A Jorge Valdano lo seduce todo aquello que requiera un marcado atrevimiento intelectual. El trabajo artesanal, denodado, lo arrastra a sentarse cada día, desde hace años, frente a un teclado para escribir todo eso en lo que cree. «Hay otra manera de disfrutar que implica un esfuerzo que produce luego satisfacción, y eso lo encuentro en la escritura. Hoy lo que más me gusta es escribir», dice el campeón de México 86. Antes de volver a España y de paso por Argentina para presentar Fútbol, el juego infinito –su último libro–, el ex delantero del Real Madrid habla, a solas, con Tiempo.

–¿Cómo ve al fútbol argentino?
–Es muy difícil en estos momentos saber qué es el fútbol argentino. La AFA está intervenida con una Comisión Normalizadora, señal de que venimos de la anormalidad, y con un entrenador que pareció buscarse en un circo de tres pistas, en donde al mismo tiempo se reunieron con uno, con otro. No hay AFA, no había entrenador, no hay líder futbolístico y todos se han ido voluntariamente: Martino dijo adiós, Messi dijo adiós y eso es imposible saltárselo cuando uno pretende hacer un análisis. Hay una historia, hay una cultura y hay grandes futbolistas jugando en grandes equipos, porque eso también es el fútbol argentino, pero no tenemos ni un estilo reconocible ni una estructura organizativa. Da la sensación de que el fútbol argentino, en estos momentos, son sólo cosas sueltas.
–¿Qué le genera que hayan buscado desde Bielsa a Ramón Díaz para terminar en Bauza?
–Para no ser irrespetuoso me pareció extravagante. El fútbol mundial ha tenido dos revoluciones en los últimos 25 años. Una de ellas la ha comandado Arrigo Sacchi, en Milan, hace ya más de 20 años. Hace poco le hicieron una entrevista y marcaba como uno de los referentes mundiales a César Luis Menotti. La otra revolución es la que está protagonizando Pep Guardiola, que antes de empezar a ser entrenador vino a Argentina a hablar con Menotti. Resulta, entonces, extravagante que aquellos que han comandado revoluciones mundiales piensen en un tipo como Menotti y aquí, que estamos necesitando de una normalización, no acudamos a una opinión de ese tamaño. Soy de la idea de que la gran transformación del fútbol argentino la llevó adelante Maradona desde la acción y Menotti desde lo ideológico. Ellos son los que tienen hasta fuerza simbólica para hacer fuerte a una situación como la que se está viviendo.
–¿Qué le parece Edgardo Bauza como entrenador?
–Lo conozco de la época de las Eliminatorias para el Mundial de Italia 90 y nos hemos encontrado alguna vez en Madrid porque él se interesó en el funcionamiento del Real. Es un hombre muy comprometido con el fútbol. Es una garantía de persona y tiene que convencer a Messi con un proyecto. Ojalá que en la Selección, donde hay tantos recursos, pueda elegir entre distintas ideas y la suya se parezca a la del fútbol argentino. No he visto lo suficiente a sus equipos como para analizarlo, ni a San Lorenzo, más que cuando jugó contra Real Madrid en Marruecos.
–¿Por qué cree que no se los consulta a Messi, a Menotti, a usted?
–No lo sé, como tampoco sé cuál es el criterio imperante. Hay tanta confusión… El fútbol argentino necesita una revolución formativa, como la que vivió España en los últimos 25 años, la misma que está viviendo Alemania ahora. Tenemos un problema descomunal con la violencia, tenemos problemas con la infraestructura, con los estadios, con la organización de la AFA. Pero, claro, además de todo eso, hay un problema muy grande que es el económico. Y cuando hay apremios de ese tipo es muy difícil pensar en términos estratégicos. Lo urgente es pagar mañana y eso no permite que se piense con cierta perspectiva.
–¿Hay espacio para un Marcelo Bielsa en el fútbol argentino?
–Si tiene energía, Bielsa me parece un entrenador sanísimo, por conocimiento, por pasión, por honestidad. Son todos elementos que en su caso están hasta exagerados. Siempre digo que hay entrenadores que le hacen bien al fútbol de un país y hay otros entrenadores que le hacen bien a un país. Bielsa, en su caso, es del segundo grupo.
–¿Cómo imagina que debe ser trabajar hoy en la Selección?
–Debe ser muy difícil. Uno no puede más que apiadarse de lo que ha vivido Martino en estos últimos dos años. Si no te pagan, si no hay nadie cerca del entrenador para darle respaldo organizacional y afectivo, resulta complejo soportar la tremenda presión del fútbol argentino.
–¿Cómo ve al Vasco Olarticoechea al frente de la Selección en los Juegos Olímpicos?
–El Vasco estará a la altura del desafío. Es un tipo trasparente y fue un jugador de personalidad e inteligencia. No subestimemos a aquellos que tienen una historia detrás. En Argentina hay un conocimiento acumulado que es infinito. Alcanza con entrar a un bar de pueblo y sentarse a una mesa para darse cuenta de que este país sabe mucho de fútbol.
–¿Cómo se explica, entonces, que en un país que sabe mucho de fútbol, todavía haya espacio para las críticas a Messi?
–Porque vivimos un tiempo en el que amamos más el resultado que el juego. Es algo increíble que estemos en una situación tan precaria, como la que vivimos en estos momentos, cuando acabamos de jugar tres finales consecutivas. Somos tres veces subcampeones, dos de ellas por penales, y sin embargo es como que nadie se anima a opinar en contra del resultado. A Menotti y a Maradona les debemos esto de que ser segundos sea una catástrofe… Me parece que es el momento de meter un poco de reflexión en medio de tanta emoción.
–¿Se puede caer más bajo?
–Yo nunca he visto una cosa igual. Estamos ante algo insólito, incluso como espectáculo internacional. La famosa votación de la AFA fue algo que nos ha retratado y, con toda razón, aquello dio la vuelta al mundo.
–¿Qué cree que sintió Messi para decir que se iba de la Selección?
–Me parece que había más que bronca, como una especie de desesperación. Era una situación que había sobrepasado su límite. Mi sensación es que salió del vestuario con un peso insoportable sobre sus hombros y que lo soltó en el primer micrófono que vio. Fue como si dijera: «Miren, tengo este peso, no lo aguanto más, aquí lo dejo.» Además en un discurso simple, bien tirado, relajado. Sería tremendo para el fútbol argentino privarnos de un talento de esa magnitud. Espero que el tiempo vuelva a colocar las cosas en su lugar y que Messi sea otra vez un recurso que nos dé esperanzas.
–¿Esa ausencia puede ayudar a que los argentinos que lo critican se den cuenta de la importancia real que tiene?
–Creo que sí, y de hecho en alguna medida eso ha ocurrido. Lo que sucede es que estamos en un mundo en el que hay una minoría ruidosa que se termina haciendo cargo del relato. Y hay una mayoría silenciosa que, cuando se dan situaciones de este tipo, de carácter límite, pues empiezan a tener voz. Y de esa manera compensan un poco los atropellos dialécticos de aquellos que te dicen una barbaridad en Twitter y que firman como Aristóteles.

