El martes 16 a las 21 por primera vez el público argentino podrá apreciar en vivo al gran músico brasileño Eumir Deodato. “Me dijeron que es un lugar muy lindo y la gente es muy simpática”, refiere Deodato acerca de las referencias que tuvo de Niceto Club, sobre el que creía que debía su nombre a una derivación de Nice To: “algo así como encantado”, especifica en su español bastante afiatado que sin embargo no puede evitar del todo algunas expresiones en portuñol.

“No estuve antes porque nunca me invitaron”, sintetiza el por qué alguien de su envergadura nunca antes había llegado a una ciudad que siempre tuvo tanto contacto con la cultura brasilera en general. “Y no sé por qué no lo hicieron. Sí estuve varias veces de visita por mi cuenta, como turista, pero nunca a tocar”, dice desde Jacksonville, Florida, Estados Unidos, ciudad a la que se mudó después de vivir décadas en Nueva York, donde tenía su estudio y hacía y experimentaba los arreglos musicales que tanto han dado de hablar al mundo.

“Me vine aquí porque Nueva York ya es una ciudad imposible de vivir”, se queja cual porteño ante el aumento de precios en Buenos Aires. “Es todo carísimo, está fuera de alcance. De noviembre a diciembre fueron más de 1000 dólares en electricidad y gas. Este año está más frío que otros, pero no hay mucho que hacer.” Ahora vive en esa ciudad que define como apacible y agradable; más específicamente, en un campo de golf: “Vivo en un campo de golf que tiene un reservorio de pájaros”.

-¿En un campo de golf?

-Sí. Porque hay mucha protección, casas muy bien construidas. Y acá es muy difícil encontrar casas, y en buen estado y seguras. Tuve que moverme rápido porque hay mucha procura. Detrás de la casa hay un pequeño laguito, y después la reserva de 500 acres (202 hectáreas) sólo para pájaros. Había dos pequeños jacarés, porque está conectado con el río, que cuando se puso frío se fueron. El mundo está cambiando, y creo que va a quedarse pata para arriba. Deodato habla como el que siente que lo que tenía para comentar de la música, de alguna manera, ya lo hizo. Por eso gusta de hablar (y preguntar) cómo está el clima en Buenos Aires, qué tiempo espera para el día de su show y hablar como al pasar de su gran trayectoria y sus muchos laureles: trabajó en más de 500 discos que vendieron más de 35 millones de copias en todo el mundo y entre los nombres con los que colaboró sea como productor o arreglador, figuran: Frank Sinatra, Sarah Vaughan, Aretha Franklin, Charles Aznavour, Björk, Kool & the Gang, Tom Jobim, Elis Regina, João Donato, Astrud Gilberto, Leny Andrade, Gal Costa, Marisa Monte y Os Paralamas. “Te puedo mandar la lista si quieres”, propone, algo que se acepta más como formalismo que como necesidad: ahí están los discos para corroborarlo.

-¿Se puede decir que su éxito llegó a partir que dejó la Bossa Nova?

Duda un poco, Deodato, y responde: “Cuando empecé a hacer una música más disco, con arreglos de funk y disco, la Bossa era una cosa de elevadores, supermercados, estaba mal explorada. Así que decidí hacer una cosa más osada -¿osada se dice?-, porque no quería ser uno más”. Además, dice que en Brasil “estaban politizando mucho la música, y la música no debe ser política. Usar la música como cosa de políticos no estaba bien. Y había otras cosas que tampoco me gustaban mucho, como aprovechar para mostrarse físicamente, cosas más de performance; no había mucho para decir. Pero es Brasil, y siempre da posibilidades”.

-¿Cómo se definiría: como arreglador, compositor o productor?

-Originalmente soy un arreglador. agarro una música, hago un arreglo y la gente dice: ah, cómo hiciste eso. No sé, son cosas que me salen intuitivamente. Y a veces me salen muy bien como con Kool & the Gang, que hice todos sus éxitos.

El carioca que ya llega a los 75 años dice que su show en Argentina, pese a estar acompañado por una formación pequeña y no de la más original de diez músicos, tendrá “los clásicos, como Así hablaba Zaratustra (premio Grammy 1974), algunos de Prelude (1973, gran disco) o Night Cruiser. Y si a la gente le gusta, seguro que volveremos, como pasó con tantas ciudades”.