Hasta hace poco tiempo, el empresariado lucía la camiseta de Cambiemos prácticamente sin excepciones en todas las oportunidades que se les presentaban. Pero el derrotero de la política económica y la efervescencia preelectoral hicieron crecer la lista de arrepentidos, al calor del debate sobre lo que se viene en materia de política y, por supuesto, economía. 

Es preciso aclarar que la mayoría sigue en la tribuna del ultramacrismo y resiste la posibilidad de cambios en el mando político, en especial si se trata de un hipotético retorno de Cristina Fernández. Pero, frente a la recesión, y ante los resultados de algunas encuestas, los hombres de negocios ya empezaron a preguntarse sobre una posible vuelta del peronismo kirchnerista, las condiciones del vínculo con ese gobierno y el futuro del terreno que ganaron al cabo de tres años de ajuste.

Gustavo Grobocopatel, conocido también como el Rey de la Soja por el peso de su corporación familiar en el negocio de ese cultivo, se vio envuelto esta semana en una polémica con sus pares ruralistas después de afirmar, en una entrevista con la AM 530, que no se siente preocupado ante una posible vuelta de Cristina Fernández al poder.

«No me preocupa que vuelva Cristina. Esperemos que lo haga con otro entorno», fue la declaración que sonó a una promesa de paz a cambio de algunos gestos políticos.

Grobocopatel definió la gestión macrista como de «mala calidad» y utilizó la misma frase para calificar los gobiernos de Fernández de Kirchner. Sin embargo, en este último caso dejó una ventana abierta al diálogo, lo que terminó por inquietar a la Sociedad Rural (SRA).

Daniel Pelegrina, presidente de esa tradicional federación patronal, le respondió con una apelación a la memoria del conflicto por la Resolución 125 en 2008: «Sería un retroceso que volviera el gobierno que no sólo impulsó políticas que destruyeron buena parte de las actividades del agro sino que además tiene una mirada de enfrentamiento al campo».

La respuesta de la SRA motivó a Grobocopatel a corregir sus declaraciones en una entrevista que le concedió el viernes al periodista Marcelo Zlotogwiazda, en la que remarcó que en un escenario de polarización entre Macri y Fernández su opción sería clara: «Voto a Cambiemos sin dudas».

Como única alternativa el dirigente agropecuario se manifestó abierto a considerar opciones al gobierno de Macri, pero a condición de que sean «nuevos rostros», según su definición.

La industria, que con vaivenes fue siempre el reducto de las pocas críticas empresariales al macrismo en el poder, ratificó sus quejas con declaraciones del vicepresidente de la UIA, Guillermo Moretti, quien calificó una posible ratificación de Cambiemos en 2019 como un «suicidio de la sociedad argentina», y un duro pronunciamiento del expresidente de esa entidad, Héctor Méndez, que se confesó «profundamente decepcionado» por el gobierno de Macri.

La confianza de las empresas trasciende las declaraciones mediáticas. En octubre la inversión real cayó un 15% comparada con el mismo mes del año pasado, según datos del consultor Orlando Ferreres, un hombre que no puede ser juzgado como antimacrista. En los primeros diez meses de 2018 la caída fue del 2,3 por ciento. 

La expectativa de los ex billonarios

Una semana antes, el empresario Eduardo Costantini, dueño del complejo Nordelta y de la corporación Consultatio, había lamentado la suerte de los que por culpa de la crisis dejaron de ser «billonarios». 

Lo bizarro de la frase tapó el hecho que Costantini fue sorprendentemente crítico con el efecto de la política económica en los números de las grandes empresas.

También pasó de largo su posición sobre Cristina: «Me gustaría escuchar qué haría con el FMI», reconoció al programa Fuera de Agenda, de Radio Led, abriendo el juego con ciertos condicionamientos, al agregar que «el próximo presidente no puede patear el tablero». En resumen: la vuelta puede ser posible pero hay que sentarse a conversar.

La propia expresidenta pareció corresponder al tono dialoguista de empresarios como Costantini cuando destacó días atrás la rentabilidad de las empresas durante su gobierno.

En su presentación en el Congreso de Clacso apeló a términos lo suficientemente elocuentes para recordar que las firmas privadas «se la llevaron en pala», en un discurso en el que la voluntad negociadora y la apertura a los consensos quedó de manifiesto en varias oportunidades. A buen entendedor, pocas palabras. «