Vuelve, pero no tanto. Los intrincados laberintos de la raquítica televisión argentina imponen realidades curiosas. Vivimos la era del panelismo crónico, las novelas místicas enlatadas y las estrellas de siempre que se repiten en loop. La ficción es una especie en caída libre y el humor disidente parece una opción inviable. En ese marco y en el más amplio de una realidad en el que las buenas noticias no abundan, hoy a las 22 Peter Capusotto y sus videos llegará por primera vez a Canal 9, lo que implica el regreso del ciclo a la TV de aire. Pero la novedad no es tan redonda como podría esperarse. Lo que los televidentes tendrán frente a sus ojos a partir de esta noche será una versión remixada de la undécima temporada, la misma que se estrenó el año pasado en las señales TBS y TNT.

 Diego Capusotto y Pedro Saborido construyeron una forma de humor y sátira que superó la barrera de los diez años en TV, adquirió formato radial, llegó al cine y hasta se coló en las librerías. Pero más allá de su vigencia y elasticidad para circular por diversos campos expresivos, el mayor logro de la dupla fue meterse en nuestra cultura popular. Para muchos argentinos el humor corrosivo, psicodélico y comprometido de «Peter Capusotto y sus videos» oficia de espacio de disfrute y pertenencia. La inagotable galería de personajes que alumbró el programa se transformó en una forma de codificar o decodificar la realidad cotidiana y –en más de un caso– hasta adelantarse a ella. La xenofobia flagrante de Micky Vainilla, el periodismo sin escrúpulos de Claudio Tepongo y la política del teflón de Juan Domingo Perdón anticiparon un presente que no deja de sorprender. 

–¿Qué pasó que este año no podremos ver una nueva temporada del programa?

–Hubo muchas negociaciones, pero no se concretó ninguna. En principio nuestra idea era seguir en TBS-TNT. Pero me parece que este año pusieron todos los cañones en el fútbol vía Fox. En ese marco no apareció un presupuesto posible para que nosotros podamos hacer el programa. Busquemos otros opciones, hubo diversas charlas, pero los tiempos se estiraron, ninguna pasó a mayores y nos dimos cuenta que no quedaba otra que trabajar para el año que viene. Poco después apareció Canal 9 con la propuesta de emitir la temporada once y nos pareció una buena alternativa, porque como originalmente había salido por cable no todos accedieron a ella. El que no nos vio el año pasado se va a encontrar con algo nuevo y para los que lo vieron puede ser un reencuentro. Lo ya grabado lo vamos a ordenar diferente y el programa va a volver a durar una hora. Le hicimos una suerte de remix. Por ejemplo, en el primer capítulo van a estar Bombita (Rodríguez)  y Micky (Vainilla), el año pasado tardaron bastante más en aparecer. Por ahí leí que volvíamos para competir con Susana (Giménez) y (Jorge) Lanata. ¡Seguro que están muy preocupados! (risas). Nosotros competimos con la nada que nos rodea.

–¿No poder realizar una nueva temporada te hizo sentir algún tipo de frustración?

–No. En absoluto. A veces me parece bien parar un poco. Generar más expectativa. Puede ayudar a refrescar las ideas. Sabemos que no somos masivos, pero que mucha gente espera el programa. Eso nos gusta, pero lo manejamos con cuidado. Lo que nos da tranquilidad es que la temporada del año pasado nos dejó muy satisfechos. Quedaron montones de ideas afuera y para mí fue mejor que la última en la TV Pública, por ejemplo. Así que el año que viene volveremos por algún lado con material nuevo y mientras tanto jugamos a ser los Argentos sin rating (risas).

–Las visitas que se multiplican en Youtube y la repetición de una temporada en un canal de aire también dicen que el programa no vence.

–Creo que es así: somos un poco atemporales. Ganarle al tiempo probablemente indique que el programa sigue siendo bueno. Me gusta pensarlo como si fuéramos una banda. Van der Graaf Generator empezó en los ’70 y la rompieron, pero el disco del año pasado (Do Not Disturb) también es genial. Sostener un nivel artístico alto le pasa a muy pocos grupos. Me gusta imaginar que somos como Van der Graaf Generator o como Gong. No le pregunto a nadie si piensa lo mismo. Me lo creo yo y listo (risas).

 –En televisión todo el mundo tiene miedo a no tener pantalla. Ustedes no parecen preocupados por el tema.

–Claro. No es nuestro caso. No tenemos esa obsesión o sentido de pertenencia. Quizás tenga que ver con que no nos sentimos del todo parte del medio. Nosotros veníamos de la actuación en boliches o directamente en la calle. Nos convocó (Roberto) Cenderelli para De la cabeza y pudimos hacer lo que queríamos. Después vinieron Cha cha cha y Todo por 2$, pero nos costaba encontrar una continuidad. La logramos recién con la TV Pública porque había un proyecto con mucha libertad y un concepto artístico y político con el que sentíamos empatía. Lo cual no significa que formábamos parte del buró kirchnerista. Aunque siempre aparece algún salame que te dice «con mis impuestos te pagaban para que hicieras humor oficialista». En esos casos no queda margen ni para la discusión.

