Concretada la transferencia de ingresos que significó la eliminación de retenciones para la mayoría de los cultivos y la disminución en el 5% de los derechos a la exportación de soja y derivados, la visita de Mauricio Macri al predio de la Sociedad Rural prometía tener un espíritu de festejo común. Era el regreso de un jefe de Estado a la cámara patronal del campo que agrupa a los principales terratenientes después de 15 años de ausencia: el último había sido Fernando De la Rúa.

El reencuentro de los ruralistas con el jefe de Estado no nació por empatía política o identificación partidaria. Fue consecuencia de una fuerte transferencia de ingresos -que se estima en 128 mil millones de pesos- surgida de la apuesta del gobierno por evitar conflictos con el sector a través de dos medidas: una fuerte devaluación y la rebaja casi total de las retenciones. En el primer caso, el tipo de cambio que se usaba para el comercio exterior, que a fines del año pasado era de $ 9,60 por cada dólar, fue liberado y se ubica actualmente en torno a los $ 15, con una suba nominal de más del 50 por ciento. En segundo término, se suprimieron los aranceles que debían abonar las exportaciones de granos, que tenían porcentajes variables (32 % el girasol, 23 el trigo y 20 para maíz, sorgo y cebada, entre los principales). En el caso de la soja, que concentra los mayores volúmenes de comercio exterior, las retenciones se mantuvieron pero con una quita de cinco puntos (bajó del 35 al 30 por ciento), con la promesa de que las rebajas graduales se repetirán anualmente.

«Gracias por este recibimiento tan caluroso», comenzó Macri luego de que el titular de la SRA, Luis Miguel Etchevehere, completara ayer la lectura de un discurso de 4 carillas de extensión y que había despertado ovaciones al exigir públicamente a los jueces que lleven a la cárcel «a quienes han violado la ley». El mismo estruendo de aplausos había acompañado la exigencia del «destierro para siempre del populismo». Macri aprovechó el auditorio para consolidar su sintonía con esa franja social, la elite más poderosa del país que domina el rubro más competitivo de la economía: el complejo agroexportador.

Acompañado por su esposa Juliana Awada y su hija Antonia, el presidente se permitió hacerle un pedido a quienes lo recibieron con satisfacción y evidentes aires de revancha. «Al campo le cabe una mayor responsabilidad porque uno de cada tres empleos se generan en forma directa o indirecta por el campo. Hay que dejar de ser el granero del mundo para ser el supermercado del mundo, agregándole valor a la producción», exhortó en un momento de su discurso que generó aplausos pero de mucha menos intensidad que las ovaciones que festejaron las críticas y los tiros por elevación al kirchnerismo.

Bajo la leyenda del palco oficial que resumía la historia de los dueños de la tierra («1866-Cultivar el suelo es servir a la Patria-2016»), Macri eligió hacer honor a su linaje materno. Más que el hijo del industrial italiano que llegó al país y construyó un imperio como emblema de la llamada «patria contratista», recordó a su abuela materna, Argentina Blanco Villegas, pilar de una familia propietaria de tierras en su añorado Tandil. «Durante más de una década, miles de productores del país escucharon a su gobierno hablar de ‘ellos y nosotros’. Y terminó siendo ‘ellos o nosotros’. Pero, por suerte, eso se terminó. Y ahora estamos todos juntos. Por eso estamos trabajando con mi equipo, para que el campo sienta que se le ha sacado la pata de encima y ahora es todo lo contrario: se le está tendiendo la mano», subrayó el mandatario en uno de los párrafos en que contrastó su política de liberación de las exportaciones con una de las prioridades del gobierno anterior: el desacople de los precios internos frente a los valores internacionales.

