El tango tuvo la oportunidad de encontrar en Horacio Salgán no sólo un pianista excepcional sino también un gran estudioso de la tradición que le precedía. Fue de aquellos artistas que profundizando en la historia de este género popular e innovando desde los aspectos técnicos logró una dimensión que pocos alcanzan, no sólo su obra da cuenta de estas afirmaciones sino también del perdurable ascendiente sobre las nuevas generaciones. Así lo declaró Raúl Garello, con 80 años: «Su dimensión como artista es universal, no tiene comparación.»

Colegas de todas las edades han expresado su admiración en este triste momento. El guitarrista Luis Salinas lo calificó como “el pianista de tango más grande todos los tiempos”, opinión compartida por músicos de todas las ramas y edades. “Fue un arreglador original, maravilloso y, si me apuran, yo hablaría de Salgán, Troilo y Gardel. Todos a un mismo nivel. Fueron un lujo que nos dimos”, agregó.

Acho Estol, uno de los referentes del tango renacido en los 2000, declaró que su generación estaba un poco menos atenta a Astor Piazzolla que a Arolas o Gardel. “Nos gustaba el tango tradicional, y Salgán fue el eslabón perdido. Tenía una conexión con el tango del Loca Bohemia, de Francisco de Caro, y al mismo tiempo era absolutamente moderno. Era del futuro y del pasado en simultáneo.”

Horacio Malvicino, presidente de la Asociación Argentina de Intérpretes, recordó palabras del propio maestro: “El tango es una mezcla de lo campero con la expresión popular de la ciudad. Es algo que se siente. Según su contenido se pueden inventar muchas cosas, pero nunca se puede perder de vista la fuente, las raíces, ni despegarse de ellas ni saltar etapas, lo demás no es tango: es música”, y concluyó afirmando; “tenemos certeza que, con su nombre, tendremos las puertas abiertas a cuanto círculo de entendidos haya en el mundo”.
Agustín Guerrero, uno de los pianistas más respetados del tango contemporáneo lo mencionó como “uno de los mejores oídos armónicos del tango” y luego resumió algunos de sus aportes técnicos: “El compromiso asumido en pos de una escritura musical correcta; su profundización en la orquestación; los aportes rítmicos en el desarrollo del acompañamiento tanguero; la ampliación de la base rítmica de la orquesta típica sumando a esta formación la guitarra y el clarinete bajo; el desarrollo de un pianismo característico; el trabajo artesanal de la armonía; los entramados textuales de una mayor complejidad en comparación a todo lo que se venía trabajando anteriormente en el género».

Linetzky, uno de los pocos alumnos que aceptó Salgán, hoy a cargo de su propia orquesta, contó que “sus conceptos y sus consejos tuvieron una gran influencia en mí. Por ejemplo su idea de qué es tango y que no». “Otro concepto importantísimo en él era respetar y conocer el género: una vez llevé un arreglo de ‘Fuimos’ hecho por otro gran pianista. Y él me dijo: ‘es muy lindo este arreglo, pero no es un tango… es una fantasía sobre un tango’… todo dicho», apuntó.

Unánimemente señalado como el gran arreglador del tango, en este sentido Raúl Garello aseguró que «verdaderamente los recreaba, lo hacía mejor, hacía otro tango al llevarlo a otro punto de su belleza. Hizo arreglos memorables como ‘La pulpera de Santa Lucía’ o ‘Desde el alma’.».
El también pianista Martín Robbio destacó que sus aportes a la renovación del estilo son equiparables a los de Astor Piazzolla, aunque no tan celebrados. De un perfil más bajo, en los últimos tiempos la opinión de sus colegas lo llevó a sumar popularidad. Uno de sus últimos conciertos lo realizó en los festejos del Bicentenario en la el 25 de mayo de 2010.

Para no continuar abundando en declaraciones que cada una con un matiz diferente coinciden en rescatar el valor de este maestro, el pianista argentino-israelí Daniel Barenboim afirmó: «Su música es dificilísima, pero quería que nuestra orquesta, de trazo universal, conociera ese sentimiento tanguero por uno de sus hombres más admirados».