La canciller Susana Malcorra está en campaña. Fue postulada por el presidente Mauricio Macri para disputar la elección de la Secretaría general de la Organización de Naciones Unidas que se definirá antes de año. Hasta noviembre trabajó como mano derecha del actual titular del organismo, el surcoreano Ban Kii-Moon, que apoyó su postulación a título personal. Luego de recibirlo en Buenos Aires y conseguir el espaldarazo del secretario de Estado, John Kerry, la funcionaria, ex gerente de Telecom, dialogó con Tiempo en una entrevista concedida junto a otros diarios nacionales, donde anticipó la posible intervención del Vaticano en Venezuela y detalló los acuerdos militares y de seguridad con Estados Unidos para comprar material en desuso y entrenar uniformados en ese país. La funcionaria omitió mencionar la presencia en el país de Clarence Chinn, comandante del Ejército de los Estados Unidos que recién abandonó la Argentina este sábado luego de visitar Neuquén.

Y advirtió que el proceso de «judicialización» del tarifazo es observado con atención por el mundo.
También se desmarcó de las palabras de Macri cuando habló de «guerra sucia» para referirse al genocidio de la última dictadura cívico-militar y reconoció que, en el tema Malvinas, la negociación energética con el Reino Unido requiere un cambio en la ley de hidrocarburos.

–¿Cómo avanza su candidatura?

–Es un largo camino, no es una elección por democracia directa con lo cual hay que saber leer lo que pasa. En esta carrera de obstáculos que requiere de una gran paciencia y tenacidad siento que las cosas se están moviendo bien, me parece que lamentablemente en términos generales el voto a las mujeres está mucho peor que el voto a los hombres. Eso me apena mucho. Hay colegas y mujeres distinguidas y con mucha experiencia.

–¿Si eventualmente no gana, se queda igual en el gabinete?

–No hay nada que me indique que me tenga que ir. Salvo que el presidente me pida que me vaya.

-Pasaron 8 meses de gobierno y el problema siguen siendo las inversiones y la falta de confianza de los inversores. ¿Cómo se puede modificar?

–Uno no revierte tendencia de un día para el otro. Yo dije muy al inicio de la gestión que la confianza se gana con tiempo y con consistencia de medidas. Decisiones y acciones. Ha habido una serie de medidas que han empezando a afianzar la confianza: la regularización de la situación de los holdouts, las medidas económicas para regularizar la entrada y salida de flujos de remesas, eliminar las problemáticas arancelarias asociadas al comercio. Toda la regularización del modelo económico sirve para cimentar.La tercera cosa es la consistencia de decisiones que toma el Congreso para apoyar las cuestiones que el Ejecutivo está definiendo. Después vienen las pruebas de amor, que tienen que ver con cuánto los argentinos mismos estamos dispuestos a invertir en la Argentina. Esa es una señal muy fuerte que el mundo lee. Me parece que estamos empezando a ver señales de decisiones de inversión que son importantes. Dijimos desde el inicio que las que estaban pendientes pero que no se terminaban de decidir iban a ser las primeras y hay muchas empresas internacionales que estaban en la Argentina que han dado esas señales. Lo del sinceramiento va a ser otra prueba.

-¿El fracaso de cómo se presentó el plan de tarifas no le hace daño a la Argentina desde el punto de vista juridico?

-Lo que le hizo daño a la Argentina es tener las tarifas congeladas durante tanto tiempo. Cuando uno tiene retrasos que tienen diez, ocho, siete años con una inflación sostenida del 30 por ciento, reordenar ese atraso no es una cosa sencilla. Está el equilibrio dificil de reconocer el impacto que esto tiene en el bolsillo de la gente y, al mismo tiempo, la necesidad de sincerar el esquema tarifario. No sólo porque las empresas necesitan para sus propias inversiones, para llegar al punto de competitividad, ordenar sus tarifas y sus costos, sino también porque eso muestra a terceros cuán confiables somos. Lo que ha pasado con el tema de las tarifas es que el desfasaje era fantástico. En el mundo ideal uno querría alinear tarifas y costos. La diferencia es tan enorme que es imposible. Entonces lo que hizo el gobierno fue un proceso de revisar hasta dónde entendía que era factible hacer estos ajustes. Esto ha generado una discusión enorme, una judicialización que no es buena ni para el ordenamiento, ni para la imagen, sin duda. Lo que está pasando ahora es que la clase media, probablemente en sus estratos más bajos, es la que está afectada, pero tampoco hay que perder de vista que una mayoria significativa de los usuarios ha pagado sus facturas: el 83 %. Estas cuestiones las está mirando el mundo, sin lugar a dudas. Las está mirando el mundo para ver hasta dónde va a ser sustentable una adecuación, una traducción de tarifas en modelos sostenibles de largo plazo. Eso también hace a la competitividad y al posicionamiento del país. Lamentablemente en algunos de los traspié que lleva la judicialización tenemos que salir a explicar más de lo que querríamos, pero en el fondo lo fundamental es entender que el desajuste histórico que tenían las tarifas es algo que hay que resolver.

