Como ya lo informó oportunamente Tiempo Argentino en su edición web del 24 de agosto, el Salón Nacional de Artes Visuales también ha sido víctima de las políticas culturales del macrismo que tiene entre sus objetivos no sólo la reducción de presupuestos, sino también la imposición de un criterio globalizado de la creación artística en que la identidad deja de ser un valor. El espectáculo que se presentó en la gala del Teatro Colón durante la reunión del G20, fue un claro ejemplo de hasta qué punto el criterio que maneja de lo artístico tiene que ver con una producción for export que sólo reproduce estereotipos instituidos, sesgados y turísticos.

Los artistas plásticos siguen luchando por restituir una metodología de conformación de los jurados del Salón Nacional de Artes Visuales que tome en cuenta el reglamento original, ya que lo que se esbozaba como un propósito del gobierno macrista ha pasado a ser una realidad.

Jorge Meijide es, además de artista plástico, miembro vocal de una institución plástica de larguísima trayectoria en el país, la Asociación Estímulo de Bellas Artes.  “El reglamento del Salón Nacional de Artes Visuales data del año 1911 y con pequeñas variantes, siempre ha mantenido una esencia, una identidad, una metodología, le explica a Tiempo Argentino.  Este reglamento ha sido modificado por el gobierno sin consultar a las asociaciones ni a los artistas. Muchas de las instituciones que no han sido consultadas son centenarias. Y esto es muy grave.”

Las asociaciones a las que se refieren son Estímulo de Bellas Artes (AEBA), Asociación de Artistas Visuales de la República Argentina (AAVRA), Artistas Visuales de San Martín (AVSM), Artistas Premiados Argentinos (APA), Centro Argentino de Arte Cerámico (CAAC), Centro Argentino de Arte Textil (CAAT), Asociación de Estudiantes y Egresados de Bellas Artes (MEEBA), Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP), Sociedad Argentina de Artistas Visuales Argentinos (SAVA), Unión Nacional de Artistas Visuales (UNAV), Xilon Argentina Unión de Grabadores, artistas independientes de todo el país.

“El Salón estaba conformado por ocho disciplinas –continúa explicando-. Para cada una de ellas se votaban cinco jurados especialistas en el tema, escultores, ceramistas, dibujantes…Cuatro de estos cinco jurados eran votados por el público y uno era puesto por Cultura de la Nación. Quienes proponían los candidatos eran las asociaciones de artistas, la Asociación de Críticos y la Academia Nacional de Bellas Artes. Entre los más votados se elegían cuatro que iban a acompañar al jurado designado directamente por Cultura. Ese jurado de cinco personas trabajaba mirando las obras y determinando de forma conjunta quiénes eran los ganadores.”

Desde Cultura se implementaron modificaciones que atentan contra el espíritu mismo del Salón. ”Pusieron –dice Meijide- un solo jurado para evaluar todas las disciplinas. Esto supone que una sola persona está capacitada para juzgar fotografía, nuevos soportes, arte textil…Ahora hay sólo siete miembros para juzgar todas las disciplinas.”

Pero las modificaciones no terminan aquí: “Antes un artista podía concursar en dos o tres disciplinas, por ejemplo, mandar un grabado,  un dibujo y otro tipo de trabajo. Ahora sólo puede concursar en una disciplina.  De los cinco jurados se votaban cuatro y ahora se puede votar un solo jurado.”

También ha sido modificado el Gran Premio de Honor: “Antes  se otorga con dinero del Estado, con dinero de Cultura. Se daban ocho premios pensión, uno para cada disciplina. Era una pensión vitalicia que se otorgaba a partir de los 60 años. Esos premios se sacaron del Salón Nacional y se destinaron a premios a la trayectoria. Las instituciones proponen candidatos y después un jurado de cinco “notables”, como los llaman desde el gobierno, que en algunos casos se transforman en vitalicios, determina quién gana el premio a la trayectoria. De modo que ese artista de más de 60 años que puede ser merecedor del Gran Premio ya no lo es si no es propuesto por una institución y designado por un jurado de notables. Lo grave de esto es que un premio otorgado históricamente a quien concursa a con su obra, aspira a ganar ese premio, se esfuerza y manda su obra al Salón, ya no va a tener más derecho a ganarlo si no está elegido por una institución lo señale como candidato y luego un jurado de notables que se lo otorgue.”

