El grito colectivo contra la violencia machista que comenzó el 3 de junio de 2015, impulsado por la urgencia de detener la ola de femicidios que cundía entonces en el país y no cesa, y que volverá a sonar con fuerza mañana, desde las 17, cuando cientos de miles de mujeres marchen de Plaza de Mayo al Congreso y multipliquen su reclamo en plazas de todo el país, cristalizará este año en una agenda política cada vez más compleja. Atravesada, por un lado, por el debate sobre el aborto que en pocos días más llegará al recinto del Congreso. Y comprometida, por el otro, con una realidad socioeconómica acuciante. El hashtag habitual del colectivo NiUnaMenos, #VivasNosQueremos, se diversifica este lunes 4 de junio en una consigna más vasta: «Vivas, libres y desendeudadas nos queremos». Además de exigir aborto legal ya y un presupuesto real y efectivo para motorizar las políticas de prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres, la movilización dirá «no al pacto con el FMI y no al ajuste».

La previa de la marcha será hoy desde las 16, en Plaza de Mayo, donde el Colectivo NiUnaMenos convoca a «acuerparse» para debatir colectivamente cómo construir una justicia feminista, cómo crear y fortalecer nuevas estrategias de autodefensa feminista, y cómo avanzar hacia un feminismo internacionalista.

La convocatoria originada en la articulación de un grupo de periodistas y activistas se masificó en los paros internacionales del 8M, se resignifica cada año en los Encuentros Nacionales de Mujeres y desde abril ha terminado de consolidar su presencia en las calles con la exigencia del tratamiento legislativo y aprobación de la interrupción legal del embarazo. Mañana, el eje de las múltiples demandas del cada vez más vasto movimiento de mujeres, lesbianas, trans y travestis -convertido ya en el hecho político más relevante de este tiempo, de una avasallante transversalidad, reescribiendo la agenda de todos los sectores, aun los más conservadores–, vuelve a ser la violencia patriarcal, con ominosas cifras que no ceden: una mujer asesinada cada 30 horas por el solo hecho de ser mujer.

En la interminable nómina de víctimas, el nombre que dio impulso decisivo a la marcha de aquel 3 de junio de hace tres años era el de Chiara Páez, asesinada en Rufino por su novio. El que acrecienta hoy la lista del dolor es el de Marcela Coronel, la enfermera muerta en Longchamps, cuyo marido acaba de ser imputado.

El crimen de la enfermera

Avanza la investigación por el crimen de la enfermera Marcela Coronel, asesinada en su casa de Longchamps en la madrugada del lunes pasado. Su marido, Gabriel Guevara, fue imputado por el homicidio y se le realizará una extracción de sangre para cotejarlo con los restos de ADN hallados en las uñas de la víctima, atacada con un hacha y luego asfixiada. El hallazgo de ropa de Guevara a cien metros de la vivienda, con manchas de sangre, alertó a la fiscalía, que descartó la hipótesis del robo, instalada por el propio sospechoso, que dijo estar amenazado por narcos. «