La Canasta Básica Total que mide el umbral de la pobreza se encareció 1,1% durante el mes de diciembre.

Se trata del único mes en el año en el que este indicador se ubicó por detrás de la inflación general que mide el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Con todo, en el acumulado anual, los bienes y servicios que componen la canasta que necesita una familia tipo para no ser considerada pobre se encarecieron un 52,9% mientras que los precios generales de la economía lo hicieron en un 47,7%.

De este modo se confirma la tendencia que señala que la suba de precios afectó en particular a las personas con más bajos recursos motivada por el carácter inelástico de los productos que consumen como los alimentos, el transporte y la energía. En términos concretos la canasta de pobreza subió 5,2 puntos por encima de la inflación. Ese sólo hecho permite inferir que las cifras de pobreza que se publicarán en marzo debieran elevarse con relación al último dato oficial conocido del 27,3% relativo al primer semestre de 2018.

Por su parte, la Canasta Básica Alimentaria que mide el umbral de indigencia y está compuesta por los alimentos que reúnen las calorías que biológicamente necesita un ser humano para sobrevivir,  se encareció un 0,7% acumulando una suba anual del 53,5%, 5,8 puntos por encima del IPC.

Sin embargo, para determinar el impacto real de la suba de los precios de las canastas básica y alimentaria no alcanza con compararla con la inflación puesto que los ingresos de la mayoría de la población tampoco acompañaron la suba de precios. A modo de ejemplo, en diciembre, el salario mínimo vital y móvil que perciben alrededor de medio millón de asalariados y que representa el doble del valor de los ingresos de alrededor de 400 mil beneficiarios de programas dependientes del Ministerio de Desarrollo Social, llegó a los $11.300. Así las cosas, en ese mes, se necesitaron 2,25 salarios mínimos para cubrir el valor de la Canasta Básica Total (en noviembre, antes del último aumento, se precisaban 2,65) cuando en abril de 2016 la relación era de 1,86 y llegó a 1,65 en enero de 2017 cuando el salario mínimo llegaba a $8.060 y la Canasta Básica Total se situó en $13.323.

Dicho de otra forma, en apenas dos años,  los trabajadores que perciben el mínimo en la Argentina perdieron un 36,5% de poder adquisitivo con relación a los bienes y servicios que componen la canasta de pobreza.