En nombre del federalismo y la inclusión, además, se han cometido otro tipo de atropellos. “Ellos hablan –afirma Meijide- de que quieren un Salón que sea federal, que sea participativo e inclusivo. Antes, de 2.500 obras que se mandaban de todo el país, por cada disciplina entraba un promedio de 40. Como las disciplinas eran 8, entraban 320. Esta vez entraron sólo 186, lo que constituye un récord histórico de rechazos. En marzo comenzaban las convocatorias de las diferentes disciplinas por lo que cada artista sabía cuánto tiempo tenia para presentarse. Esto ya no sucede más, porque quien convoca es Cultura.”

Un rasgo saliente del nuevo reglamento es anular progresivamente el protagonismo de los artistas para dárselo a curadores designados por el gobierno mismo. Meijide explica:  “A futuro, como ya se ha implementado en varios lugares como en Rosario y Tucumán. Se quiere tener un Salón en el que todas las disciplinas compitan entre sí y otorgar un solo premio. De este modo el Estado se ahorra 7 pensiones. Quieren realizar el Salón con un criterio de contemporaneidad falsa. Pero un grabado, por ejemplo, no puede competir con un video. Lo mismo sucede entre una pintura y una performance. Son cosas que no tienen nada que ver entre sí, por lo tanto no deberían competir. Detrás de esto hay un proyecto de curadores con una propuesta casi mesiánica porque se erigen en los dueños de las artes. En los salones ya no hay artistas en los jurados. Todos los jurados son críticos, teóricos, curadores. El criterio estético pasa por esos teóricos y el artista es dejado de lado en decisiones, juzgamientos, en todo. Además de ser un recorte a futuro, hay una idea de darle al curador el poder el poder, la capacidad de juzgar, de decidir, de determinar lo que se hace y lo que no se hace.”

Y agrega: “Por supuesto, todos estos curadores y teóricos están elegidos por el gobierno.  El ejecutor de este reglamento fue Fernando Farina  que ya ha hecho lo mismo en el Salón de Rosario. Él es el ideólogo de todo esto. El Salón Nacional ha sido tomado por asalto. Fue algo absolutamente invasivo, inconsulto y antidemocrático aunque se vote, porque la metodología se estableció sin consultar a los actores principales que somos los artistas. Estos curadores, que ya han trabajado en otros gobiernos, manejan un concepto globalizado. Dentro de este concepto las disciplinas prácticamente no existen, el oficio está cada vez más dejado de lado. Ya ni siquiera se establecen medidas para las obras, se cuelgan obras cuyas medidas están fuera del reglamento. Han cometido todo tipo de arbitrariedades. Nuestra lucha, aunque silenciosa, está hecha con perseverancia y con convicción. A futuro es peligroso lo que puede pasar con las artes plásticas si son manejadas por esta casta de curadores y teóricos que se quieren apropiar de todo. El arte va a pasar a ser sólo un montaje en el que se coloca un dibujo en un lugar y un video en otro. Por eso ya casi no se toman en cuenta las disciplinas. Se hace una puesta en escena de una obra más que respetar una obra en sí misma. El trabajo puesto en la obra ya no importa y a veces el oficio es tomado como algo malo, se lo desdeña. Esta es una tendencia que avanza en los salones y también en las galerías.  Las artes plásticas no suelen estar en la mesa de la gente, en las conversaciones de la gente, por eso nos interesa mucho ser claros.”

 “Alguien joven –concluye- necesariamente se va a preguntar si se pone a trabajar con rigor  se dedica a este tipo de arte supuestamente más contemporáneo, banal, en el que importan más los discursos que el oficio. Nosotros defendemos el oficio. Hemos sido formados en escuelas de arte y no negamos lo nuevo. Se nos dice que somos burocracia, pero no es así. No se puede permitir que una casta de supuestos entendidos se apropie del Salón que era de los artistas. La Asociación de Críticos tenía el espacio para presentar candidatos  la Academia también. Hoy un grupo autárquico se cree con el derecho de decidir por todos los artistas y por la historia del Salón. Hablan de un salón inclusivo cuando están aceptando menos del 10 por ciento de las obras enviadas por todo un país.”

El día de la inauguración del Salón, hubo listas negras que determinaban qué artistas podran entrar y cuáles no. Bajo la consigna No Avalamos, artistas independientes e instituciones relacionadas con la plástica siguen luchando por sus derechos.