Como suele ocurrir en tiempos electorales uruguayos, las calles porteñas también son motivo de proselitismo, especialmente de parte de dirigentes del Frente Amplio, ya que en Buenos Aires y otras ciudades argentinas, con miles y miles los uruguayos cercanos al actual partido gobernante del otro lado del charco. A sólo una semana de la segunda vuelta de las presidenciales, Juan Castillo, senador del Frente Amplio y secretario general del PC uruguayo, junto a Fernando Gambera, secretario de Relaciones Internacionales del PIT CNT, estuvieron en Buenos Aires mientras Alberto Fernández se reunía en Montevideo con el presidente Tabaré Vázquez y almorzaba en la tradicional parrilla El Berretín, con los candidatos del FA, Daniel Martínez y Graciela Villar.

Arranca Juan Catillo: «Es una elección muy compleja, en un momento complejo de la región que veremos cómo impacta. La derecha utiliza mucho nuestro posicionamiento solidario con los pueblos venezolano, chileno, ecuatoriano y ahora con el boliviano. Tomaron el discurso más reaccionario». Sigue Gambera: «El FA fue el que sacó más votos en las últimas cinco elecciones, aun cuando en las dos últimas electorales ganó en segunda vuelta. A los demás los une el propósito de ganarle al FA, que a su vez está en un proceso de renovación de líderes: ya no los tenemos como candidatos ni al Pepe (Mujica), ni a Tabaré (Vázquez) ni a Danilo (Astori).

–Pero Daniel Martínez tiene amplia experiencia de gestión en Montevideo.

JC: –Sí, es su lado fuerte, como el discurso no es su fuerte frente a un rival como Lacalle Pou (Partido Nacional) que sí tiene oficio parlamentario. Fueron 15 años de golpear, socavar y generar contradicciones. Nos acreditan todos los males del mundo. Hay que ver el papel de los grandes medios de comunicación.

–En estos 15 años gobernaron con los medios en contra.

FG: –Estamos en medio de la batalla y cuando estás en la batalla, se batalla. Por supuesto que luego deberemos hacer un análisis crítico de por qué llegamos a una situación en la que está en peligro nuestra continuidad. No lo hemos descifrado del todo. Es el lógico desgaste que supone haber estado 15 años al frente del Ejecutivo. Pero además, el FA mantiene su electorado fiel que siempre fue del 40 y pico. Hoy apenas superamos el 40. No hay gran diferencia. Sí que una parte del electorado se corrió un poco a la derecha. La izquierda sigue ganando ampliamente entre los jóvenes.

–Si tuvieran que hacer un punteo sobre los grandes cambios que produjo el FA, en estos años, ¿cuáles serían?

JC: –Una afirmación tajante que nadie puede desmentir es que el Uruguay de 2019 está diez, 15, 20 veces mejor que el de 2004. Aquella marcaba un 18% de desocupación: hoy oscila los 7/ 9 puntos; la pérdida del poder adquisitivo era del 32%; la pobreza del 33%, la indigencia del 7 por ciento. Se recuperación fue jamás vista. Las jubilaciones y las pensiones se potenciaron enormemente, se redujo la pobreza al 7% y la indigencia ni puede medirse… La fotografía del Uruguay de hoy incluye políticas de derechos, no es que haya llovido plata pero se le fueron dando las instrumentos a nuestra población. Libertad sindical, negociaciones colectivas, consejo del salario en manos de los trabajadores como el principal instrumento de la distribución más equitativa de las riquezas, y a partir de ahí crecimiento del salario y de las jubilaciones. Los que viven de un salario, que son los más, pasaron a tener otra calidad de vida. Políticas de derechos legislados en materia de diversidad sexual, oportunidades para las mujeres, para los jóvenes, la ley del aborto, las políticas inclusivas… Aplicaciones que hoy parecen obvias, pero en el Uruguay había dos tipos de trabajadores: el de la ciudad y el del interior profundo, que no tenía ley de ocho horas, que no había horas extras… Ni qué hablar en otras cuestiones, como la cultura.

–¿Todo eso está en peligro?

FG: –Sí, no es intuición: antes el militante debía presuponer qué pasaría si ganaba la derecha, que su discurso no era real… Ahora lo dicen. En Uruguay hay sólo dos proyectos de país. O logramos continuar por esta senda, seguir avanzando y corrigiendo errores, hacer el mea culpa, debatir en qué situación estamos y las carencias que tenemos, o retrocedemos 15 casilleros, y nos ponemos a la cola del mundo con las concesiones neoliberales. De las que se va desprendiendo el pueblo argentino, las que no resiste más el chileno o el ecuatoriano. Sólo para tomarnos de uno de los derechos en peligro: el candidato opositor confiesa que va a pegar en el corazón mismo del movimiento sindical. Que sólo negociarán el salario mismo, cuando el 80% de los trabajadores uruguayos negocian siempre más y mejores derechos. No son cosas nimias, son cambios muy fuertes, estructurales. Por caso, el sistema nacional integrado de salud, con tendencia a ser universal al que se han ido incorporando inclusive los jubilados. Otra: hoy Uruguay es el quinto o sexto país más digitalizado del mundo, a partir del trabajo de la ANTel (la empresa de comunicaciones del Estado, que tiene el manejo monopólico de la transmisión de datos) y la implementación de políticas como el Plan Ceibal, para estudiantes y para jubilados, o la creación de las universidades tecnológicas del interior… O tenés un Banco de la República que el FA tomó fundido y desfinanciado por los créditos que les daban a los amigos sabiendo que no iban a pagarlos; lo tomó la izquierda y hoy es «el banco de los tres millones y medio de accionistas» y deja ganancias que permiten financiar a miles y miles de pymes. Todo eso está en riesgo porque los de la coalición opositora son los mismos que siempre quisieron privatizar las empresas públicas.

JC: –Cuando votás a Lacalle Pou también votás a Sanguinetti. O a Manini Ríos, que ahora dijo que en Bolivia las FF AA y la policía se habían puesto del lado del pueblo.

–¿Por qué, pese a todos esos logros, hay requerimiento de una parte importante de la población de que haya un recambio, incluso a pesar del ejemplo de la Argentina neoliberal de estos cuatro años?

JC: –Son necesarios debates colectivos de las fuerzas populares, no sólo del Uruguay. Cuando sale de la cárcel, Lula dice que va a recorrer América Latina para dar un debate necesario. Sin proponérselo, en el ejercicio de gestionar, las fuerzas progresistas descuidaron las relaciones con el entramado social para tener inserción en el pueblo.

–Gestionaron, pero no cuidaron la militancia.

FG: –Sobre todo la llegada a la gente. Pero hay movilización. El domingo pasado, más allá de nuestros actos, sólo en Montevideo había actividad en el barrio sur, tambores por todos lados, actividad en el parque Rodó con murgas: todo militancia de esta época. Pase lo que pase en las elecciones, vamos a tener que pensar y buscar conclusiones sobre cómo volvemos al redil.

JC: –Hay que colocar un debate sobre el nivel de involucramiento que logramos en nuestro pueblo y los sectores sociales desde la izquierda. ¿Estuvimos a la altura de esa demanda? ¿Logramos despertar conciencia? ¿Acaso no ve la población lo que hemos construido en 15 años y que efectivamente el Uruguay está mucho mejor? ¿Alcanza que alguien haga un gobierno por…?, ¿o hay que hacer un gobierno con…? Es importante el involucramiento. Los únicos seres que se sientan a tomar mate y mirar TV esperando que el otro le resuelva los problemas son los lumpen, y en un proceso de izquierda no hay lugar para lumpen.