El cuerpo cívico-militar es conocido como “El Quinto Componente”, desde que Hugo Chávez postuló su urgencia en el fragor revolucionario de los años 2002-2003, impulsado por la insurrección social que derrotó el golpe de Estado el 13 de abril. Hoy supera los dos millones y medio de jóvenes de ambos sexos. La sargenta IIº de milicia Jorlady Rodríguez, el teniente de Milicia Hugo Rafael y el miliciano Pablo Boada son un reflejo de esos milicianos.

Casi todos son profesionales jóvenes, con notoria presencia de mujeres y una disciplina férrea. Coinciden en temas centrales como conciencia antiimperialista, el estímulo ideológico de Chavez, Bolívar y otros héroes nacionales y la convicción de que se preparan para la defensa militar del territorio contra la guerra “híbrida” urbana anunciada por EE UU. También es notoria la importancia que le otorgan a la geopolítica latinoamericana, el conocimiento de la realidad política de Colombia, el respaldo al gobierno de Nicolás Maduro y el valor al medio de comunicación como instrumento de guerra, “tan importante como el fusil Kalashnikov”, como advierte Rafael. Estratégicamente, se integran al barrio y la familia como la verdadera estructura social que define la defensa. No se conoce un fenómeno similar en la región desde los primeros años de la Revolución Cubana. Aunque las Milicias se amparan en una Ley del año 2008, su origen y su carácter tienen raíces más profundas.

Periodista militante

Jorlady Rodríguez es una joven periodista caraqueña. Su ingreso a las Milicias se motivó por su “compromiso con Venezuela y la ideología de Chávez”. Explica: “Acudí al llamado del presidente Maduro a incorporarnos a las Milicia ante el permanente asedio del gobierno estadounidense…” Advierte que ser miliciana en la actual situación del país, “significa valentía y claridad ideológica, estamos llamados a ser el principal frente de defensa integral ante una guerra económica y la amenaza permanente de intervención militar a nuestro suelo”.

Jorlady relató que reciben “la ideología revolucionaria basada en su concepto del ‘Árbol de las tres raíces’, es decir Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora. Debemos forjar una segunda independencia que es la económica. Tenemos una responsabilidad histórica con eso.” Advierte que su actividad miliciana “comienza por combatir y evitar la corrupción en los procedimientos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Impulsamos la productividad en el país; ayudamos a que lleguen las misiones sociales a los vecinos de la comunidad, sobre todo a los más necesitados; nos reunimos con los Consejos Comunales para fundar nuevas unidades populares de defensa integral en materia de seguridad-. Pero además, soy periodista: ejerzo mi profesión de comunicadora en un medio televisivo, donde también contribuyo con el proceso revolucionario ayudando a comunicar la verdad y continúo mis estudios de comunicación social en una Aldea Universitaria de la Misión Sucre, una Misión educativa gratuita del gobierno revolucionario”. Sobre si las milicias cobran un salario y fue taxativa: “No, esto es militancia”.

Compromiso de 24 horas

Por su parte Pablo Boada, de la ciudad industrial de Valencia, a dos horas de Caracas, señala que se convirtió en miliciano “porque soy antiimperialista y defensor de mi patria y tuve por ello me integré al Movimiento Táctico de Resistencia Revolucionaria (MTRR)”. Aseguró que la “formación ideológica se basa en el bolivarianismo, el chavismo y el marxismo, enmarcados en el antiimperialismo”. Comentó que está dispuesto al combate “las 24 horas del día, a la orden del Comandante de mi Cuadrante para la Defensa. La práctica es de ocho veces por mes. Cuando se presenta cualquier ‘guarimbeo’ (guarimba, un foco insurreccional urbano usado por un sector de la oposición) somos convocados junto con la Guardia Bolivariana del Pueblo. La Milicia es el pueblo en armas y está en la vereda, en la calle, en el balcón, en la montaña y en todos lados con el enemigo en la mira de nuestra Kalashnikov”. Reconoce que algunos de sus amigos “dicen que soy un patriota, pero otros me ven como si fuera un ‘jala bolas’ (chupamedias) gobiernero”.

Finalmente, Hugo Rafael sostiene que se convirtió en miliciano “para asumir un compromiso con mi patria, con la patria de Bolívar y con los héroes de nuestra independencia. La patria de mis padres y la de mis hijos”. Y entiende que ser miliciano “significa preparase, entrenarse y organizarse en unidades populares de defensa integral, en bases y agrupamientos populares de defensa integral y sectores estratégicos de defensa integral”. Para Hugo Rafael, “la milicia imparte la doctrina bolivariana, que se basa en el reconocimiento de todos los héroes de nuestra independencia, de aborígenes como Guaicaipuro, Tamanaco, Mara y Barinas. También rescatamos a los afroamericanos y las enseñanzas de nuestro precursor el Generalísimo Francisco de Miranda”, y detalla que Miranda batalló en la Revolución Francesa, en Rusia, en la Guerra de Independencia de EE UU y creó la bandera tricolor. Rafael lleva una vida común en su barrio del Valle de Caracas, donde es padre de familia y católico devoto. Entiende que un miliciano debe desarrollar “un liderazgo en su comunidad, debe ser capaz de cambiar, motivar, organizar, preparar y entrenar a todos los miembros de su comunidad. No tengo héroes ficticios”. «