El último plan del macrismo en Boca para construir un estadio a 500 metros de La Bombonera, en los terrenos de Casa Amarilla que adquirió en enero después de una licitación hecha a medida del club, entró en la cuenta regresiva. El objetivo de Daniel Angelici resulta muy simple: que los socios, por mayoría, decidan antes de fin de año que Boca necesita una nueva cancha porque la actual le queda chica. El presidente se apoyará especialmente en los socios adherentes, una categoría creada por el oficialismo que supera en cantidad a los socios activos, y cuya principal demanda recae en ver los partidos en el estadio. Lo hará a través de un plebiscito, ese dado que agita para tirar en el paño con la suerte echada a su favor desde que se impuso en las elecciones de diciembre. Y a la espera de un escenario propicio, con Boca campeón, las denuncias en su contra barridas en la Justicia, y Mauricio Macri, su jefe político, ya acomodado como presidente de la Nación.

Tres semanas atrás, Boca llamó a los socios a la renovación de las tarjetas magnéticas bajo la consigna «El carnet cambia, el sentimiento jamás». Los primeros en acercarse a las oficinas del club fueron los abonados. Mientras llegaban, a algunos los tanteaban acerca de la cuestión de la cancha. Les seguirán los socios activos, interior y vitalicios hasta el 31 de octubre. Boca tiene 76.912 socios adherentes y 49.258 activos –cerca de la mitad son abonados–. La capacidad de La Bombonera alcanza hoy los 49 mil espectadores. Los estatutos marcan que el plebiscito no es un factor vinculante y que sólo pueden votar los socios plenos. 

«Si no es posible la ampliación, la pregunta será: ‘¿Usted prefiere tirarla abajo y hacer una nueva en el mismo lugar o hacer una nueva al lado y que dejemos la actual para un lugar de recitales y donde eventualmente se jueguen partidos?’ Y sí: tirarla abajo es la decisión más boluda del mundo. El plebiscito se hará con opciones de solución. Podrán ser vinculantes o no, pero sabemos que los socios adherentes tienen un gran peso en la opinión», reconoce a Tiempo un dirigente del oficialismo cercano a Angelici y Macri.

En el club apuntan que hay seis proyectos sobre los que trabajan para presentar en dos meses los resultados: si es o no posible la ampliación de La Bombonera. De tanto en tanto, Angelici dice lo que desea, porque sabe el final feliz: el plebiscito, la consulta popular. Lo dijo en la mesa de Mirtha Legrand. Lo machaca en cada oportunidad con los medios afines. Lo repitió en una entrevista reciente con La Nación: «Los que no quieren dejar La Bombonera no llegan al 30%. Voy a hacer el plebiscito, con dos focos claros: o nos quedamos como estamos o vamos con la propuesta nuestra de hacer un estadio con capacidad para 80 mil personas». 

El plan de engrosar los consultados con los socios adherentes y achicarles las puertas de la cancha para llevarlos al plebiscito supone una legitimación y llega después de otro más burdo: en 2014, Oscar Moscariello, entonces vicepresidente primero de Boca y legislador porteño, presentó un proyecto de ley llamado «Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors», que apuntaba a la entrega de Casa Amarilla para la construcción del nuevo estadio. La iniciativa nunca se debatió en el recinto.

«Si el tipo dice que el 99% quiere un estadio nuevo, le podés desconfiar abiertamente, porque no tenés elementos para saber si es una encuesta dibujada. Se quiere hacer el democrático, que va a consultar a todos, pero me parece que no lo leyó o se caga en el estatuto», dice Claudio Giardino, titular de la agrupación opositora Boca es Nuestro, y agrega: «Primero tratan de instalarlo en los medios para después bajarlo a los socios. También es una mentira que van a entrar los adherentes. Hace mucho tiempo que Angelici habla de hacer un estadio en Casa Amarilla. Por eso en la Asamblea de Representantes me opuse a la compra de los terrenos. Los planos que Boca presentó en la Corporación Buenos Aires Sur demuestran abiertamente que el objetivo es construir un nuevo estadio». 

Los terrenos comprendidos entre las calles Palos, Blanes, Almirante Brown y Espinosa ocupan 32.050 metros cuadrados. El espacio para «playa de estacionamiento» y «parquizado», se desprende del pliego presentado por Boca, suma 30.450 m2. Allí, por supuesto, cabe el estadio. «Ves que la biblioteca ocupa un espacio muy chiquito en una punta –describe Giardino–, y la canchita de tierra para esparcimiento del barrio otro puntito muy chiquito en la otra punta, frente a las actuales boleterías de Boca. Y así la pista de skate. Entonces, ¿de qué función social hablan?» En el plan, la inversión tampoco saldrá de las arcas del club, como sostuvo Angelici. Boca puso el dinero en el complejo de Ezeiza. Los millones serán extranjeros. A cambio, por ejemplo, de ponerle el nombre de una empresa a la cancha.

«Boca va a necesitar un estadio para 60 mil sentados por los próximos 20 años –enfatiza el dirigente de la Comisión Directiva–. Si hoy hacemos la pregunta de si quieren un nuevo estadio, es retórica: ‘¿Quieren que dejemos La Bombonera igual y que cuando nos tengamos que sentar entren 35 mil?’. La respuesta es obvia: no. Es una pregunta sin sentido, y habría que expulsar a 20 mil socios. Ahora estamos en una etapa de análisis serio y definitivo. Nuestra decisión no es no hacer nada».

El proyecto de ley de los hinchas sentados en los estadios de la Capital Federal, a contramano de la idiosincrasia argentina, fue impulsado en la Legislatura por Moscariello en 2008, amparándose en una recomendación de la FIFA que, en verdad, estaba destinada para los Mundiales y grandes eventos. Fue aprobada y modificada en 2015: los clubes deberán cubrir el 50% de hinchas sentados para el año que viene y el 75% para 2019. El 30 de marzo, el día en que la Asamblea de Representantes aprobó la compra de los terrenos que en su origen fueron para viviendas sociales, un grupo de hinchas se acercó y, desde atrás de la reja, cantó: «¡A ver a ver los dirigentes si pueden oír / nosotros por La Bombonera matar o morir!».