Christian Bassedas atraviesa un día especial. Necesita, dice el entrenador, volver a su eje. Es martes, y hace dos horas UAI Urquiza, el equipo que dirige en la Primera B, perdió 4-1 de local ante Villa San Carlos, tres puntos que lo dejaban a tiro de la punta. Aunque ya está abrigado por el calor de su casa, sabe que a la noche no va a poder dormir bien. En la biblioteca lo ayudan libros de espiritualidad y de Jorge Valdano. «Acá –dice Bassedas al día siguiente– tenés que convivir con la catástrofe emocional que significa una derrota. Este es un cargo de mucha exposición, estrés, demanda. Y la inestabilidad emocional que provoca un resultado te hace ver la vida de una u otra manera. El puesto del director técnico es la imagen del club, te hacés cargo de liderar una historia».

En el siglo XXI, el entrenador es protagonista central del fútbol. En 2019, el cargo de DT de la Selección Argentina cumplió 90 años. Vélez había contratado a Luis Martín Castellano para que lo salvase del descenso en 1928. Lo salvó. Castellano, que había jugado en All Boys y era profesor de Educación Física, fue el primer entrenador de clubes. Hijo de un resultado. Al año siguiente, inspirado en el caso Castellano en Vélez, la Selección nombró a su primer técnico: Francisco Olazar, que se limitaba a elegir jugadores y armar la formación. Pero el fútbol moderno es de los entrenadores. Y Argentina tiene más de 15 mil técnicos y hasta una escuela que entrega título oficial después de un curso de dos años.

Matías Caruzzo todavía juega en Rosario Central. Tiene 35 años. Pero ya empezó el curso. «Primero, me parece interesante; segundo, me gusta; y tercero, si bien no tengo claro si voy a ser entrenador, quiero hacerlo para estar más preparado –dice Caruzzo–. Y en cuanto a lo que busca cada club, y más en el fútbol argentino, siempre son resultados, y después maneras y formas. Los tiempos no te permiten encontrar primero maneras y formas. Y así es muy difícil encontrar al entrenador perfecto».

En la Primera Nacional, nueve técnicos dejaron sus cargos en nueve fechas (y cinco en la misma cantidad en la Superliga). Son los villanos. El banco como «silla eléctrica» y, sin embargo, como puesto ansiado de poder. «Los entrenadores son como el pescado: pasado un tiempo, empiezan a oler mal», dijo el italiano Giovanni Trapattoni. Sucede que los pescadores –los dirigentes de los clubes– salen muchas veces a la búsqueda desesperada de «peces salvadores» que camuflen los errores propios.

Lionel Scaloni nunca dirigió en la primera división de ningún país. Su debut oficial fue en la Copa América de Brasil. Fue confirmado por la AFA que preside Claudio Tapia como entrenador de la Selección después de resultados positivos. Y, sobre todo, porque Marcelo Gallardo, Diego Simeone y Mauricio Pochettino tomaron distancia. Scaloni puede apelar a su origen: es un producto de la ruta de los técnicos. La Ruta 33, que sale de Rosario hacia el sur de la provincia de Santa Fe, une los pueblos de Scaloni (Pujato), Jorge Sampaoli (Casilda) y Pochettino (Murphy). Sampaoli, que tras el desastre en el Mundial de Rusia dirige a Santos, escolta en el Brasileirão, es el DT que Tapia echó después de que dijese que era el mejor del mundo. Y Pochettino, el DT que quería Tapia.

«Muchos clubes le dan importancia a la experiencia, pero yo ya no», apunta José Mansur, presidente de Godoy Cruz. «Con una charla y ver las cualidades, me alcanza. Con nosotros, (Jorge) Almirón y (Diego) Cocca no habían dirigido en Primera, y les fue bárbaro. A Cocca lo había visto cuando dirigía a la CAI de Comodoro Rivadavia, vino a Mendoza y nos pegó un baile. Nos guiamos por el perfil de juego –destaca Mansur–. Elegir a un entrenador es de los palos más difíciles del fútbol».

Entre los diez entrenadores nominados al premio FIFA The Best 2019 hubo tres argentinos: Pochettino, Gallardo y Ricardo Gareca. Ningún otro país repitió nacionalidad entre los nominados. Bassedas, antes de que pasase a ser DT, ocupó el cargo de mánager en Vélez, entre 2008 y 2015. Fue el que eligió a Gareca, cuatro títulos en ese club. «Tenía una buena cúpula dirigencial que se dedicaba a la administración y yo daba una orientación futbolística –recuerda Bassedas–. Y con Gareca tenía empatía y compatibilidad». A Gallardo lo fichó Enzo Francescoli, mánager de River. El puesto de director deportivo-mánager es otro escudo de los dirigentes.

Gallardo, a un partido de otra final de Copa Libertadores, será estatua desde el 9 de diciembre. Héroe. Se verá cada vez que entre al Monumental. «Lo que ha hecho en River es increíble, a nivel de resultados, de darle consistencia año tras año aunque se le vayan jugadores. Hay cosas que no me explico: cuando después seleccionan a tres entrenadores para mejor del año, Gallardo no está nunca. Parece que sólo existe Europa en el mundo», dijo Pep Guardiola, ahora DT de Manchester City, uno de los cinco mejores entrenadores de la historia del fútbol según César Menotti, porque, dijo, «Guardiola abre la puerta del vestuario, dice buenas tardes y todos saben cómo tienen que jugar». Entre 2011 y 2018, 15 técnicos argentinos dirigieron en Inglaterra, España, Italia, Francia y Alemania, las cinco principales ligas del mundo. Después de los DT de los países locales, se ubicó Argentina, por delante de Holanda (14).

Entrenador campeón del mundo en el Mundial de Argentina 78, Menotti tuvo en su cuerpo técnico a un ayudante europeo: Rodolfo Kralj, nacido en Varaždin, a 100 kilómetros de Zagreb, capital de Croacia. Kralj, que hablaba cinco idiomas, organizó por télex y teléfono una docena de amistosos ante equipos europeos entre marzo de 1976 y julio de 1977, una serie irrepetible. Docente de Menotti y de Carlos Bilardo, fue miembro fundador de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA) en 1963. «Me enseñó a los 18 años qué era ser futbolista. Nos decía: ‘Acuéstese diez y media y tómese un vaso de leche tibia con miel’. Y hacíamos teoría una hora a la semana. ‘El arco mide tanto, la cancha tanto’. Hoy un entrenador tiene demasiado con tener la obligación de ganar partidos», cuenta Victorio Cocco, secretario general desde hace 19 años de ATFA, cuyo primer técnico fue Kralj en Unión de Santa Fe, en 1964.

Pero si todo es resultados, nada son los resultados. Tampoco todo es estilos. Maradona tiene una cámara exclusiva que lo registra durante todo el partido. Diego ya no juega. Es material de memes. Y una pasión única. A veces, divierte más que un partido de la Superliga en la que cada vez se juega menos. Pero es el entrenador de Gimnasia La Plata. Y después de la primera victoria contó que le indicó a Víctor Ayala, autor de dos goles de tiro libre en el 4-2 ante Godoy Cruz, que se frenase un segundo antes de patear. «Un director técnico que sepa de fútbol –dijo Alfredo Di Stéfano en 1964– puede colaborar a lo sumo en un diez por ciento para conseguir un triunfo». La frase la destaca Dante Panzeri en Fútbol, dinámica de lo impensado (1967). Panzeri decía que la sigla DT, en verdad, significaba «Dóciles Títeres». Fueron los años en los que los entrenadores empezaron a ser más estrellas que los jugadores. Y, también, carne de cañón en la industria del fútbol.