El presidente Mauricio Macri cerró una semana cargada de sensaciones contradictorias sobre su relación inestable con el Poder Judicial. La nueva pelea con la diputada nacional, y jefa de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, por el futuro dentro del Gobierno del ministro de Justicia, Germán Garavano, no lo sorprendió, simplemente porque el funcionario expresó el pensamiento “in péctore” del jefe de Estado sobre el futuro procesal de Cristina Fernández de Kirchner, dentro de una disputa feroz en las entrañas de Cambiemos sobre el rol que puede tener la ex presidenta en las elecciones del año que viene. Sin embargo, la noticia judicial que más amargó a Macri, ocurrió este jueves, cuando el Tribunal Oral Federal 2 ordenó concretar una serie de detenciones postergadas por la Tragedia de Once, que incluyeron, entre otros, al ex secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi, al motorman Marcos Antonio Córdoba y al empresario Claudio Cirigliano, ex dueño del Grupo Plaza y ex titular de la concesionaria Trenes de Buenos Aires (TBA).

La caída en prisión del magnate del transporte de pasajeros terminó con una cuenta regresiva que nunca pasó inadvertida para Macri, que mantiene una añeja relación de afecto con el ex hombre fuerte del Grupo Plaza. Tan estrecha, que cuando el líder del PRO llegó a la jefatura porteña, promovió el desarrollo de un colectivo ecológico entre el Gobierno de la Ciudad, la empresa TATSA y la Universidad Nacional de La Plata. En la Casa Rosada eligen negar el vínculo y llegan a omitir “la ayuda” que ese grupo empresario le dispensó a los recaudadores de campaña del PRO durante años.

El vínculo del clan Macri, y especialmente de Mauricio, llega a los dos ex dueños del Grupo Plaza: Claudio y Mario Cirigliano, que han recibido durante “todos estos años”, la solidaridad presidencial sobre el futuro judicial del magnate detenido este jueves. El ex secretario de Transporte, Schiavi, que fue jefe de campaña de Macri durante los comienzos del PRO, no goza del mismo afecto que el líder de Cambiemos les prodiga a los Cirigliano, pero igualmente formó parte de los últimos en ser detenidos luego de que la Cámara Federal les negara los recursos de apelación que presentaron ante la Corte Suprema.

Un mundo sin Ricardo

La persistencia de los familiares de las víctimas del accidente ferroviario (que dejó 51 muertos el 22 de febrero de 2012) pudo más que el lobby judicial que algunos funcionarios le adjudican al Ejecutivo sobre el caso. En la Casa Rosada, fieles a demoler cualquier versión que atente contra la imagen del Presidente, niegan el vínculo de Macri con los Cirigliano con la misma firmeza con la que relativizan la dimensión de la última controversia que mantuvo con Carrió y que podría escalar durante la próxima semana.

Garavano había opinado que «nunca es bueno que se pida la detención o se detenga preventivamente a un ex presidente», porque «no hay elementos para pensar que pueda fugarse o entorpecer la causa». La chaqueña volvió a disparar munición gruesa contra Garavano y amenazó con presentar un juicio político contra el ministro. Durante la bravata, el Gobierno puso en marcha un operativo para bajarle el tono a la controversia, que incluyó el ofrecimiento del ministro para dar un paso al costado, si era necesario. Macri lo confirmó de inmediato, pero dio cuenta del degaste que afronta el Ejecutivo por la nueva novela con Carrió. “Si no lo hace, será la segunda amenaza de juicio político que no concreta, pero creemos que lo hará”, confió a Tiempo un alto funcionario de la cartera de Justicia que vió cierto desgaste en las confirmaciones para mantener a Garavano en el cargo.

En la Casa Rosada confirman que la presentación del pedido de juicio político contra Garavano “es cuestión de tiempo”, porque Carrió se lo avisó a Macri por teléfono en medio de los intentos para contenerla. Fue la misma certeza que escucharon el jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, cuando se reunieron con los diputados de la Coalición Cívica, para bajarle el tono a la pelea que “no escalará sobre la continuidad de Cambiemos”, aseguró un vocero de Carrió.

Mientras evolucione la nueva interna judicial del oficialismo, Garavano buscará retomar su agenda para diferenciarse de la controversia. La primera escala está prevista para este martes, cuando participe del J-20, el grupo de afinidad del G-20, que reunirá a los titulares de las Cortes Supremas de los países participantes de la cumbre. En esa puesta en escena el cortesano Carlos Rozenkrantz estrenará su nuevo rol de presidente de la Corte, en reemplazo de Ricardo Lorenzetti, el blanco móvil de Carrió hasta que abandonó el puesto.

“Ella no plantea que no puede ser titular de la Corte, habla de cuestiones mucho más graves que ya ha repetido en varias oportunidades. En el caso de Garavano, sus declaraciones fueron la gota que rebalsó el vaso, después de que dejara sin efecto la Unidad Amia dentro del Ministerio de Justicia y que le insistiera al Presidente para que le acepte la renuncia al (ex juez federal Norberto) Oyarbide, en vez de dejarlo que afronte el juicio político que tenía en su contra”, explicaron cerca de Carrió.

En la Casa Rosada interpretan la nueva embestida de la chaqueña como un ataque indirecto al Presidente, luego de que se frustrara la posibilidad de presidir la Comisión Bicameral de Seguimiento y Control del Ministerio Público del Congreso, en una sesión donde el macrismo habría hecho un discreto aporte para evitar que su aliada más famosa llegara a ese cargo. «