La política es economía concentrada. Esta verdad de Perogrullo se puso en cuestión durante los últimos años. El relato oficial aseguraba que la política se había autonomizado absolutamente de la economía y que la comunicación había reemplazado por completo a la política. Fueron los años de estrellato de Jaime Durán Barba, en los que dictaba cátedra sobre el arte, el mito y hasta la ciencia de la política del siglo XXI.

Con los latigazos de la corrida financiera que arrancó violentamente en abril del año pasado comenzó a desmoronarse esa narrativa y quedaron en evidencia los intereses y la naturaleza de las fuerzas en presencia.

Lo que eufemísticamente se denominan los «mercados» –la fracción más concentrada del capital financiero– comenzaron a castigar a uno de sus alumnos preferidos, porque no había realizado los deberes como corresponde. No quiso, no pudo o no lo dejaron desplegar con toda su intensidad el programa de contrarreformas neoliberales que, según su particular visión, sacaría al país de la decadencia que arrastra casi desde su fundación. Los «mercados» son como Saturno: si es necesario, se devoran a sus propios hijos.

El programa de Cambiemos no alcanzó para saciar la sed de superganancias y de reestructuración estratégica de las relaciones sociales del país, sin embargo, sobró para fastidiar a la mayoría de los argentinos por el deterioro de las condiciones de vida, la inflación galopante, la gélida recesión y el hundimiento nacional.

Las encuestas comenzaron a confirmar otra perogrullada: aunque no mecánicamente y con todas las deformaciones del caso, la existencia determina la conciencia. La primera vuelta de elecciones provinciales (La Pampa, Neuquén, Entre Ríos) ratificaron el rotundo malestar contra el oficialismo.

Ante la encerrona política de Macri, los «mercados» volvieron a radicalizarse esta semana con la exigencia de rediseñar la campaña electoral del oficialismo y, en última instancia, de todas las fuerzas políticas tradicionales.

A Cambiemos le piden que ponga en marcha el «plan V», un renunciamiento histórico para encumbrar a María Eugenia Vidal al frente de la candidatura presidencial ante la caída libre de la imagen del actual mandatario. El pequeño inconveniente del nuevo plan maestro es que un paso al costado de Macri significaría el fracaso de todo el proyecto de gobierno. Una coalición delineada alrededor de una persona se termina con la derrota del líder. El candidato es el proyecto.

Lo paradójico (o no tanto) es que mientras los «mercados» se radicalizan, el conjunto de las fuerzas sociales, sindicales y políticas tradicionales se inclinan hacia la moderación.

Una primera y necesaria constatación: el «vandorismo» del JP Morgan (el banco que elabora el índice de «riesgo país» y oficia de vocero de todos los demás) es más combativo que el de la CGT. Esta semana habrá un nuevo paro dividido, aislado y de dudosa eficacia para cambiar la relación de fuerzas y enfrentar la catástrofe que nos amenaza. Los especuladores golpean con un solo puño y los dirigentes sindicales responden con tímidas ceremonias.

Al llamado «peronismo de centro» –verdadero «plan B» del establishment y del círculo rojo– no le alcanzan los gestos y las palabras para asegurar que si llega al gobierno harán macrismo, pero por otros medios. 

Pero también Cristina Fernández envía señales de mesura, el libro que acaba de publicar y que se convirtió en una especie de lanzamiento de campaña electoral contiene guiños que llegan hasta el Vaticano e incluyen al grupo que durante mucho tiempo fue considerado el eje del mal: Clarín.

Por último, la coyuntura deja lecciones sobre la naturaleza del sistema político. Una democracia en la que el Fondo Monetario Internacional traza el plan económico y los especuladores condicionan el armado de la mayoría de las coaliciones políticas debe ser puesta en cuestión. La extorsión despótica de los «mercados» echa luz sobre este fenómeno y lo hace más patente en tiempos de crisis. Un sistema en el que la política, antes que nada y por sobre todo, está determinada por profundos intereses de clase . «