No era la primera vez que los británicos corrían la fecha para irse de la Unión Europea. Pero este Halloween hasta hace unos días iba a ser la Noche de Brujas definitiva. Sin embargo, “pasaron cosas” y el premier Boris Johnson y los «separatistas» tuvieron que recular ante una multitud que reclamó un nuevo referéndum el día en que el Parlamento votaba el último acuerdo alcanzado entre Londres y Bruselas.

Pocas veces en la historia moderna un país se metió en un callejón sin salida como el que el Reino Unido padece desde que David Cameron tuvo la “brillante” idea de someter a consulta popular la permanencia de esa nación en la comunidad continental. Desde entonces, esa mínima diferencia expresada en las urnas el 22 de junio de 2016 -apenas 3,8% sobre 33,5 millones de electores- se hizo sentir.

Es que se trata del reclamo de grandes sectores del reino que por la cantidad de votantes, no pudieron obtener un resultado favorable pero que habían votado para quedarse: escoceses, norirlandeses, londinenses,que masivamente se habían inclinado por permanecer.

Ante tan intrincada situación, Johnson lo intentó todo, hasta incluso suspender el Parlamento para no tratar el asunto hasta tener el hecho consumado en esa fecha final, que se debió cumplir hoy jueves.

Pero no hay plafond para nada. Es una suerte de jaque perpetuo sin posibilidad de tablas, por lio que por ahora solo queda patear para adelante. El llamado a elecciones anticipadas para el 12 de diciembre puede poner un poco de claridad en el asunto.

No será una nueva consulta, como piden esos sectores afectados por una decisión contraria a sus deseos, pero eso dependerá de como caigan las fichas dentro de 42 días.

«¿No ha habido Brexit? ¡No es culpa mía!», se defendió Johnson, que había llegado al 10 de Downing Street en reemplazo de Theresa MAy con la promesa de no pasarse de este jueves adentro de la UE.

«A pesar del excelente nuevo acuerdo al que he llegado con la UE, Jeremy Corbyn se ha opuesto a que esto suceda y ha preferido más indecisión, más aplazamientos y más incertidumbre para las familias y las empresas», despotricó el polémico primer ministro, tirando culpas hacia el jefe de la oposición laborista.

«Boris Johnson ha pasado meses prometiendo que hoy saldríamos de la UE. El es el único responsable de que no se llevara a cabo», replicó Corbyn en un tuit.

Los laboristas esperan poder negociar su propio acuerdo antes de someterlo a referéndum. «El partido laborista resolverá el Brexit dando la última palabra al pueblo en un plazo de seis meses, para que pueda elegir entre un acuerdo de divorcio creíble y permanecer dentro (de la UE). Y cumpliremos lo que se decida», prometió Corbyn.

En los primeros debates electorales tras la convocatoria a elecciones del martes,  Johnson defendió su programa. La oposición aprovechó para cuestionar las dificultades del sistema de salud, uno de los sectores del aparato estatal que podrían sufris consecuencias tras el brexit.

El primer minostr prometió «invertir masivamente» en el servicio público de salud (NHS, en educación, infraestructuras y policía, y predijo «un futuro más radiante» luego del controvertido divorcio. «La única manera de realizar un gran Brexit es votar por este partido y este gobierno», dijo.

 Los empresarios, en tanto, se mostraron preocupados por la incertidumbre. «Estas elecciones en invierno deben arrojar un aire primaveral a nuestra economía letárgica», dijo a la agencia AFP Carolyn Fairbairn, directora ejecutiva de CBI, la mayor central patronal del Reino Unido.

Las dirigencias empresariales se sienten más cómodas con los conservadores de Johnson ya que visceralmente detestan Corbyn, que representa el ala izquierda del Partido Laborista. «La verdadera pregunta es: ¿socialismo, sí o no?», deslizó un editorial del diario de negocios de Londres, City AM.

“Es la oportunidad única en una generación de transformar nuestro país, de enfrentarnos a los intereses adquiridos que impiden a la gente avanzar, y de asegurar que ninguna comunidad quede relegada”, respondió Corbyn  en un mitin en Battersea, al sur del Támesis, donde se presentó bajo su slogan de campaña “Para los muchos, no los pocos”.

El candidato laborista no tuvo reparos en dar nombre y apellidos de quienes están del otro lado de su vereda, a los que calificó de, “defraudadores fiscales, “caseros poco fiables, jefes malos” y “contaminadores”. Entre ellos mencionó a Hugh Grosvenor, el 7º Duque de Westminster; el millonario Mike Ashley;  el magnate de la comunicación Rupert Murdoch y sir Jim Ratcliffe, presidente del grupo químico Ineos.