Nahuel Gallotta, de 34 años, sintió ganas de escribir su primer libro a los 27 años. Luego de analizar distintos temas sobre la cultura delincuencial comenzó a investigar a bandas de colombianos que venían a robar en Argentina.

El periodista del barrio porteño de Villa Devoto, que trabaja como redactor en el diario Clarín, descubrió que los robos en manos de colombianos suceden en todo el mundo, por eso se puso en contacto con varios integrantes de la banda que seleccionó, viajó a Colombia y empezó a escribir su obra La Conexión Bogotá, la que hace dos semanas se convirtió en la serie Los internacionales que se emite todos los miércoles por Telefe.

“Había analizado un par de temas pero ninguno me terminaba de convencer, estaban buenos, pero no me gustaban los entrevistados. No era gente seria y hablaban mal de otras personas todo el tiempo. Eran círculos donde había mucha envidia”, cuenta a Tiempo, Gallotta.

Habló con muchas personas que le contaban sobre robos a distintas sucursales bancarias pero le costaba creerles: “Me cansé de hablar con gente que te cuenta que se robó diez bancos pero vive en un rancho, y habla mal de otras personas. Me crucé con muchos tumberos, y entonces me decía a mí mismo, que de este modo iba a renegar, ya me había pasado con dos bandas anteriores con las que quise trabajar para armar el libro”.

...
(Foto: Editorial Planeta)

Gallotta seguía buscando la forma de encontrar otro camino hasta que en 2012 empezó a ver noticias sobre colombianos que eran detenidos por robo en Argentina. Fue lo que despertó la curiosidad del periodista: “Los tipos son escruchantes, ellos se autodenominan ‘apartamenteros’. Estos dos términos significan entrar a robar a los edificios y casas cuando los dueños no están. El caudal de noticias que circulaban en los medios sobre este tema era muy grande. Me generó muchísima curiosidad. Porque nosotros estábamos al tanto de colombianos delincuentes que se dedicaban al sicariato o el narcotráfico, pero no a los robos”.

Durante las noches Gallotta seguía pensando en la modalidad delictiva que quería investigar:” Recibí un llamado de la cárcel, era una de mis fuentes que estaba en el penal de Ezeiza. Entonces le pregunté si en su pabellón había algún colombiano por robo, me dijo que no, que solo había uno por narcotráfico. Bueno, le pedí que me lo ponga al teléfono y charlé con él. Me contó que estas bandas que protagonizaban los robos provenían de Bogotá”.

También le dijo que allí hay instalada una cultura muy fuerte sobre salir a robar por el mundo, que son considerados héroes. Su fuente le contó que éstas personas viajan a Estados Unidos, México, Austria, España y Japón para robar dólares y joyas. “La gran mayoría de ellos provienen de Bogotá y me nombró tres barrios, pero en especial Las Cruces. Esa noche me quedé pensando largo tiempo sobre todo lo que me había contado el colombiano y buscando noticias en Internet. Me di cuenta de que todo lo que me dijo era verdad. Leí tres o cuatro noticia de colombianos que robaron en distintos países y quedé asombrado… Roban por el mundo y sin armas, me resultó súper interesante”.

Empezó a moverse y comunicarse con personas que están en distintas cárceles y que hace mucho tiempo son sus fuentes en sus misiones periodísticas. Les pasaron algunos contactos de estas bandas de colombianos que operan a nivel global. Se comunicó con ellos, comenzó a concurrir a boliches y discotecas donde van muchos dominicanos, peruanos y colombianos.

En esos tiempos Gallotta tenía 27 años, ya trabajaba en Clarín, vivía solo hacia unos cinco años pero su economía era muy ajustada. No tenía plata para viajar a Bogotá y se le vino la idea de volver a la pizzería donde había trabajado durante su adolescencia montado en una Yamaha Ybr 125. Retomó el reparto para juntar plata y comprar pasajes a Colombia “en seis cuotas sin interés, las pagaba con lo que hacía en la pizzería, trabajaba doble turno y juntando las propinas”.

“Cuando llegué a Bogotá pegué onda con un rapero del barrio Las Cruces y lo entrevisté, esa fue la primera vez que fui. A partir de ahí, éste muchacho me presentó a otro y así sucesivamente como sucede siempre que uno comienza a tejer redes. Desde la cárcel me presentaron a tres colombianos más”, recuerda Gallotta.

“Después fui cuatro veces más a Colombia y desde ahí a Estados Unidos, a la Ciudad de Houston a escribir un capítulo del libro con dos colombianos que estaban robando ahí. La moto cumplió un rol fundamental, porque pagó todos esos viajes y financió la investigación”, subraya el periodista.

Estando en su campo de investigación se dio cuenta de que esos que veía caer presos en Argentina eran los internacionales. En Bogotá se enteró que ser miembro de esta banda es una figura delictiva que nace a fines de la década del ‘50. “Según la leyenda, ladrones de tres barrios de Bogotá se juntaban los domingos a jugar a la pelota. Después tomaban cerveza y escuchar tangos y boleros. Eran ladrones de relojes, lo hacían bajo la modalidad del arrebato en la zona céntrica. Uno de estos ladrones era buscado por la policía porque había matado a otro chorro en una pelea. Se fugó y se fue a Nueva York para esconderse”.

