Entre los grandes descubrimientos chinos hubo uno que capturó la atención de los europeos desde épocas remotas: la seda. Esta elaboración en base a los finísimos y delicados hilos tejidos por la la mariposa Bombyx mori fue un secreto que los chinos no quisieron divulgar y les permitió articular una serie de caminos a través de Asia para llegar a los vestidores de reinas y príncipes desde el siglo I antes de Cristo.

La terrestre no era una única ruta sino varios caminos que además alternaban algunos tramos por vía marítima.

Por allí transitaban básicamente manufacturas, especies, piedras preciosas y oro. El nombre de Ruta de la Seda fue obra del geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen, que detectó que el producto más valioso era precisamente las prendas de seda. Por esos senderos anduvieron alguna vez Marco Polo y sus parientes, pero esa es otra historia

El caso es que esos caminos se interrumpieron por distintas cuestiones geopolíticas a partir del siglo XIV. Hasta que Xi Jinping comenzó a reactivar la propuesta de establecer rutas para el comercio interregional con la posibilidad de conectar el extremo Oriente continental con Europa a través de vías férreas o carreteras terrestres.

Suena a idea faraónica, pero se trata de chinos. Y ya lo habían hecho.

En mayo de 2017 se realizó en Beinijng el Foro Internacional sobre la Nueva Ruta de la Seda, con la participación de alrededor de 30 de países, entre ellos, Rusia, Pakistán, Turquía, España e Italia.

Como informó en su momento el canal de noticias ruso RT. «la Iniciativa del Cinturón Económico y la Ruta de la Seda Marítima, tal y como ha sido rebautizado el proyecto en sus dos vertientes, tierra y mar, busca construir carreteras, vías férreas, puertos, oleoductos, gasoductos y otras infraestructuras en más de 60 países de Asia, Europa y África. La finalidad: promover el desarrollo común entre los países involucrados en el proyecto».

También aceitar el tráfico de materias primas hacia el complejo industrial chino y mercaderías hacia la periferia, por cierto.

Hay destinados 50 mil millones de dólares de un Fondo Económico de Inversión estatal y una cifra similar que aportará el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, que integran 57 países de todo el mundo. Solo tienen prohibida la entrada en ese banco, Estados Unidos y Japón.

El corredor terrestre sale de China, pasa por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania para terminar en España. El trayecto puede demorar 13 días, pero por mar las mercaderías tardan más de 30.

No es que todo sea recién estrenado, porque se aprovecha el Transiberiano (terminado en 1916) y las redes europeas entrelazadas desde hace décadas. Pero se fueron haciendo en silencio las interconexiones necesarias entre las distintas trochas y ya en 2007  el 1% de las mercancía de China que llegó el viejo continente circuló por tierra.

Se supone que por vía férrea pueden circular hasta 100 millones de toneladas por año.