Washington

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan se reúne este martes con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca, con la esperanza de recomponer los lazos deteriorados por Siria y el refugio en Estados Unidos de un acérrimo rival político.

La reunión tendrá lugar después de que Erdogan ganara un reñido referéndum que potenció sus poderes, mientras pretende persuadir al presidente estadounidense de hacer grandes cambios de política para solidificar una relación cada vez más tirante.

Los lazos entre Estados Unidos y Turquía se envenenaron en los últimos meses del mandato de Barack Obama por amargas disputas sobre el apoyo norteamericano a los combatientes kurdos en Siria.

La Casa Blanca dijo en un comunicado que Trump y Erdogan ofrecerán declaraciones a la prensa conjuntamente para luego tener un almuerzo de trabajo.

Las autoridades turcas tenían esperanzas de abrir una «nueva página» después de las disputas con Obama, pero el optimismo se enfrió tras el anuncio del gobierno de Trump de que Estados Unidos armaría a las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) en Siria, a las que Ankara considera terroristas. Ankara afirma que las YPG son el brazo sirio del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que ha llevado a cabo una violenta lucha insurgente dentro de Turquía desde 1984.

«Las YPG y el PKK son grupos terroristas, no existe ninguna diferencia entre ellos. Y cada arma que les llega representa una amenaza para Turquía», declaró la semana pasada el jefe de la diplomacia turca, Mevlüt Cavusoglu. Aunque son aliados en la OTAN, los objetivos opuestos de Turquía y Estados Unidos en el Medio Oriente son vistos como un factor que lleva a Ankara a cultivar vínculos más estrechos con Irán.

«Restaurar la democracia»

Turquía también ha avanzado con una relación cada vez más estrecha con el presidente ruso, Vladimir Putin, para alarma de sus aliados occidentales. Otro obstáculo para mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Turquía ha sido la presencia en el estado norteamericano de Pensilvania del predicador islámico Fethullah Gulen, a quien Erdogan culpa por el fallido golpe del 15 de julio pasado.

Erdogan ha dejado claro que espera pasos de Washington sobre el destino de Gulen, quien niega cualquier papel en el golpe, mientras Turquía quiere verlo extraditado y llevado a juicio en casa. Sin embargo, los analistas advierten que Trump, aunque quisiera, no puede simplemente prometerle a Erdogan que Gulen será extraditado, pues el proceso depende del independiente sistema judicial estadounidense.

Por su parte, el clérigo musulmán desafió a Erdogan en un artículo publicado en el diario The Washington Post en la víspera de su encuentro con Trump, acusando al líder turco de dirigir un gobierno autoritario.

«La Turquía que una vez conocí como un país inspirador de la esperanza en su camino hacia la consolidación de su democracia y una forma moderada de secularismo se ha convertido en el dominio de un presidente que está haciendo todo lo que puede para acumular poder y subyugar a la disidencia», escribió Gulen en una columna de opinión.

El mes pasado, Erdogan ganó un referéndum para implementar una presidencia ejecutiva a partir de noviembre de 2019, eliminando el cargo de primer ministro y facultando al presidente para nombrar ministros.

«Desde el 15 de julio, después de un deplorable intento de golpe, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha perseguido sistemáticamente a personas inocentes, arrestando, deteniendo, despidiendo y arruinando la vida de más de 300.000 ciudadanos turcos», dijo Gulen, instando a las naciones de Occidente a usar su autoridad moral para ayudar a revertir la represión.

«El pueblo de Turquía necesita del apoyo de sus aliados europeos y de Estados Unidos para restaurar su democracia», escribió.