–¿Cuál es la agenda en materia de Seguridad y Defensa con EEUU? El presidente Macri y Obama hablaron de un intercambio con el Pentágono y la compra de aviones.

-Lo que salió (en La Nación) sobre la compra de aviones es falso. Las Fuerzas Armadas han estado postergadas en el mantenimiento de sus capacidades. Hay una cuestión de equipamiento para que tenga sentido tener Fuerzas Armadas y esta administración considera que tiene sentido. Estamos intentando, no sólo con Estados Unidos, aprovechar la renovacion de equipamiento, con la compra de material que ellos descartan que le dan un acceso de equipamiento. Lo mismo aplica a las fuerzas de seguridad, como Gendarmeria y Prefectura. Por otro lado hay una cuestion de entrenamiento e información que son prioridad para nosotros, como el narcotráfico. La ministra (Patricia) Bullrich está aviendo cómo hacer un entrenamiento muy especifico en las fronteras. El embajador (Martín) Lousteau está haciendo de puente. Eso se va a plasmar en el presupuesto norteamericano del año próximo.

-¿Dónde estamos parados con Malvinas?

-Tenemos una relación con el Reino Unido que va más allá de Malvinas.. Malvinas es una diferencia profunda y estamos totalmente convencidos de que podemos resolver el tema a través del diálogo. Hemos avanzado en una primera visita exploratoria de la Cruz Roja para identificar a los soldados NN. Hay una preocupación del Reino Unido con la de ley de hidricarburos que tiene algunos puntos que tenemos que revisar porque, así como está, tiene implicancias que van mucho más allá del Inglaterra. Este diferendo es un deber constitucional, nada va a pasar de un dia para otro. 

«Estamos cerca de que el Vaticano ayude al diálogo en Venezuela»

-¿Cuál es el papel del intercambio con el Vaticano sobre Venezuela?”

-La crisis de Venezuela tiene múltiples niveles y efectivamente el más reciente tiene un impacto objetivo por el desabastecimiento de bienes básicos y de medicinas. Esto está llevando la situación a un punto de preocupación que va más allá de la discusión de índole político. Cuando nosotros hablamos en el Vaticano durante la visita del presidente Macri esta situación estaba empezando a ocurrir. En aquella ocasión el Vaticano dijo que estaría dispuesto eventualmente a participar de un esquema de ayuda al diálogo. Después tuvimos ocasión de hablar con su Santidad y lo reiteró pero aclaró que debían darse las condiciones para que eso ocurriera. Estamos muy cerca de que el Vaticano efectivamente esté dispuesto a participar.

-¿Es una impresión suya, o es una expresión de deseos que el Vaticano se involucre en este tema?

–Entiendo que el Vaticano está evaluando esto con una mirada positiva. Todavía no hay una confirmación. Hay una mezcla, un gran deseo de parte de nuestra de que así ocurra y algunas señales que nos dan la impresión de que puede ocurrir. No tengo la certeza, pero sí sabemos que el rol del Santo Padre ha sido muy importante, sin ir mas lejos en el acercamiento entre Cuba y EE UU.

«Yo no uso el concepto guerra sucia»

-El presidente calificó como guerra sucia a lo que sucedio en la dictadura. ¿Usted  coincide con esa posición?

-Algunas de las declaraciones se sacaron de contexto, pero creo que el Presidente le dio una entidad a la gravedad de lo que pasó muy seria. yo creo que lo que pasó fue realmente desastroso, lo dije muchas veces fuera del país. Tenemos que recordarlo siempre para impedir que el Estado infrinja sobre los derechos que tienen los ciudadanos, que puede ser matarte o hacerte desaparecer. Creo que el Presidente esta convencido de esto. 

-¿No contradice lo que dijo el presidente la política argentina de DD.HH. de la última década?

-Yo no uso el concepto de guerra sucia, creo que hubo un enfrentamiento asimétrico, que le da al Estado una responsabilidad distinta que otros jugadores, también creo que lo que hicieron otros jugadores no se corespondía con la convivencia. El Estado tiene una responsabilidad por encima de todo en la defensa de las instituciones. Yo no hubiera usado el término guerra sucia, pero no sé en que contexto se usó.

-¿Cree que los desaparecidos fueron 9.000 como sostuvo Darío Lopérfido?

-Estando en el exterior, en la ONU, he usado el número de 30 mil como referencia y debo decir que no tengo una prueba de 30 mil casos concretos. Ahora que sean 30.000 o 9.000 no quita la enormidad del problema. Fue un horror lo que pasó, fue una de las décadas mas oscuras de la historia y en la cual el Estado no se manejó como corresponde.