Las cifras

La incidencia práctica de esa mano tendida por el gobierno nacional hacia el bolsillo de los productores varía según quién la mida. El economista de la Sociedad Rural Argentina, Ernesto Ambrosetti, calculó que la mejora en el ingreso sólo por la eliminación de los derechos de exportación rondaría los 2000 millones de dólares. El IERAL, estudio económico auspiciado por la Fundación Mediterránea, fue más allá y calculó que el sector embolsaría unos 3685 millones de dólares más, de los cuales 917 millones beneficiarían a los productores de soja, 667 millones a los de maíz y 295 millones a los de trigo. A esos números hay que agregarle la mayor cantidad de pesos que significa cada dólar tras la devaluación de diciembre último. Para la consultora Ecolatina, uno de cuyos directores es Marco Lavagna, diputado nacional por el Frente Renovador que ayer fue uno de los pocos opositores presentes en la ceremonia, la nueva política de retenciones significaría para el campo ingresos extra anuales por $ 32.600 millones.

El dirigente y ex diputado Claudio Lozano, referente económico del movimiento Unidad Popular, estimó que el efecto combinado de las dos medidas totalizaría $ 128 mil millones. El cálculo parte de las diferencias entre el tipo de cambio anterior a la quita de las retenciones y la devaluación y el que surgió luego de estas decisiones. Así, por ejemplo, el productor de girasol recibía $ 6,53 por cada dólar, el de maíz $ 7,68 y el de trigo $ 7,39. Desde diciembre, el productor cobra a precio dólar actualizado y sin quitas. El sector sojero es el más beneficiado: la rebaja les significa ingresos extra por $ 84 mil millones. Mientras que en el caso del maíz, donde se aplica el arancel cero, la mejora de ingresos es de $ 25 mil millones, en trigo $ 11 mil millones y en girasol $ 8 mil millones. Los cálculos fueron hechos después de la devaluación, con un dólar a $ 13,75, por lo que en la actualidad la cifra podría ser aún superior. «Esta es la explicación de por qué lo reciben a Mauricio Macri con bombos y platillos en la Sociedad Rural», señaló Lozano.

Una serie de cálculos dan cuenta de la magnitud de estas medidas para el complejo sojero, que involucra no sólo la exportación de granos, sino de aceites y harinas derivadas. El Estudio Bein calculó que en 2015 ese sector pagó retenciones por $ 52 mil millones, de lo cual se deduce que el monto facturado rondó los $ 160 mil millones (considerando que la materia prima abonaba un 35% de arancel y sus subproductos 32 por ciento). Con la devaluación, el sector pasó a tener ingresos previstos para 2016 superiores a $ 250 mil millones, de los cuales pagará en concepto de retenciones no más de $ 75 mil millones (unos $ 12 mil millones menos que si no se hubiera producido la rebaja). Así, los ingresos netos pasarán de $ 108 mil millones a $ 175 mil millones: una diferencia neta de $ 67 mil millones. En este cálculo no se estiman las variaciones de cotización, que en términos generales se mantuvieron más allá de alguna oscilación momentánea. Tampoco se agregan los excedentes de la cosecha pasada que los productores habían retenido en silos esperando una devaluación que ya se descontaba. Si se agrega ese elemento, la cifra final sería concordante con los números de Lozano.

Gestos

«Mauricio», como le gritaban hombres, mujeres y niños que poblaban todo el parque, mostró mucha familiaridad con los organizadores. Tuvo gestos cómplices que despertaron aplausos y hasta comentarios sorprendidos: uno de ellos fue ingresar a la arena en la que desfilaban los animales para saludar al jinete y a algunos chicos de la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Discapacitados. «¡Qué capo! Es como cualquiera de nosotros, saltó la tranquera», comentaron al lado de Tiempo dos productores que observaban la escena desde la tribuna contigua. Durante su intervención, Macri citó al senador Alfredo De Ángeli (de la Federación Agraria de Gualeguaychú, uno de los exponentes del levantamiento contra las retenciones de 2008), a quien llamó «amigo». La Federación Agraria Argentina fue, paradoja o no, la única entidad ruralista que no estuvo representada en el festejo por los 150 años de la Sociedad Rural. Según los especialistas, tomó distancia del gobierno luego de que la administración Cambiemos decidiera modificar la Ley de Tierras de 2011 otorgándole a los extranjeros más flexibilidad para adquirir grandes extensiones para la explotación.