El asesinato de Ariel Velázquez, de 22 años, baleado el día anterior a las PASO de 2015 le sirvió al gobernador Gerardo Morales para afianzar la campaña de estigmatización y persecución que una vez en el poder descerrajó con furia contra la líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala, encarcelada desde enero de 2016. 

A esa operación política se sumó entonces todo Cambiemos, desde Ernesto Sanz hasta Mauricio Macri. Pero la investigación terminó apuntando a un crimen común y este miércoles el acusado de balear al joven dijo en el juicio que realiza el Tribunal Criminal N°3 que se escapó un disparo cuando intentó robarle marihuana a la víctima.

Dos años y tres meses después del crimen, el juicio por el asesinato de Velázquez se acerca a su final. La investigación descartó toda rivalidad ideológica o cuestiones política como móvil del crimen. 

Durante el juicio, el acusado del homicidio, Enrique Rojas Díaz, confesó: “Yo tenía un fierrito con una punta de unos 15 centímetros y entré a la casa de ‘Caloyo’ para intimidarlo y robarle la droga. Pero no estaba ‘Caloyo’, había otro muchacho que no lo conocía, cuando me vio con el fierrito en la mano sacó de la cintura un arma de fuego, yo solté la punta y me abalancé para agarrarlo”. Ese otro muchacho era Velázquez. “Forcejeamos, sentí la detonación y corrí”, completó el acusado.

Velázquez fue baleado el viernes 8 de agosto, agonizó 11 días y murió. A pesar de que la fiscal Silvia Farall descartó cualquier vínculo político cuando el joven aún estaba internado, Gerardo Morales se montó en esa muerte para hacer campaña: declaró duelo por 48 horas y el cese de actividades partidarias, e instaló una operación política para inventar un clima de violencia política y demonizar a Milagro Sala, a la que se sumó todo Cambiemos.

El entonces senador y candidato a gobernador dijo a los medios que sospechaba que el asesinato era «un crimen político» y apuntó a Sala: «había sido agredido por militantes de la Tupac Amaru», justificó.

El propio candidato presidencial Mauricio Macri, acusó por Radio Mitre a Cristina Fernández de “encubrir a sus socios” de la Tupac y, yendo más a fondo, Patricia Bullrich tuiteó: “Hacemos responsable a @CFKArgentina sobre conducta violenta de @SalaMilagro que se llevó la vida de Velazquez”.

La UCR utilizó el crimen como parte de la campaña política de 2015. «Estamos desolados por el asesinato de Jorge. La violencia domina en Jujuy. Exigimos esclarecimiento y justicia», escribió en twitter el senador nacional y titular del Comité Nacional de la UCR, Ernesto Sanz. Y en diálogo con Radio de la Ciudad / La Once Diez completó: «no dudo en calificar esto como un crimen vinculado a la violencia política que impera en Jujuy».

La juventud radical convocó a marchar. El ejército de trolls hizo lo suyo e instaló el hashtag #MilagroSalaAsesina que aún todavía repiten en Jujuy. Todas las declaraciones quedaron registradas en La Nación y Clarín que instalaron el asesinato bajo el rótulo de “violencia política”.

Morales logró instalar que Velázquez, que militaba para el candidato a intendente radical de San Pedro, Julio Bravo, había sido asesinado por odio político luego de estar repartiendo boletas en la veda del sábado. La operación le sirvió al gobernador para estigmatizar a su principal opositora y llevar votos para su molino. 

El 23 de noviembre concluirá el juicio oral y el Tribunal leerá la sentencia contra Rojas Díaz y otros cinco acusado, ante las fiscales Farall y Delia Ortiz, y el querellante Eduardo Vergara, el abogado de Morales en el juicio por los “huevos” en el que fue condenada Sala en diciembre pasado.