En una multitudinaria misa que celebró en la playa de Huanchaco, en las afueras de la ciudad pesquera de Trujillo, el papa Francisco denunció el «sicariato» en el norte de Perú y destacó la «solidaridad» en la comuna ubicada 500 kilómetros al norte de Lima para enfrentar la tormenta «El Niño costero», que en 2017 causó graves daños en la zona.

«Ustedes, al igual que los apóstoles, conocen la bravura de la naturaleza y han experimentado sus golpes», dijo Francisco durante la homilía que reunió 200 mil personas y se convirtió en la actividad más convocante de la gira, según lo estimó el vocero papal, Greg Burke.

«Así como ellos enfrentaron la tempestad sobre el mar, a ustedes les tocó enfrentar el duro golpe del ‘Niño costero’, cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares», dijo el obispo de Roma sobre la tormenta que causó más de 100 víctimas y 300 desaparecidos. 

Enumerando las otras «tormentas» que desafían a la región, Francisco denunció «la violencia organizada como el ‘sicariato’ y la inseguridad que esto genera» así como «la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente en los más jóvenes, que les impide construir un futuro con dignidad».

Es la segunda vez en menos de seis meses que el papa critica públicamente la existencia de sicarios, asesinados contratados a sueldo, en el norte latinoamericano, tras la referencia que hizo en septiembre de 2017 al visitar Medellín durante su viaje apostólico a Colombia.

Más de la mitad de los 800 mil habitantes de la denominada «ciudad de la eterna primavera» recibieron al papa en el predio ubicado sobre la arena bañada por el Oceáno Pacífico.

«Sé que, en el momento de oscuridad, cuando sintieron el golpe del Niño, estas tierras supieron ponerse en movimiento y tenían el aceite para ir corriendo y ayudarse como verdaderos hermanos», les dijo el Papa.

«Estaba el aceite de la solidaridad, de la generosidad que los puso en movimiento y fueron al encuentro del Señor con innumerables gestos concretos de ayuda».

El pontífice destacó que «en medio de la oscuridad junto a tantos otros fueron cirios vivos que iluminaron el camino con manos abiertas y disponibles para paliar el dolor y compartir lo que tenían desde su pobreza».

En su segundo día de actividades en Perú, el Papa lamentó también «la falta de techo seguro para tantas familias forzadas a vivir en zonas de alta inestabilidad y sin accesos seguros. Los peruanos en este momento de la historia no tienen derecho a dejarse robar la esperanza», los animó.