Este domingo en Ecuador se ponen en disputa la No-Patria contra el legado de la Patria de Rafael Correa. Estas elecciones toman la dimensión de la batalla de Pichincha de la primera independencia entre el candidato Lenin Moreno y el balance del proyecto político de Rafael Correa y el banquero neoliberal Guillermo Lasso.

Aquí no dudamos en afirmar que sólo con el triunfo de Moreno encontraríamos fundamentos a la continuidad y a la herencia de Correa, por un Ecuador inclusivo y constructor de la Patria Grande, en la batalla decisiva para nuestra independencia definitiva. Es decir, no hay una simple alternancia, sino como el camino que decidirá el destino de la Patria Grande en una etapa difícil de nuestra historia.

Por eso, para entender qué se juega en Ecuador, conviene comprender a Rafael Correa desde la historia misma de Ecuador, para no quedar enredados en las trampas comunicacionales de los medios de desinformación.

El 24 de mayo de 1822, el Mariscal José Antonio Sucre derrota a los realistas en las faldas de Pichincha, Esta batalla definió el rumbo definitivo de las guerras libertadoras y el destino del Libertador Simón Bolívar. Y de alguna manera, decidió a San Martin a materializar la famosa entrevista de Guayaquil con Bolívar. Fue una auténtica batalla suramericana y geopolíticamente existe un antes y un después de Pichincha en la primera independencia.

Porque el triunfo del Libertador Simón Bolívar se tradujo en una independencia política pero no en una independencia integral.Eso sólo se hubiera dado si el Congreso de Panamá creaba una «Nación de Repúblicas».

Sin embargo su fracaso trajo como consecuencia la muerte «del General en su laberinto», Bolívar, el 17 de diciembre de 1830, y el exilio de San Martin. El resultado político fue la fragmentación. Una Nación inconclusa, como republiquetas agromineras exportadoras, es decir como periferias de los centros mundiales importadores de materias primas.

Desde 1830 a 1880, América Latina fue un suburbio del mercado mundial. Nada quedaba de Bolívar y de San Martin. Signo de los nuevos tiempos fueron las creaciones de Estados débiles y sujetos a caudillos, que al desaparecer el Libertador se convirtieron en caudillos de comarca, como el general venezolano Juan José Flores, figura indiscutida del Ecuador. El floreanismo es la transición suramericana de la dependencia de España a la dependencia del mercado mundial y al caudillismo con fuerte clientelismo en una geopolítica de patria chica.

Sin embargo, Ecuador logró una rara singularidad en la figura de Gabriel García Moreno. Un personaje inentendible sin la ferocidad de la época -como mismo ocurre en Argentina con Juan Manuel de Rosas o con Carlos Antonio López en Paraguay.

Pero García Moreno integró y unificó la patria chica,afirmó la personalidad internacional del Ecuador, en síntesis es el modernizador -endógeno-y el consolidador del poder estatal y encaró la batalla más importante, la batalla por la educación a partir de la escolarización.

El siglo XIX sería incompleto sin la irrupción de la más grande figura, el general Eloy Alfaro, en los marcos del modelo primario exportador, cuando la globalización tomaba un rostro liberal. El auge de la exportación del cacao y el beneficio económico favorecía a un sector de la costa de comerciantes y banqueros que tenían la dirección del partido liberal. Pero el campesinado costeño y los sectores medios empiezan a ser actores, dentro de un Estado que lentamente empieza a ser inclusivo y a los que García Moreno le otorgó el voto e incluye en un proyecto nacional.

Las primeras décadas del siglo XX son etapas donde un liberalismo político-económico plutocrático margina a los sectores populares. Ya nada quedaba de la Patria Grande.

Es importante señalar que en la transición del siglo XIX al XX, aparecía en el Uruguay el «Ariel» de José Enrique Rodó, un libro de literatura social de afirmación hispanoamericana de la «Magna Patria» en el sentido bolivariano. El arielismo es la primera generación antiimperialista latinoamericana con la inclusión de Brasil, ya que Bolívar y San Martin eran hispanoamericanos. Su figura rutilante fue el argentino Manuel Ugarte quien plantea los Estados Unidos del sur, con un antecedente en José Martí, el último Libertador.

Con el «Ariel» de Rodó se empezó a ver desde las juventudes latinoamericanas a Estados Unidos como un país antagónico, plutocrático y materialista en la figura de Calibán.Una de las alarmas que apareció en Ecuador-1916-dentro del arielismo ecuatoriano, fue la obra: ¿Imperialismo o Panamericanismo?, de Agustín Cueva.

La revolución juliana de 1925 expresa las limitaciones del modelo agroexportador, sus primeras fisuras como consecuencia de la crisis de la primera guerra mundial y las reformas que impulsan los militares cuestionando el modelo de viabilidad económica de Ecuador, a través de Isidro Ayora, limitando con reformas fiscales el poder de la banca y fundando el Banco Central.

La Constituyente de 1928 realizó importantes reformas legales, entre las que se cuenta el voto de la mujer. José María Velasco Ibarra se convierte más adelante en una figura política latinoamericana.

Con una estatura similar a la del caudillo uruguayo Luis Alberto de Herrera, Velasco Ibarra supo darle al Estado una acción creadora, reflejada en puentes, edificios escolares, entidades de promoción, carreteras, la restauración de las libertades del sufragio, la promoción de la enseñanza secundaria para la mujer, el fortalecimiento del sentido nacional, la fundación de escuelas. Su figura controvertida no le quita espacio al enorme lugar que ocupa en la historia de Ecuador.

El 15 de enero de 2007 Rafael Correa Delgado se posesionó como presidente constitucional del Ecuador. El país venia de traspié en traspié, había quedado sin rumbo e incluso los partidos políticos empezaron a implosionar. Ecuador se había dolarizado y su territorio era asiento en Manta de bases militares de Estados Unidos.Los presidentes cambiaban a la orden del día, mientras la oligarquía financiera tenía el poder.

Una oleada latinoamericana recorría la Patria Grande, con Hugo Chávez como geopolítico impulsor de la Unasur y de la CELAC, con base en el Mercosur, con el firme apoyo de Lula de Brasil y Néstor Kirchner de Argentina.

Ecuador se reencontraba nuevamente a partir de Correa con su origen latinoamericano. Porque en verdad Ecuador es hijo del fracaso de la Gran Colombia.Y Correa encuentra en la integración latinoamericana a la nación inconclusa, une nuevamente a Flores con Bolívar, ensambla a García Moreno con Eloy Alfaro, enlaza a la revolución juliana con Velasco Ibarra, para transformarse en la síntesis superadora del Ecuador suramericano de la revolución ciudadana.

Estos logros son los que están en juego en la segunda vuelta en Ecuador, para nosotros la Pichincha del siglo XXI, porque de ella depende el significado político e ideológico del destino geopolítico de nuestra integración.

Rafael Correa se transforma, por los rumbos de la historia, en el «Ariel» político que nos convoca para decidir si seremos y somos o sino seremos.

*Doctor en Educación y en Ciencia Política, autor de libros de geopolítica e integración regional.