No son tiempos sencillos para los docentes porteños. Al Operativo Aprender y las paritarias tortuosas que se avecinan, en el distrito se suman otras particularidades: la falta de vacantes que potenció la inscripción online y la Secundaria del Futuro, lanzada por el Gobierno de la Ciudad sin debate alguno. Ni siquiera las propias autoridades atinaron a explicar cabalmente de qué trata, a sólo un par de meses de su pretendida implementación. Para Eduardo López, secretario general de UTE–CTERA Capital, no es una iniciativa más. Consiste en “un proyecto de desescolarización que aquí sirve de punta de lanza para imponerlo a nivel nacional”.

–¿Qué se sabe hasta hoy de la Secundaria del Futuro?

–Hay una bajísima información. Y ya está en la inscripción online de 19 escuelas. Si tenés un chico en séptimo, te aparece en esos colegios la opción que dice que serán Secundaria del Futuro. Si querés anotarlo ahí, y saber cómo se evaluará, qué materias habrá, cómo será la cursada, cuáles serán los objetivos, nada de eso existe. Es absolutamente improvisado. Los profesores tampoco sabemos nada, salvo un par de powerpoint, que nunca se desdijeron. No fuimos consultados, y no hay ninguna resolución que crea esta modalidad. En algún focus group han visto que la población quiere reformar la secundaria, y sacaron esto. Es puro marketing.

–Los powerpoint hablan del docente como “orientador”. ¿Qué significa esa figura?

–Es el sueño de la derecha: que no haya más docentes. Al menos en las escuelas públicas, porque la Secundaria del Futuro no abarca a las escuelas privadas. Sólo apuntan a que haya orientadores, ya no profesores, que formen a los chicos de quinto año como mano de obra barata para empresas u las ONG. La Ley Nacional de Educación dice que la secundaria tiene tres objetivos: educar para el mundo del trabajo, para la ciudadanía y para la universidad o terciario. Esta iniciativa sólo contempla la primera, como adaptación a un mundo precarizado, sin enseñarles a los chicos a pensar. ¿Y quién pone a los facilitadores u orientadores? Las empresas. Ellas custodian que el estudiante sea productivo. En el primer proyecto de Secundaria del Futuro, la encargada de acercar los facilitadores era la Fundación Cimientos, que preside Miguel Blaquier, ex abogado de Ledesma. Los empresarios hacen negocios, reemplazan a trabajadores por los chicos, y al año siguiente los cambian por otros alumnos de 5º. En el caso de las prácticas profesionalizantes de la actual ley, es el profesor el que hace que el chico aprenda. Son dos abordajes distintos. Nosotros no queremos reformar la secundaria, queremos transformarla, para que los chicos puedan ingresar críticamente al mundo del trabajo, libres y responsables.

–¿Por qué cree que encararon este proyecto de esta manera?

–Es que la derecha tiene un histórico problema con la escuela pública, porque ahí el estudiante es sujeto de derecho que construye ciudadanía y no objeto de consumo. En la escuela, el conocimiento es un derecho social. Para un gobierno que piensa que todo es mercancía, eso es un problema. Por eso crean este tipo de iniciativas, como el fin de la paritaria y la provincialización de programas y recursos. Que cada cual se arregle. La desescolarización es el objetivo central de la Secundaria del Futuro y la punta de lanza es Ciudad. Ni siquiera privatizar, porque ya tienen las privadas. Lo mismo con la inscripción online, que genera 12 mil chicos fuera del sistema público, que no van a la escuela.

–¿En qué situación se encuentra la falta de vacantes?

–El año pasado hubo 11.500 vacantes sin cubrir. En 2017, 12 mil. Imaginátelos en una cancha. Si todos hubiesen tenido su lugar, el título del diario diría “catarata de familias eligen la escuela pública”. El gobierno porteño dice que no es obligatorio dar vacantes a los más chicos. Pero el artículo 14º de la Constitución de la Ciudad plantea que la educación en el distrito es universal desde los 45 días hasta los 4 años, y obligatoria de ahí en adelante. No es obligatorio que un niño de 3 años vaya al jardín, pero si querés mandarlo es obligación de la Ciudad darle una vacante. Aparte, a medida que se suman chicos sin vacantes, se forma una bola de nieve. Eso es lo que están discontinuando para que haya menos escolaridad. Es la campaña del desierto educativa. Lo dijo Esteban Bullrich el día de la Marcha Federal Educativa: hay que formar estudiantes que vivan en la incertidumbre de no tener trabajo, y aprendan a disfrutarlo. Y quieren que los entrenemos para eso.

–La falta de vacantes en Ciudad también se relaciona con el déficit en infraestructura escolar.

–Es una pata. Lo presupuestario es esencial. Hace diez años, la inversión porteña en educación era el 30% del total. Fue bajando continuamente y ahora es el 18,5 por ciento. Y encima se subejecuta. A medida que la curva de presupuesto va bajando, sube la curva de falta de vacantes. Lo mismo pasa a nivel nacional. Bullrich dijo: “Vamos a construir diez mil jardines”; y luego Alejandro Finocchiaro admitió: “No los vamos a construir porque no tenemos terrenos y hay que pagarles a los maestros. Van a ser diez mil aulas”. Y no construyeron ninguna. «

*Contenido no editorial