Más por intereses electorales que por pasiones políticas, en Juntos por el Cambio identifican tres momentos para hablar del “fin de la tregua con el gobierno por la pandemia” y justificar el endurecimiento de sus posiciones para los próximos tres meses del año. En el Congreso, los diputados del principal conglomerado opositor sostienen que los puentes se rompieron en la sesión del 1° de septiembre. Ese día fue renovado el protocolo de sesiones mixtas con el acuerdo del Frente de Todos, bloques provinciales y el lavagnsimo. El interbloque conducido por el cordobés Mario Negri se negó a apoyarlo y protagonizó un escándalo en el recinto, con 94 legisladores que se sentaron en sus bancas y luego impugnaron la sesión en la Justicia.

En la Cámara Alta, los cambiemitas aseguran que la situación se agudizó poco antes de ese round. Desde que el presidente Alberto Fernández envió el proyecto de reforma judicial. A pesar de las advertencias opositoras, el oficialismo aplicó su mayoría propia de 41 votos para darle el trámite más rápido posible y dejarla en el área chica de Diputados, donde está hace casi un mes. Cerca del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, aportan otro momento cercano. Aluden a la quita de dos puntos de coparticipación federal a la Ciudad de Buenos Aires que ordenó Fernández el 9 de este mes para reorientar esos recursos a la provincia de Buenos Aires. Y  con eso  financiar el aumento salarial que terminó de desarticular la rebelión de los efectivos de la Bonaerense que Cambiemos intentó capitalizar hasta que la protesta escaló demasiado. 

A pesar de los matices, todos los consultados coinciden en el mismo diagnóstico: los tiempos de los buenos modales por la crisis sanitaria llegan a su fin. Se acerca el momento de ordenar tropas y discursos para la contienda electoral del año que viene. La perspectiva se incrementó por la caída de la imagen presidencial en las encuestas. Una especulación inconfesable en términos públicos durante los días más álgidos de un aislamiento social que lleva seis meses, pero forma parte de la cotidianidad de senadores, diputados, intendentes y gobernadores de todos los pelajes políticos.

Los oficialistas signan sus esperanzas en una pronta salida de la pandemia y esperan que un eventual rebote económico reduzca los impactos negativos del desgaste que les impone la cuarentena. Para sus adversarios de Cambiemos ese camino es una realidad lejana que está sembrado de obstáculos políticos y económicos que buscarán exprimir para potenciar el contacto y la representación con sus votantes.

Cerca de la exgobernadora María Eugenia Vidal coinciden con el análisis larretista. Los calentamientos electorales se adelantaron con la pelea por la coparticipación para la Ciudad y se agudizarán con el proyecto que ya ingresó al Senado para reducir aún más esos giros de la Nación y circunscribirlos a los gastos de la Policía Federal transferida en 2016. Cerca del alcalde porteño tienen una esperanza en la intervención de la Corte. Creen que “saldrá en diagonal con una iniciativa para acercar partes y abrir una negociación entre Nación y Ciudad”, evaluó una alta fuente del Ejecutivo porteño.

El rol del máximo tribunal genera intrigas en la Casa Rosada desde que su presidente, Carlos Rozenkrantz, convocó este próximo martes para “un acuerdo extraordinario” y tratar los recursos presentados por los jueces Germán Castelli, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, cuyos traslados fueron dispuestos por Macri y anulados por el Senado la semana pasada. En Cambiemos esperan que desemboque en un conflicto de poderes con el Legislativo como preludio de la sentencia que espera Larreta para contener la quita de coparticipación.

“Esa decisión del presidente aceleró la grieta que queríamos evitar. Nos debilitó a nosotros como parte de un sector más colaborativo de Cambiemos con el Gobierno”, analizó un exministro de Vidal que mide ese cambio dentro de la alianza opositora desde que el extitular de la Cámara Baja, Emilio Monzó, pidió que el expresidente Mauricio Macri y la vicepresidenta CFK se jubilen para permitirle protagonismo a una nueva generación de dirigentes. El planteo tuvo más resistencias que apoyos dentro de Cambiemos. Quedó diluído ante un ala dura que viene de promover tres banderazos contra el gobierno y apuesta a redoblar la presión ante cada traspié del oficialismo. En rigor, el ala dialoguista de Cambiemos se disipa cuando el sector más duro se amotina detrás de lo que considera un desacierto del gobierno y percibe que el desgaste puede acelerarse.

La escena se repetirá en Diputados con el impuesto a las grandes fortunas que este viernes obtuvo dictamen de mayoría en la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Si no fuera por la pandemia estaría en condiciones de pasar al recinto, pero el interbloque de Cambiemos pidió que sea tratado en forma presencial, al igual que el presupuesto 2021 y la reforma judicial. La solicitud fue presentada esta semana y obliga al presidente del cuerpo, Sergio Massa, a contabilizar quiénes estarán presentes para saber si superan la capacidad sanitaria máxima prevista de 90 personas dentro del recinto y en los tres balcones que rodean el hemiciclo. Si el total es superior a ese número, Massa deberá buscar un lugar alternativo fuera del Congreso, una posibilidad muy resistida por el oficialismo y especialmente por el presidente del bloque, Máximo Kirchner. «