El presidente Mauricio Macri necesita realizar una buena elección en las parlamentarias del año que viene. De eso depende la consolidación de su proyecto político, la posibilidad de darle impulso a la restauración neoliberal que promueve. Hasta ahora hay rasgos del escenario que lo favorecen. La división del peronismo, por ahora en tres pedazos, es una buena noticia para el gobierno. Sin embargo, muchas de las dificultades que asoman en el horizonte del oficialismo vienen de sus propias filas. Alguien quizás podrá explicar algún día por qué la política argentina llegó al punto en que uno de los embajadores más importantes puede ser al mismo tiempo un potencial “opositor” del presidente para el que trabaja. Estos vaivenes –hay que decirlo– no son exclusivos de Martín Lousteau, embajador en EE UU, ni del gobierno actual. Se han vuelto parte de los hábitos locales.

Lousteau participó el miércoles pasado de uno de los tantos homenajes que se hicieron para conmemorar la victoria electoral que llevó al radical Hipólito Yrigoyen a la presidencia en 1916. El evento, realizado en Parque Norte, fue organizado por el radicalismo capitalino y significó el relanzamiento del ex candidato a jefe porteño. Detrás del embajador está la estructura partidaria que aún conduce el histórico Enrique Coti Nosiglia, que tiene poco peso a nivel nacional pero sí controla UCR de la Ciudad. De hecho, su hijo, Juan Nosiglia, se volvió legislador con la boleta de la que tiraba Lousteau como candidato a diputado nacional en las elecciones de 2013. Las encuestas que manejan los boinas blancas, coincidentes con las del PRO, son muy claras.

El ex ministro de Economía y padre intelectual de la Resolución 125 está primero en intención de voto. Mide alrededor de 24 puntos. Lo sigue el macrista Diego Santilli, que ronda los 22, y el kirchnerismo que mantiene su núcleo duro de 20 por ciento, aunque Daniel Filmus logra romperlo hacia arriba. Con estos números en mano, los boinas blancas se entusiasman. No se trata sólo de realizar una buena elección el año próximo sino de reconquistar la Ciudad en 2019. Esta es la pelea de fondo con el partido amarillo. Por eso hay varias cartas sobre la mesa. “Todo puede ser”, aseveró un asesor de Nosiglia hijo. Ese “todo” implica dos posibilidades: que Lousteau sea candidato y vaya a una PASO dentro de Cambiemos o que compita por fuera. Esta última podría implicar un duro golpe para el PRO, aunque perder en las PASO tampoco sería gratis. En cualquier caso, el ex ministro quedaría en posición de desbancar a Horacio Rodríguez Larreta. Las tensiones entre el Coti y Macri, que explican en gran medida el impulso a Lousteau, comenzaron desde que asumió el actual presidente.

Nosiglia, al igual que otros referentes radicales, se sintió “mal recompensado” políticamente. Fue uno de los que impulsó el acuerdo con el macrismo y su participación en el gobierno es baja, siendo generoso. La expectativa del nosiglismo estaba depositada en ocupar espacios más importantes en el Ejecutivo porteño y no tanto en el nacional. Al igual que en el peronismo, en la UCR hay dirigentes que tienen coincidencias ideológicas con el actual oficialismo y otros que están en las antípodas. Cuando se inició Cambiemos en 2014, Ernesto Sanz lo propuso como una estrategia de recuperación partidaria. Eso fue lo que logró convencer a la mayoría de los boinas blancas. Ahora que los radicales porteños han encontrado un candidato, que no es propio pero que tampoco tiene otra estructura que lo sostenga, ¿seguirán aliados al PRO o jugarán la suya? «