Al final el presidente Mauricio Macri no anunció nada. A contramano de lo que dijo su jefe de Gabinete hace una semana, el presidente no participó del lanzamiento del plan Precios Maquillados con el cual el Gobierno buscará estirar la agonía económica hasta las elecciones.

En lugar de encabezar los anuncios -tarea delegada a tres ministros-, Macri protagonizó un video de aspecto casero donde compartió sus impresiones sobre la inflación con una familia militante del PRO. “La inflación es lo peor que hay”, dijo en la filmación el mandatario, como si fuera ajeno al fenómeno económico con el que acaba de anotar un nuevo récord de gestión: según los datos difundidos el martes, los últimos 12 meses acumularon la mayor inflación en 28 años. Y la mayor caída del consumo desde el estallido del 2001.

En el video, Macri se muestra como un comentarista de la realidad que su propio gobierno provocó, y que -se supone- debería esmerarse en revertir. La extravagancia forma parte de la estrategia que fijó el tándem Marcos Peña-Jaime Durán Barba para la campaña por la reelección: presentar a Macri como afectado, e incluso como víctima, del desastre que su gobierno provocó.

¿Cómo buscarán disociar al autor de su obra?

Los dos rasgos principales de la estrategia se vieron durante el anuncio de Precios Maquillados: viralizar imágenes de Macri comentando la actualidad en falsas situaciones cotidianas, al tiempo que recarga los anuncios sobre sus funcionarios, a quienes luego acusará por su fracaso.

A la cabeza de los chivos expiatorios está el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, quién llevó la voz cantante durante el anuncio. “Teniendo en cuenta que usted falló en todos los pronósticos de inflación que hizo, ¿por qué la gente debiera creerle hoy?”, le espetó una periodista macrista en plena conferencia. Consideraciones de idéntica dureza se escuchan a diario en boca de los comunicadores macristas que abundan en gráfica, radio y tevé.

Dujovne es el fusible deseado del macrismo ortodoxo. Pero el ministro está a salvo del despido: lo banca el FMI, que lo escogió como su delegado en el país del planeta que más dinero le debe.

Macri, es obvio, puede hacer poco y nada sin la aprobación de Washington. De modo que Durán Barba decidió aprovechar la estabilidad de Dujovne para colocar al ministro en el cadalso doméstico en reemplazo de su pupilo, el presidente, a quien pretende mantener alejado de la botonera de gestión. Al menos, frente a las audiencias.

Así las cosas, el publicista ecuatoriano planteó una campaña donde Macri se muestra víctima de casi todo: el clima, el mundo, sus pares empresarios, su propio gabinete y hasta de los argentinos, a quienes acusó de impedir resolver “fácil el problema de la inflación”.

La victimización es una táctica usual de los presidentes que se presentan a elecciones, pero la versión macrista presenta una novedad: no es común que un presidente acuse de su fracaso a la población a la que le pide que lo vote.

“Vayamos por el alma, no por el bolsillo”, dicen que dijo Marcos Peña en una sesión reciente de coaching electoral para candidatos de Cambiemos. “¿Quieren que hagamos campaña prometiendo más sufrimiento?”, habría replicado uno de los postulantes. De esos intercambios, y de las encuestas que maneja Durán Barba, surgió el Plan Precios Maquillados, un placebo de corto alcance, tanto en beneficiarios como en lapsos de aplicación: según el anuncio, los precios congelados se derriten al día siguiente de la elección. Y la letra chica contiene restricciones que deja afuera de los supuestos beneficios a buena parte de la población.

Una medida desesperada cuya eficacia fue puesta en duda hasta por el propio presidente, que ni siquiera la presentó.

Total normalidad.