Diego Johannesson se prepara para atravesar España en avión, de Oviedo a Lorca, casi mil kilómetros. Es 1 de diciembre, al día siguiente enfrentará al Lorca por la fecha 17 de la Segunda División, y mira el sorteo de los grupos del Mundial de Rusia 2018. El primer rival que le toca a Argentina en el D es Islandia, su selección. Y entonces llegan las notificaciones al celular: son del grupo de WhatsApp de los jugadores de Islandia. Johannesson –24 años, padre islandés de Reikiavik, madre española de Asturias, lateral derecho con características ofensivas del Real Oviedo, titular en el último amistoso de su selección, 1-1 ante Qatar en Doha– no entiende qué escriben, qué dicen. No habla ni lee islandés. Sólo comprende una palabra: «Messi». «Me comunico en inglés –dice–. Estoy yendo a clases para mejorarlo, y me ayudo con el traductor de Google. No lo traduje, pero leí ‘Messi’ y me imaginé que estarían hablando del sorteo».

–¿Qué es un Mundial?

–Cada futbolista, desde pequeño, sueña con jugar una Copa del Mundo. Para cualquiera es lo máximo. No hay otro campeonato. Es un Mundial, y no todos lo juegan. Desde pequeño juntaba los cromos y rellenaba el álbum de jugadores. Sobre todo, intentaba rellenar las estrellas del fútbol español.

–¿Ves tu figurita en el de Rusia?

–Es muy largo esto. Tengo que trabajar muy duro en mi club para poder ir, y si el entrenador decide llevarme, pues bienvenido sea.

–¿Es posible ganarle a Argentina?

–Es el rival más complicado del grupo. Es una de las mejores selecciones de la historia, con muy buenos jugadores. Pero nosotros siempre intentamos ganarle a cualquier selección, por muy «superior» que pueda ser. Siempre vamos a intentar, como venimos haciéndolo hasta ahora. Le podemos ganar a cualquiera.

–¿Cómo juega Islandia?

–El entrenador, Heimir Hallgrímsson, siempre me dijo, en varias charlas, que le gusta parecerse al Atlético de Madrid de Simeone. Cree que es un modelo de juego que en el fútbol actual da resultados, y a las pruebas se remite: el Atlético llegó a dos finales de la Champions e Islandia se clasificó para la anterior Eurocopa y ahora para el Mundial. No es casualidad.

–¿En qué consiste ese modelo?

–Es un sistema defensivo, duro, un poco rocoso, que intenta sacar beneficios de las contras y estar bien plantado, compacto. Lo primero es la defensa y luego, si se puede, atacar. Tiene una cuestión básica, que es que si un compañero pierde la posición, siempre tiene que haber uno que le haga la cobertura. A los laterales nos piden que si un extremo está conduciendo el balón, lo sigas hasta que suelte el pase y luego regreses a tu posición. Es un sistema en el que al final no tienes posesión, porque el entrenador también me ha resaltado que tenemos el 30%, pero que da resultados si mantenemos la portería en cero. España juega a tener el balón, nosotros a defender el gol. Son distintos modos de ver el fútbol.

–¿Cómo se marca a Messi?

–Me imagino que habrá algo especial para el partido. No lo sé. A Messi no hay nadie que lo pare. Se va a intentar. Pero Argentina no es sólo Messi: tiene a Di María, Higuaín, Dybala. Es muy complicado. Obvio que Messi es el que marca la diferencia y que todos vamos a querer la camiseta de Messi. Le diría que prepare 23 camisetas, para los que juegan y no juegan. Y que cuanto más lejos esté de mí, mejor. Ojalá pasemos los dos.

–¿Por qué clasificaron?

–No es fruto de la casualidad que Islandia esté ahora en tan buen momento. Hace años, lógicamente, no tenía buenos equipos porque no se podía entrenar en invierno. La climatología era muy mala. Nevaba, había hielo, y en canchas abiertas, sin techo, era muy difícil entrenar. No se podía. Y desde hace unos años hasta aquí se han hecho pabellones cubiertos para fútbol, para que se pueda entrenar, porque la liga no para en invierno. Eso es la clave del desarrollo futbolístico, que no sólo es la Euro y la clasificación a Rusia, porque en la anterior clasificación mundialista perdimos en la repesca contra Croacia. Fue un pleno desarrollo.

–En tu convocatoria hubo casualidad y causalidad.

–Sí. Es gracioso. Un entrenador argentino que tuve aquí en el Real Oviedo, Sergio Egea, fue el que me cambió el nombre. Estábamos en Segunda B, en la tercera división, cuando debuté en el primer equipo y me dijo: «¿De dónde viene Johannesson?». Le dije que era el apellido islandés de mi padre. Y me dijo: «A partir de ahora, te vamos a llamar Johannesson». Y así me quedó. Le agradezco. Si no me hubiera cambiado el nombre, en Islandia no sabrían de mí.

–Pero en el festejo de tu primer gol hubo una intención.

–Esa semana Islandia se había clasificado al Mundial y yo volvía de una lesión. Justo dije: «Si un día meto un gol, voy a festejar dedicándoselo a Islandia por su pase al Mundial». Y justo esa semana metí el gol, y la afición me siguió con la Viking Clap, ese famoso grito de celebración con aplausos.

–¿Qué te dijeron Juan Forlín y Nahuel Valentini, compañeros argentinos?

–Se pusieron muy contentos de que voy a enfrentarlos. Aparte de Forlín y de Valentini, tengo a Dani Mayo, que es argentino y el ayudante de campo del entrenador. Apenas entré al vestuario y me vio, Dani me dijo: «Os vamos a machacar». Así que ya nos pelearemos.