Es que, según dijo a Télam la semana pasada el embajador argentino en Brasilia durante una entrevista, la crisis brasileña y la baja demanda en el consumo interno del gigante de 200 millones de habitantes erosionó aproximadamente un punto del Producto Interno Bruto (PIB) de la Argentina en 2016.

El momento social es delicado en Brasil además de los indicadores económicos: imágenes de saqueos, robos de automóviles y violencia en las calles se registraron en Vitoria y sus suburbios, en el estado de Espiritu Santo, a raíz de una huelga de policías. El gobierno envió al Ejército en la noche para detener la ola de delincuencia y a la Fuerza Nacional, una tropa de elite policial, luego de la desesperación en las calles de los ‘capixabas’, como se les dice a los oriundos de este estado ubicado al norte de Río de Janeiro.