La Cámara de Diputados aprobó, por 152 votos positivos, 75 negativos y tres abstenciones, la controvertida reforma política, que en realidad es la implementación de la cuestionada Boleta Única Electrónica (BUE). El proyecto, impulsado por el oficialismo, también incluyó un par de artículos que garantiza la paridad de géneros en la participación de las boletas electorales. Pero no todas fueron alegrías para Cambiemos, que debió resignar su intención de acotar las elecciones primarias y conformarse a que continúen como en la actualidad.

El proyecto sufrió muchos cambios incluso durante este debate -que consumió más de 12 horas- al punto que Pablo Tonelli, diputado del PRO y presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, escribiera y sobrescribiera más de un artículo. Lo mismo ocurrió al momento de votar el articulado, aunque las modificaciones no fueron fruto de la magnanimidad de Cambiemos: la Constitución exige que cada cambio a la ley Electoral debe ser aprobada por mayoría absoluta, o sea 130 votos y cada apoyo era imprescdindible.

Para la votación en general el oficialismo contó con el inestimable acompañamiento del FR y del Bloque Justicialista que responde a Diego Bossio. Eso sí, estos últimos anticiparon una gran objeción al artículo con el que Cambiemos pensaba modificar la ley de las PASO para impedir que el elector pudiera optar por precandidatos de diferentes partidos o frentes electorales en diferentes segmentos de la boleta.

No fueron los únicos que se opusieron a ese intento que se bautizó como “corralito a las PASO”. También lo rechazaba el Frente para la Victoria, que le dijo que no al proyecto en general y prometió que diría dos veces no a ese artículo. El radicalismo tampoco estaba convencido. En el massismo había diputados que no compartían la intención oficialista y eso disminuía las posibilidades de poder conseguir el número mágico de 130 votos. Los más preocupados eran los representantes de los partidos provinciales que, según lo que planteaba Cambiemos, al no contar con un candidato presidencial, para el 2019, podrían quedar fuera de los comicios.

Tonelli, con muy poco tacto y mucho de honestidad brutal dijo que “mientras sean partidos de distrito no van a tener los mismos derechos que los partidos nacionales, esto va a seguir siendo así. Salvo que se conviertan en partidos nacionales”. Si había alguna posibilidad de conseguir los votos para mantener el “corralito” el propio Tonelli se encargó de obturarla.

Luego intentó un camino intermedio y propuso acortar el artículo original de la ley de las PASO. El diputado salteño del Bloque Justicialista, Pablo Kosiner, fue quien más bregó por rechazar esa posibilidad por entender que si el consenso general del recinto era no modificar las ley de las primarias no tenía sentido hacer un retoque que podría llegar a provocar cuestionamientos en la justicia. Tonelli, con una indisimulable muestra de desagrado, aceptó la recomendación.

El artículo que más votos cosechó fue el referido a la paridad de género. Si bien el Senado había aprobado un proyecto exclusivo sobre este tema, los diputados prefirieron su propia redacción. Fue el artículo 16 y cuando el reloj marcaba las 2.30 de la madrugada del jueves el tablero de Diputados indicó que había obtenido 214 votos a favor, tres en contra y cuatro abstenciones. La mayoría de los diputados se pararon para aplaudir. Los que se opusieron a ese artículo fueron el justicialista Guillermo Snopek (Jujuy), Alcira Argumedo (Proyecto Sur) y Myriam Bregman del PTS. Estas diputadas se opusieron porque el oficialismo rechazó la posibilidad de desdoblar el texto del artículo que incluía, además de la paridad de género, el mantenimiento del piso del 1,5 % de los votos del padrón nacional para superar las PASO, algo que las legisladoras consideraron proscriptivo.

El hecho de que tanto en Senado como en Diputados se votaran proyectos que reconocen la paridad de género llevó a que legisladores del oficialismo consideraran que la actitud de la Cámara alta responde a la intención de “no perder el protagonismo. Fue oportunismo político puro”. Algo de eso se notó entre las seguidoras del massismo que llegaron a la Cámara de Diputados para agenciarse la autoría de la iniciativa cuando en realidad fue una propuesta que atravesó de manera transversal a todos los bloques parlamentarios.

Igual festejaron a los gritos en el salón Juan Domingo Perón o Pasos Perdidos como se conoce comúnmente. Adentro, en el recinto, el debate de los artículos continuaba.

La BUE fue el plato fuerte de la noche, al menos para Cambiemos. El oficialismo logró tejer un acuerdo con el FR y BJ que le permitió superar la cantidad de votos requeridos y así el próximo año se aplicará en todo el territorio del país, aunque sin conocerse el costo que tendrá esa inversión, ya que una elección nacional contiene 120 mil mesas electorales.

Las máquinas, el software y el dinero que deberá entregárse a la Cámara Electoral Nacional, responsable de la auditoría previa, durante y posterior a los comicios, también es un secreto por ahora inexpugnable. El día de los comicios el elector tendrá que enfrentar la máquina sin la posibilidad de conocer su funcionamiento y sin la absoluta seguridad del resguardo de la condición de secreto de su voto. En vano fueron las objeciones y sospechas que planteó el FPV y mucho menos las experiencias a nivel mundial que dan cuenta del abandono de este sistema en los principales países de Europa.

El Frente Renovador buscó, durante todo el desarrollo de la sesión, ocupar el puesto del verdadero hacedor del proyecto. La que mejor lo expresó fue Graciela Camaño, quien durante su discurso se jactó de que su bloque impulsó la idea de quitarle al Ministerio del Interior la conducción de los comicios y de su escrutinio para delegar esa tarea a la Cámara Electoral Nacional. La fuerza y el énfasis que le imprimió a su discurso debe haber generado la envidia de más de un legislador macrista que sufre de la ausencia de diputados con ese nivel de conocimiento, velocidad de pensamiento y fuerza para imponer proyectos.

Cerca de las cinco de la mañana se retiró de Diputados el secretario de Asuntos Políticos e Institucionales del Ministerio del Interior, Adrián Pérez, quien tuvo a su cargo la redacción inicial del texto normativo. Por ahora sólo recorrió medio camino. Ahora tendrá que lidiar con los senadores para que no cambien nada de lo aprobado así puedan tener sanción definitiva antes de que finalice el año parlamentario.

Si Pérez no llega a tener suerte el próximo año la Argentina continuará votando como siempre, con la urna de cartón y la boleta en formato papel.

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