Europa respira tranquila, por ahora Puede decirse que, luego del resultado del balotaje en Francia, Europa respira tranquila. Lo manifestaron todos los líderes de la unión, con Angela Merkel a la cabeza.

Se entiende, la canciller alemana fue la principal beneficiaria del triunfo de Emmanuel Macron, ya que un Frexit -un portazo francés a la UE como quería Marine Le Pen- hubiera sido fatal para la integración regional del continente luego del Brexit.

“Macron es la esperanza de millones de franceses y también de mucha gente en Alemania y Europa”, sintetizó Merkel. El británico The Times registró, por su parte, que “el populismo trumpiano alcanzó su punto álgido”, porque las amenazas del holandés Geert Wilders, de la ultradechista FPÖ en Austria y de Le Pen en Francia, no llegaron a concretarse.

Una interesante visión sobre lo que se registra en estos días en las democracias occidentales la dio en los días previos al comicio galo el filósofo esloveno Slavoj Zizek, quien reflexionaba que “sí, Macron es proeuropeo – pero, ¿qué tipo de Europa personifica? ¡La misma Europa, cuyo fracaso alimenta al populismo de Le Pen, la anónima Europa al servicio del neoliberalismo! Éste es el quid de la cuestión: sí, Le Pen es una amenaza, pero si ponemos todo nuestro apoyo detrás de Macron, ¿no nos quedamos atrapados en una especie de círculo y combatimos el efecto apoyando su causa?”.

Es cierto que Macron ganó y por una cifra abrumadora, casi 65 a 35 por ciento. Pero Le Pen sumó al 21,6 % de la primera vuelta un 14 % más, algo que no había ocurrido cuando su padre fue candidato en 2002. ¿De dónde salieron esos votos? El mucho más que probable origen de ese apoyo es el sector de centroizquierda que se había inclinado en el primer tramo de esta escalera al Palacio del Elíseo por Jean-Luc Melenchón, el postulante del movimiento Francia Insumisa.

Suena a veleidoso un pase de Melenchón, que mira al progresismo latinoamericano como modelo, a una candidata xenófoba que hasta aparece como cuestionadora del Holocausto. Sin embargo hay un cruce que ni el “centrismo racionalista” de la UE ni los demócratas estadounidenses registraron.

Donald Trump levantó banderas de defensa de puestos laborales y de simbolismos de las clases bajas que en la interna habían identificado a Bernie Sanders. Pero en el alambicado sistema electoral de la principal potencia del mundo, Sanders no pudo pasar a la final y en esa suerte de balotaje, muchos de sus votantes prefirieron dejar su propuesta en manos del polémico empresario.

¿Es lo que ocurrió con esos trabajadores franceses que se corrieron a la derecha xenófoba? En todo caso, ¿quién desde la izquierda real estuvo en el segundo turno en Francia?

Evidentemente la opción era entre un banquero neoliberal y una mujer que promete enfrentar los males que sufren los más desprotegidos. De un modo difícil de digerir y hasta peligroso. ¿Pero quién dijo algo en ese sentido, si no ella?

Una buena alquimia hubiese sido sumar al 19 y monedas que tuvo Melenchón con el 6 y algo del PSF, lo que hubiera permitido pasar el primer escalón. Pero en el PSF están demasiado comprometidos con un gobierno como el de François Hollande, que muy poco tiene de socialista y mucho de neoliberal, al punto que Macron fue su ministro de Economía.

La cuestión es que, abonando la perspectiva de Zizek, uno podría pensar que sí, que por esta vez Europa respira tranquila. Pero Macron deberá tener muy en cuenta el escenario que se le presenta, ya que él podría ser el que más votos le acerque a Le Pen la próxima vez.

Si es que la izquierda no despierta y acepta poner todos los huevos en la misma canasta.