Observamos una desaceleración importante de la inflación en los últimos dos meses. Creemos que es por dos razones. De un lado, la estabilidad del dólar a pesar de la inflación interior; del otro, la apertura de las importaciones, en especial de los bienes de consumo. El gobierno apuesta a disciplinar a empresarios y trabajadores con estas dos herramientas.

Esta tendencia podría cambiar de sentido con las nuevas alzas de tarifas que se esperan para enero, lo que se agrega a la suba de precios por la estacionalidad del verano. Esto nos va a dar un escenario caldeado de cara a las negociaciones paritarias de marzo.

Entendemos que el objetivo de inflación que se ha fijado el gobierno no es realista. Además, carece de credibilidad después del yerro de más de 15 puntos en el cálculo de la inflación de 2016.

Es probable que la inflación de 2017 tienda hacia el 25% hasta las elecciones de medio término y luego apunte hacia el 30% producto de una apreciación relativa del tipo de cambio, decisión que el gobierno podría tomar luego del resultado electoral.

En la primera parte del año, habrá que ver cómo será el debate salarial; es probable que el poder adquisitivo pueda repuntar algo dada la pérdida de salario real de este año, aunque no esperamos una recuperación en toda la línea. Con todo, el salario no es más que uno de los factores que intervienen en la distribución de riqueza. Habrá que ver qué pasa con el comportamiento de la rentabilidad empresarial y de la renta agraria, entre otras. «