Durante mucho tiempo tabú, el vocabulario de insultos y términos surgido en el período nazi vuelve a aparecer en Alemania en manifestaciones callejeras, donde el debate público está cada vez más polarizado en torno a los migrantes, causando preocupación en el país.

«Tenemos un verdadero problema de democracia en este país, pagamos el precio por haber rechazado durante años abrir los ojos», dijo la vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Claudia Roth, del partido ecologista, en una reciente entrevista al Spiegel.

La controversia alcanzó su paroxismo cuando la canciller Angela Merkel fue abucheada el día de la fiesta nacional, el 3 de octubre, en Dresde, a gritos de «traidora a la patria» por un pequeño grupo de manifestantes cercanos a la extrema derecha, que acudieron para denunciar su política de apertura con los refugiados.

Entre las pancartas mostradas, una llevaba citas de Joseph Goebbels, el jefe de la propaganda del régimen del Tercer Reich.

Aunque estas palabras no pueden ser penalizadas pues no incitan al odio racial, causaron conmoción.

Y condujeron a algunos a hacer paralelismos con los años 1920 y 1930 de la República de Weimar en Alemania, que se disolvió bajo la presión callejera del partido nazi.

«Muchedumbre desinhibida»

«Ya hubo una República de Weimar, que no haya una de Dresde», dice con preocupación el diario de centroizquierda Süddeutsche Zeitung. La capital de Sajonia (este) también es el bastión del movimiento islamófobo Pegida.

«La muchedumbre desinhibida de Dresde gritó como durante el Tercer Reich y esta mentalidad étnica no es conciliable con el Estado de Derecho», afirmó por su parte el diario conservador Die Welt, preocupándose por «palabras provenientes de un sombrío pasado».

Desde hace meses los simpatizantes de Pegida o del partido de derecha populista Alternativa por Alemania (AfD), que suma éxitos electorales, denuncian en cada manifestación a los «traidores a la patria» (Volksverräter en alemán) del gobierno o de los partidos establecidos.

Ese término alemán fue difundido por Adolf Hitler en sus arengas en el tiempo de entre guerras.

La consigna contra la «prensa mentirosa», surgida a comienzos del siglo XX y popularizada por los nazis, está presente ahora en cada manifestación anti-inmigrantes.

La responsable de la AfD, Frauke Petry, quiere rehabilitar el calificativo «étnico» en el discurso político –völkisch en alemán-, rechazando «que sea utilizado sólo de manera peyorativa».

Sin embargo, el adjetivo sigue estando muy marcado por el nazismo, que se servía de él para celebrar la «superioridad» de la raza aria.

El historiador Hans Vorländer, especialista de la extrema derecha, habla «de un nuevo código del discurso político» en Alemania. «Se están levantando tabús sobre conceptos que abogan por la homogeneidad étnica», dice a la AFP.

«Gran reemplazo»

Las salidas de tono semánticas no se limitan a los movimientos radicales. Una diputada del partido conservador de Angela Merkel (CDU), Bettina Kudla, creó una controversia al llamar en un tuit a la canciller para que se detenga el movimiento de «Umvolkung» en Alemania.

Este concepto, cercano al «Gran reemplazo» en francés, tiene profundos significados: fue elaborado por los nazis para calificar la «germanización» de las zonas conquistadas en Europa y es hoy muy utilizado por movimientos identitarios que denuncian la sustitución de la población europea «de origen» por los inmigrantes.

La diputada retiró su tuit, pero no quiso excusarse. Algunos representantes de la CDU rompen otro tabú al abogar por coaliciones de poder con la AfD para detener a la izquierda.

Las recientes salidas de tono se mantienen minoritarias en una Alemania que sigue estando, en general, muy apegada a los valores democráticos.

Sin embargo, para Hans Kundnani, politólogo del German Marshall Fund, son un fenómeno colateral del movimiento de afirmación más amplio de la identidad alemana, a medida que disminuye el peso de la culpabilidad de los horrores nazis.