Mauricio Macri no le perdona a Gerardo Werthein una foto. Nunca olvidó que el 19 de octubre de 2015, una semana antes de la primera vuelta presidencial, Werthein reunió a un grupo de atletas con su amigo personal Daniel Scioli, todavía gobernador bonaerense y candidato del Frente para la Victoria. Entre varios deportistas de primer nivel, estaban el taekwondista Sebastián Crismanich, la judoca Paula Pareto, el ciclista Walter Pérez y el regatista Julio Alsogaray. También estaba Werthein. La excusa fue la firma de un compromiso con el deporte. Scioli perdió. Macri ganó. Lo que quedó fue la foto. Y quedó el encono de Macri con el presidente del Comité Olímpico Argentino, que tuvo su réplica en el Ente Nacional del Alto Rendimiento. Es el trasfondo del proyecto oficial que elimina la alícuota del 1% en la telefonía celular, cuya recaudación sirve como financiamiento del deporte. Werthein fue el gran lobbista del ENARD. Golpearlo es una forma de quitarle poder.

En mayo pasado, el secretario de Deporte, Carlos Mac Allister, tuvo que cederle la presidencia del ENARD a Werthein. Desde que el ente fue creado en 2009, ese cargo se lo alternan el COA y la Secretaría cada dos años. En este período, le toca al empresario. Pero a Macri le preocupaba que Werthein manejara la caja. Además, le llegaban informes sobre cómo crecía su influencia en el deporte olímpico internacional. Werthein es uno de los hombres cercanos a Thomas Bach, el presidente del COI. Y acumula ese poder con Buenos Aires como sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 a la vista. Ese peso, incluso, le alimenta a Werthein el deseo de presentar una candidatura para los Juegos Olímpicos 2032, algo que ya tuvo un guiño de Bach.

Pero antes de que el titular del COA se hiciera cargo –por segunda vez– de la presidencia del ENARD, Mac Allister recibió un mandato de la Casa Rosada: frenar la asunción de Werthein. «Tenés que seguir vos», le dijeron. Más allá de esas presiones, confirmadas por fuentes cercanas a Mac Allister, el exjugador explicó que no podía correrlo, que la ley le daba la potestad a Werthein para presidir el ENARD, un ente autárquico.  

Macri ya había tomado la decisión de tener más cerca la Secretaría de Deporte. Por eso sacó la cartera que maneja Mac Allister del ámbito del Ministerio de Educación, para llevarla a la Secretaría General de la Presidencia que conduce Fernando De Andreis. El otro movimiento en esa dirección fue ubicar como asesor sin cargo en Deporte a su amigo Fernando Marín, que ya había culminado sus tareas de liquidador del programa Fútbol para Todos. Eso duró unos meses. Hasta que el 1 de noviembre se publicó el decreto 880/2017, mediante el cual el exgerenciador de Racing fue nombrado coordinador general de Comunicación Estratégica de la Secretaría de Deporte, un puesto con rango y jerarquía de subsecretario. Marín se convirtió en la marca personal de Mac Allister. En las oficinas de la Secretaría se lo vio como interventor, los ojos de Macri, y el futuro reemplazante en caso de que el Colorado no siguiera en el cargo, un hecho que puede no ser lejano luego de las denuncias por entrega de subsidios a clubes de golf, reparto discrecional de becas y tráfico de influencia en la construcción de piletas por parte del subsecretario Orlando Mocagatta, que fue corrido del cargo. 

La siguiente fase para controlar al deporte llega con la eliminación de la alícuota de 1% a los usuarios de la telefonía celular que financia al ENARD, un adelanto del periodista Ernesto Rodríguez III en su página Olímpicos Argentinos. Werthein fue el gran impulsor del plan. No sólo ya era presidente del COA. Además, como lo fue hasta mayo, era accionista de Telecom, miembro del directorio de la empresa que controlaba la compañía personal. «No puede ser que un privado maneje un impuesto», braman en el gobierno. Ese dinero va a parar directo a una cuenta del Banco Nación. El ENARD dispone de su reparto entre los atletas de las diferentes disciplinas. Desde el comienzo de su funcionamiento, en abril de 2010, acumuló más de 2500 millones de pesos. «Es el Estado el que tiene que controlar eso», insisten en el macrismo. En el proyecto de reforma tributaria, incluso, está previsto que ese 1% pase a formar parte de un grupo de impuestos a la telefonía celular pero que iría a parar a las arcas estatales. 

Desde el COA, muy cerca de Werthein, responden que esos fondos son efectivamente controlados por el Estado a través de la Secretaría de Deporte. «El dinero tiene un control amplísimo, no sólo interno, sino de ambas partes. Incluso todo está auditado por la consultora Price Waterhouse», dicen en el organismo.

Ante la reacción de la comunidad deportiva, voceros del gobierno advirtieron que el ENARD no será desfinanciado, sino que el dinero llegará a sus cuentas desde el Tesoro. La última semana, Werthein se reunió con el ministro de Finanzas, Nicolás Dujovne, para plantear este tema. Aunque no hubo detalles, en el COA están confiados de que el gobierno dará marcha atrás. Sin embargo, el oficialismo se muestra firme en la decisión. La intención no sólo es secar el lugar que ocupa Werthein, también es construir poder en el deporte olímpico. Si el nuevo esquema se impone, será el gobierno –Macri– el benefactor de los atletas. 

«Si la intención es vaciar al ENARD sería muy grave. Sería, además, volver a depender de cuánto otorga cada gobierno. Confiamos en que vamos a buscarle la vuelta y que eso no sea así», sostiene una fuente del COA, que minimiza una supuesta enquina de Macri con Werthein. El dirigente había pedido una reunión con Macri y atletas. Aunque en el COA creen que ocurrirá, en la Casa Rosada enfriaron esa posibilidad. La historia de esta disputa todavía no está cerrada.