Evitaron deliberadamente salir en la foto.

Pero los miembros del triunvirato que conduce la CGT participaron esta semana de las reuniones que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, mantuvo con los gobernadores para buscar una fórmula de consenso para la aprobación del Presupuesto 2019.

La llamada «ley de leyes» se ha convertido en la vía de aprobación del ahora renovado acuerdo con el FMI. Su punto de partida pasa por eliminar de un golpe el déficit fiscal.

Una presencia fuerte de la CGT en el cónclave hubiera significado un aval explícito al acuerdo que está en vías de sellarse entre el Ejecutivo y los gobernadores de los más variados tintes políticos, a apenas diez días del paro general de actividades pautado para el 25 de este mes.

Por ese motivo, en las inmediaciones del Consejo Federal de Inversiones, donde se desarrolló la reunión, José Luis Lingeri, uno de los dirigentes del Consejo Directivo de la CGT que acompañó al triunvirato, sintió la obligación de aclarar a la prensa que «no hay vuelta atrás» con el paro.

Sin embargo, según destacaron varios dirigentes sindicales consultados por Tiempo, por el momento, la conducción no viabilizó los pasos formales para que la medida esté firme. Es que el plenario de secretarios generales de la CGT donde se anunció, no es un organismo resolutivo.

De hecho, los sindicatos de base aún no recibieron la notificación de la medida, algo que debería ocurrir luego de que la acción sea ratificada por el Consejo Directivo, que aún no fue convocado.

Ante este escenario, un reconocido dirigente de uno de los sindicatos aeronáuticos que reviste en la oposición a la actual conducción señaló,  en diálogo con este diario días atrás, que «apostaría la vida a que levantan el paro». Porque, se preguntó, «¿cuándo fue impedimento para ellos ser funcional a los intereses de los poderosos?».

Fuentes cercanas al triunvirato confirmaron la participación de los dirigentes en las reuniones por el Presupuesto 2019 pero adelantaron a Tiempo que la intención es reunir a la «mesa chica» en los primeros días de esta semana y convocar a una reunión de Consejo el jueves 20. Además, aseguraron que «el paro no corre ningún peligro» y ratificaron que la modalidad será sin movilización.

Por su parte, Omar Plaini, dirigente del sindicato de Canillitas, miembro del Consejo Directivo de la CGT y animador del espacio opositor nucleado en el Frente Sindical para el Modelo Nacional, consultado acerca de la aparente contradicción entre las gestiones por el Presupuesto 2019 y la ratificación del paro, manifestó que «nuestro sector rechaza el Presupuesto porque está atado a las exigencias, los intereses y el programa del FMI. Ellos tendrán que explicar por qué están negociando».

El dirigente reconoció que «el paro está firme. Acatamos porque somos gremios confederados y algunos estamos en el Consejo Directivo. Pero para nosotros debe ser el comienzo de un plan de lucha. El martes, además, vamos a definir el acompañamiento a la movilización de la CTA», en referencia a la marcha pautada para el 24 en el marco de un paro de 36 horas de la central conducida por Hugo Yasky, que el sector de Plaini acompañará pero sin cese de actividades.

Otro de los sectores que todavía no confirmó su adhesión es el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) que, liderado por el ferroviario Sergio Sasia, el taxista Omar Viviani y el telefónico Osvaldo Iadarola, definirá su actitud el próximo martes en una reunión convocada con ese propósito. Sasia confió a Tiempo que los miembros de la «mesa chica» los convocaron a una reunión para la semana que comienza.

Con todo, existe una lógica que permite explicar la aparente contradicción entre negociar el Presupuesto del ajuste con el Ejecutivo y, al mismo tiempo, sostener la medida de fuerza.

Es que desde el punto de vista de la conducción de la CGT, hoy con la adhesión de una minoría de sindicatos al triunvirato, el paro fue concebido para contener su crisis interna e impedir una fractura más que para enfrentar el ajuste.

Ahora, sin continuidad, buscarán que la medida oficie como un instrumento de desahogo y contención para una clase obrera agobiada por la recesión, la pérdida de poder adquisitivo y los crecientes despidos. «