El conflicto de baja intensidad, que protagonizan el gobierno nacional y un sector de la actividad rural, se sostiene con firmeza. El paso del tiempo no parece desgastar ni la posición del Poder Ejecutivo ni la de los productores agropecuarios. Pero si el gobierno no avanza con su propuesta de segmentar a los pequeños y medianos productores de los más grandes, ayudará a la cristalización de un bloque agrario.

Este escenario comienza a vislumbrarse con más nitidez. Ayer, en Pergamino, una asamblea convocada por la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) puso como fecha límite el 31 de enero para que la administración de Alberto Fernández dé a conocer «definiciones» sobre el tema central de la agenda de Carbap: la presión impositiva y la «instauración» de las retenciones.

En un comunicado posterior a la asamblea, de la que participaron más de 700 productores, Carbap aseguró que, entre las «mociones sugeridas», se encontraba la de «ratificar la negativa rotunda a la aplicación de retenciones» y el «pedido de cese de comercialización». La tercera moción fue «unidad de los productores y la Mesa de Enlace unida».

Esta mención no es casual y hace referencia a los problemas que la aquejan.

Divididos

Algunos aseguran que es por mérito del gobierno, mientras que otros adjudican el resultado a la acción inexorable del mercado; lo cierto es que la Mesa de Enlace no está unida y carece de un programa común.

La suba de las retenciones a las exportaciones de granos dividió al sector rural. La falta de criterios uniformes se vio de nuevo reflejada en la reunión de la Mesa del jueves último en Capital Federal. Sigue primando la prudencia y el diálogo con el gobierno, aunque hay sectores que reclaman acciones contundentes.

Los extremos de estas posiciones están reflejados por las posiciones de Coninagro, de un lado, que plantea no abandonar el diálogo con el gobierno, y del otro Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), en cuyo seno se producen las muestras de descontento más virulentas. Coninagro se sumó al plan Argentina Contra el Hambre; Carbap es el corazón de CRA.

La posición de Coninagro es compartida por los grandes capitales agrarios vinculados a la exportación, que no quieren que medidas de fuerza –como un paro comercial agropecuario– los debilite en un contexto comercial más competitivo por el acuerdo comercial entre China y Estados Unidos. Incluso con este acuerdo en marcha, los precios internacionales han sido mejores que los previstos, y la fuerte exportación de la producción local ha derivado en un alza de los precios internos.

El temor de este sector es que una pelea a fondo con el gobierno derive en una destrucción precoz de este mercado.

El gobierno toma nota de esta realidad al momento de debatir con la Mesa de Enlace. Si hay buenos negocios por proteger, entonces la crisis no es tan aguda como dicen, se asegura en fuentes oficiales con conocimiento del tema.

Es por eso que el gran capital agrario pide a los gritos «un cambio en los liderazgos», a fin de que nuevos hombres encaucen una política que aproveche los negocios sin dejar de enfrentar al gobierno.

Tal vez ello explique por qué hubo una asistencia más reducida que la esperada en la reunión de Carbap y que sólo participara el jefe de Federación Agraria, Carlos Achetoni. Los de Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, y Coninagro, Carlos Iannizzotto, no fueron de la partida.

Pero el retraso del gobierno en la segmentación de las retenciones y en otras iniciativas similares comienza a dar oxígeno a la idea de un campo unido. La semana que pasó, una delegación de productores del NOA que visitó al ministro de Agricultura, Luis Basterra, se retiró con las manos vacías. En algunos sectores agrarios afines al gobierno temen que comience a asentarse la idea de que ya está todo hecho en materia de retenciones y el gobierno resuelva no llevar adelante la segmentación. «