«Esta ruptura del tejido social duele mucho. Hemos puesto en una balanza el miedo y el amor a nuestros desaparecidos e indudablemente la balanza se inclina hacia el amor a los seres que hemos perdido», fueron las palabras de la defensora Miriam Rodríguez en su último discurso público, realizado el 26 de abril en Álamo, Texas, durante la Caravana contra el Miedo. Quince días después la activista fue asesinada.

Desde 2012 Miriam inició la búsqueda de su hija, quien fue secuestrada y posteriormente asesinada. Los restos de Karen Alejandra fueron encontrados dos años después por su madre, quien además del cuerpo dio con los autores del crimen.

Conocer el dolor y la impotencia de la desaparición y asesinato de un ser querido forjó en Miriam Rodríguez la necesidad de acompañar a otras madres en busca de sus hijos e hijas.

Como integrante de la Comunidad Ciudadana en Búsqueda de Desaparecidos en Tamaulipas, trazó un nuevo camino de víctima a defensora. «Estamos viviendo un cáncer por la violencia, debido a la delincuencia ha habido familias fracturadas, separadas y hoy por hoy no sabemos sus destinos […] «Todas las familias tamaulipecas no podemos tener paz, ni cerrar círculos de dolor en nuestras vidas mientras no sepamos el destino final de nuestros desaparecidos», expresó Miriam Rodríguez acompañada de otras madres y activistas.

La fuga de uno de los presuntos asesinos de la hija de Miriam a finales de marzo, elevó el nivel de riesgo de la defensora sin que las autoridades estatales y federales tomaran acción para salvaguardar su vida e integridad física. A pesar de sus peticiones, las autoridades desoyeron sus suplicas, lo que terminó con un daño irreparable.

El acto de un asesinato a quemarropa contra la defensora, se repitió cinco días después contra el periodista Javier Valdez en el estado de Sinaloa. Con dicho acto, se suman en México seis asesinatos contra periodistas en lo que va de este 2017.

Según la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) en el sexenio de Enrique Peña Nieto al menos 27 periodistas han sido asesinados debido a su labor informativa. En este año Filiberto Álvarez (Morelos), Máximo Rodríguez (Baja California Sur), Ricardo Monlui (Veracruz), MiroslavaBreach (Chihuahua), Cecilio Pineda (Guerrero) y el 15 de mayo Javier Valdez.

Entre 2010 y 2017 la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) recibió 798 denuncias por agresiones a periodistas, de las cuales 47 fueron por homicidio. El organismo sólo obtuvo tres sentencias condenatorias. La impunidad en que permanecen los crímenes cometidos contra periodistas es casi total,“es la intemperie más letal», dijo recientemente el periodista Adrian López luego del asesinato de Javier.

«No se mata la verdad matando periodistas», «nos están matando», «no al silencio» son algunas de las consignas que comunicadores/as reiteraron luego de conocer que un nuevo periodista fue asesinado.
Al menos 186 profesionales de la comunicación de 69 medios independientes en México -en su mayoría corresponsales extranjeros- condenaron recientemente el asesinato de Javier Valdez, quien además dirigir el semanario RíoDoce, era corresponsal del periódico nacional La Jornada ycolaboraba con la AFP.

La principal exigencia al presidente de México Enrique Peña Nieto por parte del gremio periodístico es justicia y no más impunidad.

Si bien en nuestro país existe un Mecanismo para la Protección de Periodistas y Defensores de Derechos Humanos y de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión (FEADLE) dichas instancias no cuentan con los recursos necesarios, el personal capacitado ni mucho menos con la voluntad política para responder de manera inmediata y eficaz.

Los recientes asesinatos contra periodistas en México cimbró las estructuras de poder, que aunque «llegan tarde» -como lo refirió RSF- son indiscutibles las acciones que tienen que tomar para garantizar el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la información de la ciudadanía.

Lo cierto es que tanto las y los periodistas, como la ciudadanía en general estamos hartos de las promesas, del discurso, de la simulación y la omisión de las autoridades que como el propio Javier Valdez dijo, pareciera que «ser periodista en México es como firmar parte de una lista negra. Queremos un país mejor, un país donde la libertad de expresión, la igualdad de género, la tolerancia no sean sólo parte de un discurso político, de una retórica sucia, vieja e inútil».

En su libro Narco periodismo Javier Váldez nos deja su esencia y aquello por lo que lo hemos de recordarlo, lo que nos impulsa y que nos compromete a estar, visibilizar y acompañar a las víctimas de un sistema fallido.

«Quiero con este libro yo Javier, dar voz a mis compañeros periodistas mujeres y hombres con dolor y pasión, a quienes guardan silencio y a quienes silenciaron ya, a los que les quemaron la esperanza, a quienes se esconden y se entregan; a los que soñamos y nos derretimos en la noche agobiados pero despiertos frente a las teclas acompañados por el latido incesante de nuestro corazón, de nuestra pluma, de nuestro viejo y leal cuaderno. Darle voz a los y las que aguantan la indolencia de empresarios y funcionarios y aún así redactan su verdad. A los del mitin y las marchas a los de la detención y el discurso oficial, los que eligen la garganta de la noche como último recurso para no morir, los que dicen con sus fotografías quiero vivir, trabajar, sentir.

Eso queremos.