La misma India que sorprendió durante la primera ola de Covid-19 con el control relativamente exitoso de la crisis, se debate hoy en un desastre sanitario con pronósticos que sólo son pavorosos. Veamos: se registraron más de 6,2 millones de contagios en abril. Sólo en las últimas 24 horas acumuló 402.110 nuevos casos, junto con 3522 fallecidos, una cantidad sólo comparable con la de Brasil, que horas antes había arrojado 3019 muertos, aunque con la quinta parte de casos, 77.266. El total de casos registrados en el país asiático desde el comienzo de la pandemia asciende a más de 19,2 millones, sobre 1336 millones de habitantes: sólo es superado por los 33 millones que acusa Estados Unidos, claro que con una población calculada en 330 millones. Todas las cifras que atañen a la población en India son desmesuradas, pero reales.

Cómo no mencionar que el sistema sanitario colapsó por completo, que la falta de camas es una calamidad dentro de otra sumada a la escasez de medicamentos y el colapso de oxígeno. La cantidad de fallecidos requiere de piras colectivas para incinerarlos. Los investigadores ya advierten que con semejante cantidad de contagios en un sistema derrumbado, la replicación de nuevas cepas es inevitable, lo que conlleva un nuevo foco de enorme riesgo.

“La situación en la India es más que desgarradora y la OMS está haciendo allí todo lo que está en sus manos”, aseguró su director, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus. El organismo dispuso 2600 expertos y auxiliares en la región. “Lo que hemos visto en India es claramente el resultado de que muchas personas hayan bajado la guardia», señaló Udaya Regmi, uno de los director de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. «En un momento determinado, la primera oleada estuvo casi bajo control, y la gente lentamente dejó de cumplir medidas básicas y críticas para salvar vidas, como usar una mascarilla», advirtió.

Una de las paradojas es que India es uno de los mayores fabricantes de vacunas del mundo, pero no tiene suficientes existencias para inocular a su propia población.

Prakash Singh / AFP

Es una de las mayores críticas que se le hace al primer ministro Narendra Modi. Pero no la única. Hace pocas horas Twitter accedió a las presiones del gobierno y suspendió temporalmente las denuncias contra el mandata-rio por haber celebrado mítines políticos sin restricciones. El último fue hace dos semanas en Bengala Occidental, cuando le dijo a la multitud: «Nunca antes había visto tanta gente en una manifestación». Es que en marzo se inició un proceso de elecciones regionales que convocan a 187,2 millones de indios en la nororiental Assam (23,2 millones de electores), la mencionada Bengala (73,4 millones) y las meridionales Kerala (26,7 millones), Tamil Nadu (62,8 millones) y Pondicherry (1 millón).

Aunque no fue el único líder político y religioso que restó importancia públicamente a la gravedad de la pandemia y convocó a reuniones masivas. Más de 3 millones de peregrinos participaron en la festividad hindú del Kumbh Mela, que se realiza cada doce años, en cuatro regiones en simultáneo (Haridwar, Allahabad, Nasik y Ujjain) y que concluye con un baño ritual en el río Ganges. Además, desde principios de año se suceden protestas de campesinos en rechazo a Ley agraria, que en varias ocasiones fueron reprimidos.

Para colmo se conoció una noticia que causa estupor: las autoridades de Nueva Delhi reservaron 100 habitaciones en el Hotel Ashoka, un hospedaje de lujo, para convertirlo en un centro sanitario de coronavirus para uso exclusivo de los jueces del tribunal superior y sus familias.

Tauseef Mustafa / AFP

Mientras, hace unas horas el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió su apoyo a la India y se comunicó telefónicamente con Modi: “Dígame lo que necesita y lo haremos”, le dijo a quien había tenido buenas migas con el anterior presidente, Donald Trump. La conversación se realizó pocas horas antes que un terrible terremoto de magnitud 6.2, azotara la región de Assam. Las cifras de víctimas son difusas. Lo que en otro momento hubiera sido noticias de grandes portadas, hoy casi no se considera.

Una última referencia: “Para muchos expertos, la grave crisis humanitaria que vaticinan en India puede tener serias implicaciones para el resto del mundo”, dice textualmente un despacho de agenda. “Urge enviar ayuda para atender a los enfermos en el gigante asiático, y acelerar la vacunación en todos los países en vías de desarrollo”, titula con desparpajo uno de los más referenciales matutinos españoles. Para quienes decían que el mundo sería mejor tras la pandemia, la lacerante desigualdad se ahonda como se ahonda la hipocresía.

Un nacionalista hundú

Xinhua

El miércoles 26 cumple siete años como primer ministro. En 2014 obtuvo 117.657.549 votos a favor. En la re-elección del 2019, sacó 229 millones. en un padrón de 907 millones. Narendra Damodardas Modi, conocido como Namo, nació hace 70 años en Vadnagar. Lidera la Alianza Democrática Nacional, dominada por el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party.Las elecciones del 2014 fueron históricas: hacía 30 años que un partido no obtenía mayoría absoluta.

En ambas compulsas superó al joven Rahul Gandhi, sin lazos parentales con Mahatma, pero sí de una familia con gigantesca tradición política, que gobernó la India la mayor parte de su historia.

Modi, graduado de ciencias políticas, se inició en la controvertida Rastriya Swayamsevak Sangh, una organización de ultraderecha, que le da sustento ideológico al BJP. Su figura fue comparada con la del turco Recep Tayyib Erdogan o la del ruso Vladimir Putin. Pesan sobre él, los más de 1000 muertos que en 2002 arrojaron la represión anti-musulmanes en Guyarat, la región que gobernó hasta ser premier.

Durante años fue considerado persona non grata en EE.UU y Europa. Aunque Francia aceptó venderle 36 aviones de combate Rafaele. Con China, las relaciones siempre fueron tensas. Con Pakistán recrudeció el conflicto por Cachemira. En su país no se proporcionan cifras oficiales de tasas de desempleo, aunque según aunque para la FAO un 26% de la población sufre hambre extrema y otro 35% está dentro de los estándares de pobreza, a pesar de que es uno de los principales países exportadores del mundo, por caso de arroz, y en los últimos años acusó un gran desarrollo macroeconómico.

Las curvas que generan terror

Los números registrados en las últimas horas en las web más confiables eran de 152.632.128 ca-sos confirmados y 3.201.593 muertos en el mundo. Por supuesto, esas cifras crecen segundo a segundo. Los valores, si son considerados en una curva en función del tiempo reflejan las dos grandes olas que sufrió la comunidad internacional por la pandemia. La segunda de ellas, en pleno proceso. Justamente el pico, un récord muy particular, de contagiados se registró el pasa-do miércoles con 904.627 casos nuevos en el mundo. Por supuesto que ese crecimiento se vio influenciado con claridad con los números que registra India: ese día 386.828 provinieron del desastre humanitario del país asiático. Claro que más de medio millón de casos corresponde al resto del planeta, lo cual no es para despreciar en absoluto: por ejemplo, en mitad de febrero, cuando las curva de contagios tuvo un pico hacia abajo, el promedio fue de poco menos de 400 mil casos. Ese medio millón, entonces, no es para subestimar, claro. Porque además arrastra otra curva que da escalofríos: la de muertos. Esta semana, se llegó a los 15.649 diarios. Si bien más una tercera parte de ellos se registraron en India y en Brasil, aun así no se llegó a los 17.347 del 20 de enero pasado, el día de un nefasto récord.