...
(Foto: Editorial Planeta)


“Estando allí y caminando por la zona de las joyerías ubicadas sobre la Quinta Avenida ve a un tipo con un maletín que le gustó. Ese hombre entró a una joyería, él entró atrás y se lo robó de descuido -que los colombiano llaman escape- . Se lo robó porque le gustó y se lo pensaba quedar. Pero fue grande la sorpresa cuando llegó al hotel donde se hospedaba: adentro había miles y miles de dólares. Con ese dinero empezó a financiar los viajes de sus compañeros a quienes les dijo, ‘para qué seguir robando en Bogotá si acá está la plata’ y así empezaron a viajar los grupos de ladrones y recorrieron todo Estados Unidos”.

Gallotta quedó muy intrigado con la leyenda y se acercó a un historiador que le pasó un recorte de una noticia que hablaba de unos colombianos detenidos por robos en Miami y tenía la fecha de fines de la década del ’50. “Ellos tienen sus características, como ser, no usan armas para robar, siempre utilizan lo que ellos denominan ‘malicia indígena’, que es hacer el mal de la mejor manera posible. Esto sería robarle a gente que tenga más plata que ellos, que viva en otro país, no tocan a sus víctimas, no las lastiman”.

Desde Estados Unidos fueron a Europa, luego a Asia y así recorrieron todo el mundo y entre 2008 y 2009 empezaron a venir a Buenos Aires. Lo hicieron porque acá tenían un contacto que les hacía las visas truchas y así viajaban a Malacia en busca de dólares y oro. Pero durante la estadía en esta Ciudad hicieron unos cuantos hechos y quedaron fascinados con la cantidad de plata que encontraron.

“No podían entender que una familia guardara los ahorros de toda su vida en la casa. En cualquier vivienda que entraban encontraban dólares. La Policía es corrupta y arregla con poco. Les fue gustando porque acá lo podían hacer todos los días. En principio venían los “vieja guardia”, son los más mayores y serios del grupo, los más responsables. Con el pasar del tiempo se sumaron los más jóvenes que realizaban su primer viaje como internacionales y lo hacían viniendo a Bueno Aires”, asegura Gallotta.

La Conexión Bogotá se publicó en diciembre de 2015, fue reeditada la semana pasada con dos capítulos más y tapa nueva:“Recuerdo que nadie lo quería por eso tuve que pagarme la impresión con lo que ganaba repartiendo pizza y las propinas. Pero estaba seguro que mi libro llegaría a ser una serie. Este libro se va a publicar en otros países, porque es una investigación que tiene mucho esfuerzo. Viví miles de momentos con ellos, es un libro bien delincuencial. Fui a los cabaret, a los boliches salseros, comimos muchos asados, fuimos de shopping, estuve en sus barrios, los visité en las cárceles y hasta conviví con personas que estaban prófugas”, finaliza Gallotta.

Sobre los actores

Rami Herrera, Sebastián Osorio, Camilo Amores y Christian Vega son algunos de los actores colombianos que trabajan en la serie Los internacionales que transmite Te Le Fe todos los miércoles a las 23:15 horas. Interpretan a Mario, Jennifer, Tino y Walter. Son vecinos amigos y compañeros. Forman una banda que comete robos menores en el centro de Bogotá. Crecieron en el barrio Las Cruces, cuna de los ladrones internacionales. Todos ellos forman la banda de Fausto.

“Jennifer es una chica que creció ayudando a los internacionales, quienes cada vez que volvían al barrio después de robar por el mundo, traían alegría y felicidad. Ella desde muy chicha quiso ser de la banda por el nivel de vida que llevaban estos ladrones”, explica a Tiempo, Herrera.

“Mario es un personaje de carácter fuerte en la banda. Creo que eso se debe a que es un alma huérfana. Vivió cosas muy duras desde chico y soñó con ser un internacional. Ha desarrolló muchas habilidades para concreto porque fue lo que siempre anheló. Lo pudo hacer porque tiene mucha confianza en sí mismo”, cuenta Amores.

“Tino es el más joven de la banda. Es un pibe que creció en un barrio muy marginal. Sus padres lo abandonaron y durante toda su vida la única familia fue su prima. Su escuela fue la calle, cayó en las drogas, fue su escape y su salida a la realidad que vivía. A través de su adicción mete en aprietos a todos sus compañeros”, relata a este diario Vega.

“Walter es un muchacho muy optimista y el corazón del equipo. Mantiene una relación muy cercana con cada uno de sus compañeros y eso lo hace el imán de todos los pilares de la banda. Es el ahijado de Fausto y el que lo convence para sumarse al grupo y les enseñe todas sus habilidades de internacional para robar por el mundo”, concluye Osorio.