«Tengo esto. ¿Te sirve? ¿Cuánto me das?» Cada vez más personas entran a los mercados de pulgas y a las ferias americanas o se abren camino en la Web ofreciendo aquello que ya no usan, esa antigüedad más o menos preciada, eso que en otras época coleccionaron con esmero o, en los casos más extremos, objetos que no son viejos ni están en desuso, pero que la acuciante situación económica transformó en mercancías pasibles de ser vendidas para cubrir gastos, pagar impuestos o, sencillamente, subsistir en un contexto de inflación y tarifazos a gran escala.

Karina y Melisa Escalante son hermanas y Veramelange es el local que atienden desde 1995 en el Mercado de las Pulgas, de Álvarez Thomas y Dorrego. «Cada vez más gente viene a vender sus cosas. Y la relación con la venta es distinta, porque ahora no podés vender algunas cosas al mismo precio que antes: no te compran», cuenta Karina. Las Escalante compran todo lo que sea viejo o antiguo, no aparatos como tocadiscos o grabadores ni ropa, pero sí ciertos libros, bijouterie, muebles pequeños, cristalería y vajilla, además de colecciones de numismática y filatelia. Melisa hace la radiografía del que apela al rebusque: «Antes, a la clase media le parecía extraño salir a vender cosas. Hoy es esa gente la que viene a ofrecer. Mucha estadística personal no podés hacer porque hay un gran mercado de esto en Internet, pero el que llega acá es porque antes publicó y no encontró comprador. Lo novedoso es que hay cada vez más gente que viene a ofrecer cosas modernas. Antes no pasaba: estaba el preconcepto de que para vender algo tenía que ser antiguo. Ahora la gente araña cash de donde puede.»

La venta de ropa usada creció en el primer semestre, según los comerciantes del rubro, un 30% respecto del año pasado, y se prevé que la tendencia siga en alza debido al contexto de ajuste de la economía en general. En esta práctica, el vendedor recibe desde el 30% y hasta el 75% del valor final de cada prenda. Malena Zanazzi, que trabaja como free lance en producción audiovisual, vio en esta estrategia un modo de paliar la crisis. «Fui a varias ferias americanas por recomendación de amigas, organizadas en casas o lugares cerrados: compré ropa barata y en buen estado. Y me pareció una buena idea para armar algo con mis amigas. Empezó como algo medio informal, para juntar un poco más de guita porque todas estábamos en la misma situación de ingresos que no alcanzan, muchas sin laburo. Y salió súper bien, vino mucha gente y, de hecho, se abrió la posibilidad de seguirlo como microemprendimiento.» Malena buscó ropa, la catalogó, difundió la movida en redes sociales y los interesados empezaron a preguntar la dirección. «La idea es repetirlo, e ir rebuscándosela.»

Los sitios Web de venta de artículos online afirman vivir un boom en la oferta de usados, aunque no ofrecen números. «Sin duda, en épocas de crisis, OLX se posiciona como la plataforma perfecta para quienes buscan comprar y vender productos usados de calidad», recita Valeria Landi, gerente de desarrollo de OLX Argentina, en modo publicitario.

Pero es un hecho que, en un contexto recesivo e inflacionario al mismo tiempo, muchos deciden apostar a las joyas de la abuela. Para Diego Glattli, de Joyas Dina’s, en la calle Libertad, «era de esperar que algunas personas se volcaran a la venta de metales ante esta situación de la economía. Cuando una persona vende su oro, es por necesidad. Es una lástima que eso pase. Más si es para pagar el gas.»