El libro que no fue sobre México ’86

A 30 años de la vuelta olímpica en el estadio Azteca, Valdano mantiene una estrecha relación con sus ex compañeros. De hecho está en el grupo de WhatsApp que crearon los últimos campeones del mundo en el que la foto es, justamente, la copa. En México, en la concentración en el Club América, el autor de un tanto en la final ante Alemania encontró la forma de distenderse escribiendo un diario íntimo.

–¿Cómo fue eso?
–Durante todo ese Mundial hice un diario personal en el que escribí toda aquella experiencia. Pero cuando terminó el certamen, en la última de esas famosas reuniones que teníamos, hicimos un compromiso de no hablar nunca jamás de los detalles de esta historia. Y hace algunos años leí todo aquello que había escrito y me dio miedo tener algún día la tentación de publicarlo. Entonces lo rompí, lo tiré. Hoy estoy arrepentido (se ríe). Pero lo hice, ya está.
–¿No quedó ninguna copia? Hubiera sido una reliquia…
-No, nada, además lo tenía todo escrito a mano, con tachones, donde estaba todo, hasta lo que cantábamos en el autobús. Ese diario hoy hubiera tenido mucha relevancia.
–Era para un museo.
–Sí, digamos que sí. Aparte la memoria a veces hace trampa, es la verdad, y cuando lo releí, 20 años después, me sorprendió: había cuestiones que en mi cabeza estaban armadas de otra manera.
–Por ejemplo…
–Pues algunas de las cosas que dijimos en esas reuniones, quién dijo qué, en qué momento. Hubo reuniones relevantes y ahí estaba todo escrito. Todo. Absolutamente todo.