La realidad y el oficio 

Peter Capusotto y sus videos. Un programa de rock. Ese fue el nombre original del ciclo que rápidamente se transformó en un ícono. Pero la construcción de Pedro Saborido y Diego Capusotto no tardó en exceder esa definición. Con el humor como herramienta, pero también con una profunda capacidad de observación, Peter Capusotto ofició de un agudo crítico de rock –el fenómeno de la «pomelización» del género nadie lo había señalado con tanta claridad– y después incorporó una lucidez y contundencia que son la envidia de muchos analistas políticos. 

–¿El contexto político te inspira para el humor?

–En mi caso, no. Tengo una mirada más grave. No puedo pensar esta realidad en términos de oficio. Este gobierno supera a muchos de nuestros personajes. Lo escucho a Esteban Bullrich diciendo con orgullo que meten a un pibe preso por día y ni Videla se animaba a ser tan explícito. La dictadura era empleada del imperio y hacía desaparecer personas, pero jamás lo ponía en palabras. Estos tipos parece que no tienen complejos. Entonces te quedás pensando y decís: «No creo que pueda superar esto en el programa». El kirchnerismo planteaba un Estado presente y una reparación para los que menos tienen. Después podés discutir las formas, el exceso de goce en algún caso y a los impresentables que dijeron «aprovechemos” y se quedaron con algo del Presupuesto. Pero este es el gobierno de los depredadores. El plan es que unos pocos la juntan toda y le dicen a la gente que a lo mejor más adelante les cae algo. Hay un guión que está hecho porque hay muchos espectadores haciendo cola para ver la película. La realidad es que te dicen cambiamos, pero volvimos a la etapa previa al kirchnerismo. A mucha gente le preocupa mucho si desaparece alguien en Caballito, pero lo de Santiago Maldonado ni le va ni le viene.

–¿Cómo viviste la carga selectiva de los votos en Santa Fe y la provincia de Buenos Aires del último domingo?

–Me fui a dormir temprano pensando que el resultado era como decían en ese momento. Al otro día cuando me enteré de lo que había pasado no me sorprendí tanto. Estos tipos están muy bien asesorados, no tienen muchos pruritos y manejan la ficción como nadie. Y después bailan y festejan como en un casamiento. ¿Qué vas a hacer? ¿Te vas a ofender porque con ellos está el Mago sin Dientes? ¿Quién los va a acompañar, (Eduardo) Galeano? (risas). Todo es parte de una estrategia publicitaria que manejan con mucha precisión. Construyen política de una manera eficaz, no son tontos. El mensaje es que el Estado del Bienestar solo puede ser algo fugaz. 

–¿Qué te parece que puede pasar en las elecciones de octubre?

–Ni idea. La verdad que no sé. No tengo los escenarios posibles. No sé qué piensa exactamente una persona del Conurbano profundo. Qué le pasa con el kirchnerismo, con el peronismo y con el macrismo. Pero más temprano o más tarde, estos tipos van a caer. Será en dos años, en seis o más. Pero van a caer. Porque en definitiva la política no les preocupa tanto: priorizan hacer negocios y con este ritmo en algún momento las cosas van a estallar. El baile de Macri y los demás va a quedar en la memoria como un símbolo de la infamia. No lo van a recordar como un festejo o una expresión de felicidad. Va a ser el símbolo de cómo ellos se divertían mientras tanta gente sufría. No te quepan dudas de que va a pasar. Y no hay nada peor que recordar la imagen del mal bailando. Cuando llegue ese momento muchos que se quejaban va a preferir a la loca que gritaba. 

Proyectos para cine

La temporada sin grabaciones de Peter Capusotto y sus videos le dio tiempo al actor para participar en otros proyectos. 2017 fue un año fértil en el rubro cine, aunque los resultados no se verán inmediatamente. 

«Participé de 27: el club de los malditos, de Nicanor Loreti –revela Capusotto–. La película hace referencia a esa edad maldita en la que murieron muchos ídolos del rock. Es una mezcla de policial y ciencia ficción. No trabaja con el lenguaje humorístico, aunque tiene situaciones que invitan a reírse. También me voy a sumar a una película de (Néstor) Montalbano que empezará a filmarse en unos meses. Se va a llamar Rivales y tiene que ver con las invasiones inglesas, pero la historia explota a partir de la mirada paródica de Néstor. Les tengo mucha fe a los dos proyectos y me interesa poder seguir disfrutando y sumando experiencia con gente a la que admiro mucho.»

Entre Shakira y Perón 

Capusotto tiene unas cuantas obsesiones, pero dos de las más reconocidas son el rock y el peronismo. Más temprano que tarde esos temas se cruzan en la charla y abren puentes a su pensamiento. «Me apasiona el rock desde toda la vida, pero hay que tomarlo con cuidado. ¿Qué es el rock hoy? ¿Un perfume de Shakira? (risas) Hay que abrazar a las bandas que no te abandonan como Van Der Graf Generetor y Gong, y seguir manteniendo la curiosidad sin dejarse llevar por el costado infantil del género o algo peor: cuando los músicos se parecen demasiado a los padres que alguna vez detestaron», puntualiza. 

El asunto del peronismo también se hace presente: «Les guste o no a los peronistas ortodoxos o a Julio Bárbaro, lo más parecido a la época dorada del peronismo  fue el kirchnerismo. No caben dudas. La mística y ese sentimiento –a favor y en contra– reaparecieron con Néstor y Cristina. El menemismo no era peronismo y por eso hasta pudo ganar en Capital Federal con Erman González.»  «