El caso de Andrea Lupetti, de 48 años, es insólito. Alejandro Fisscher, su ex pareja y padre de uno de sus hijos, de quién está separada hace más de 16 años, jamás le pagó la manutención que debía. Luego de varias idas y vueltas, la mujer demandó hace unos años al hombre para que resolviera sus deudas, pero a cambio recibió un duro revés de la justicia: ahora es ella la que le debe 600.000 pesos a sus abogados y a los de él tras haber perdido, en medio de una escandalosa maniobra judicial, un juicio por alimentos.

La jueza Martha Gómez Alsina, del juzgado Civil de Familia 76 de Capital, condenó a Lupetti el 19 de febrero a pagar ese cuantioso monto por considerar que el reclamo, que comenzó hace unos cuatro años, estuvo “fuera de los plazos establecidos”. La mujer apeló el fallo y denunció serias irregularidades en el proceso. Pero la pesadilla de Andrea había empezado mucho antes.

“Él es muy poderoso, por eso me pasa todo esto. Debe haber tenido 150 propiedades y 320 lotes en el Country El Paraíso de Guernica, aunque nada está a su nombre”, cuenta a Tiempo Argentino la mujer, quien explica que comenzó una relación con Fisscher cuando ella tenía 27 años y era su secretaria. “En ese entonces, él estaba a punto de separarse pero luego me di cuenta que era mentira. Trabajábamos en un local de Computación en Suipacha al 700, en donde supuestamente éramos importadores, pero más tarde advertí que él era un gran contrabandista”, resume.

Fisscher y Lupetti habían comenzado a salir cuando ella atravesaba un momento fatal: su ex marido la había abandonado para irse a Europa con su amante, dejándola sola con sus dos primeros hijos. Además, este hombre la había estafado con el pago de una hipoteca por 80.000 dólares, los ahorros de toda la vida de sus padres.

“Fisscher se había encaprichado de que quería tener un hijo conmigo, me decía que yo tenía buenos genes y que le daría un varón. El bebé fue buscado, con mucho amor. Pero a los cinco meses de quedar embarazada, me entero que él no sólo que no había dejado a su esposa sino que también esperaba un hijo de ella”, detalla Lupetti.

“Lo odié tanto en ese momento. Me dijo que había llegado borracho al country donde vivía su ex y que ella lo sedujo. Yo no podía sacarme eso de la cabeza, me decía si te vas a poner tan loca, tan celosa, sácatelo. Cuando el bebé cumplió un año nos separamos. No toleraba más esa mentira”, indica Lupetti quien había vuelto a quedarse sola y ahora sin trabajo.

A modo de catarsis, en el 2002, Lupetti escribió el libro “Cuando el divorcio nos deja en bancarrota”. Poco antes, la mujer había comenzado una demanda judicial para que el hombre cumpliera con sus obligaciones como padre. “Vos pedime alimentos, que yo te voy a pedir al nene. Me lo voy a llevar y se va a quedar conmigo. Pero no lo voy a poder cuidar…. Ojo, que se puede caer en la pileta y ahogar”. Así recuerda Lupetti cada una de las palabras que le decía Fisscher, hoy devenido en un acérrimo defensor del macrismo en las redes sociales, cuyos posteos rozan el delito por su agresividad y xenofobia.

A esas amenazas se sumaron otros episodios más graves en los que el hombre habría estado detrás: “Intentaron secuestrar a mi bebé, me llamaban a cualquier hora y me decían cosas horribles. Hice la denuncia y él terminó reconociendo que con su pareja sólo querían burlarse de mí”, señala la mujer quien en ese momento decidió huir aterrada a Mar del Plata, donde vivían algunos familiares, para rehacer su vida.

Fue así que Lupetti, en el 2008, volvió a ponerse en pareja con quien tuvo una hija y ahora mantiene una “feliz y sana relación”, según sus propias palabras. Pero la paz duró hasta 2013, cuando el hijo que tuvieron con Fisscher, ya adolescente comenzó a preguntar por su padre: “Entonces, le mandé un mail a mi ex de manera amistosa comentándole la situación. Todo terminó cuando él quiso volver a tener relaciones conmigo”.

A partir de ese momento, Lupetti avanzó con el pedido de la manutención del chico. “Ese año hubo una mediación pero él no se presentó. Entonces, inicié la demanda formal dado que había incumplido el convenio de alimentos que firmamos en 2000”, precisa Lupetti, quien agrega que la jueza Martha Gómez Alsina había convalidado que el expediente debía tramitar como “un incidente de aumento de cuota alimentaria”.

Finalmente, el hombre nunca rubricó el convenio y como si fuera poco, la causa se perdió. Indignada y superada por las adversidades, la mujer comenzó a ventilar en algunos medios el extraño comportamiento de la justicia para con ella. Eso le valió que la jueza Gómez Alsina le impusiera un bozal. El 12 de marzo, la justicia volvió a fallar en su contra al obligarla de “abstenerse de publicitar información del contenido de la causa así como también efectuar imputaciones y falsedades respecto del personal del Juzgado”.

“Esta jueza me puso una mordaza. Es todo muy raro. Es inconstitucional. ¿Cómo no voy a contar lo que pasó en el expediente?. El fallo es público y me perjudicó. ¿Cómo no voy a poder hablar?”, se preguntó la mujer.