Daniela Giménez tiene 24 años y está disputando su tercer juego paralímpico. Debutó en Beijing, con tan solo 16, y luego, con un poco más de experiencia y menos miedos, repitió su actuación en Londres. Ya instalada en Río, emocionada después de vivir una nueva apertura paralímpica, la nadadora chaqueña tuvo un buen estreno al clasificar a la final en los 100 metros braza femenina, donde finalizó en la séptima posición con un tiempo de 1m20s90/100. «Tuve un buen debut. Di el máximo de mi potencial, pero lamentablemente no alcanzó para lograr una medalla, igual me quedo muy tranquila porque marqué un registro muy interesante», reconoció Giménez tras su debut en Río. Ahora le resta competir en los 50 metros estilo libre y en los 200 metros combinado individual, donde intentará alcanzar su primera medalla.

. “Representar al país me pone la piel de gallina. Es una sensación única e indescriptible ver flamear tu bandera. Puedo estar relajada ahora, pero cuando llegue el momento caeré en lo que otra vez tengo la suerte de hacer, que es nadar en nombre de mi país. Nosotros somos todos amateurs y esto es lo máximo que uno puede aspirar”, contó Daniela, que nació sin su mano izquierda.

Es la tercera vez que compite en un paralímpico, pero sabe que es la primera vez en la que tiene alguna chance de alcanzar algún podio. Aunque le cuesta pensar en eso, ella lo sabe: en 2013 estableció un récord mundial en los 50 metros pecho y el año pasado, en los Parapanamericanos de Toronto, se llevó cinco medallas. Va en un crecimiento creciente y no quiere saber cuál puede ser su techo. “No me quiero cebar mucho con eso porque la natación es un deporte de tiempo y marca y no puedo hacer nada que modifique el rendimiento de las chicas que estarán al lado mío, pero sé que vine a Río a hacer la mejor marca de mi vida, que es para lo que me entrené”, explicó Giménez, que sabe bien cuál es su objetivo y cuál sería el premio extra que se puede llevar de Brasil. “Si mi mejor tiempo viene acompañado de una final, bienvenido sea. Si hace que esté cerquita del podio, mejor todavía. Y si viene con podio, ya está, cerremos todo y me quedo a vivir acá”, narrró, entre risas y sueños.

Comenzó a nadar cuando tenía sólo cinco años, pero probó antes con muchos deportes que no la cautivaron. La natación sí la atrapó: dentro del agua encontró la tranquilidad que buscaba en su vida y en el vértigo de la competencia el motor para buscar siempre un nuevo objetivo. Después de un breve paso por Australia, volvió a radicarse en el país y por primera vez en Buenos Aires, después de hacerlo en Resistencia y en Corrientes. Se entrena todos los días en la pileta del Cenard, lugar que tuvo que dejar en el último mes porque le cerraron las puertas. “Con lo que pasó allí estoy bastante enojada. Cerraron a la pileta para hacer arreglos de un problema que venía hace casi un año. Podíamos haber esperado tranquilamente, me pareció una falta de consideración”, contó Giménez, que con todo el equipo argentino tuvo que entrenarse en piletas de clubes privados que eran de 25 metros y no de 50 como las del Estadio Acuático Olímpico de Río.

En Toronto, la medalla dorada que obtuvo en los 100 metros pecho y 50 metros libre, sumado a ser la escolta en los 100 metros libres y el bronce en los 100 metros mariposa y en 200 metros combinados hicieron que Giménez sea mirada con otros ojos en el mundo de la natación paralímpica. Sabe que en el Viejo Continente estarán sus competidoras más fuertes, pero igualmente buscará su primera medalla en alguna de las dos pruebas que aún le quedan por disputar: 50m libre y 200m combinado. “En mi categoría están las mejores de Europa. En Canadá logré esos resultados con las mejores marcas de mi vida y ahora voy a intentar repetirlas, que es mi gran anhelo. Entre la primera y la octava hay menos de un segundo de diferencia, lo que implica que medio error te deja afuera de la carrera, tengo que tener el mejor día de mi vida», detalló Giménez, una nadadora que busca que los Juegos Paralímpicos sean cada vez más masivos. “Ojalá que después del furor de los Olímpicos la gente se enganche con nuestras competencias. Será lindo que se pueda ver aunque sea de a ratitos algo en vivo y que se le de mucha difusión, porque la necesitamos”, agregó.

Fue séptima en Beijing, no logró clasificarse a la final en Londres y ahora en Río va por la vencida. Justamente en Río, donde comenzó toda su historia: en los Parapanamericanos de 2007 se colgó su primera medalla (bronce) en los 100 metros mariposa. “Tengo la experiencia de haber disputado muchos torneos importantes. Ojalá que sea mi momento porque el deporte paralímpico es de alto rendimiento. Le ponemos mucha garra, mucha entrega y entrenamos a un nivel superlativo. Damos un mensaje muy claro: todo se puede. Y queremos más”, se ilusiona una de las promesas argentinas.