El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, se asume como un perseguido político. Al igual que otros exmandatarios en la región, enfrenta causas en muchos casos vinculadas con gestiones de su gobierno. Hay fiscales que piden que no lo dejen salir del país y retornar a su retiro interrumpido en Bélgica. Otros quieren verlo preso. “Primero preso después vemos por qué”, ilustra Correa a Tiempo Argentino. A su antiguo compañero, el actual presidente Lenín Moreno, no le guarda el mínimo gesto de camaradería. Para él es un traidor que dio marcha atrás con muchos de los grandes avances logrados en la última década. Considera que la consulta popular que el domingo se votó en su país y en la que resultó ganadora la opción del Sí impulsada por el gobierno, fue parte de esa vocación y para dejarlo fuera del juego. Según lo aprobado, Correa no podrá presentarse nuevamente a elecciones, pese a tener una masa crítica del electorado dispuesta a apoyarlo.

Primera parte de la entrevista: «Ha sido una campaña desigual, pero ha sacado lo mejor de nosotros»

 “Estoy muy triste por cómo hemos retrocedido en los últimos nueve meses. Nos han traicionado, han desbaratado todo lo que hicimos. Los del pasado que nos sepultaron están co-gobernando. Y estamos siendo perseguidos. Es muy dura la situación y América Latina mira para otro lado, porque como somos de izquierda entonces pueden hacer lo que quieran con nosotros”.

 -¿Ve que en los países de la región se reproduce esta metodología de acusar a exmandatarios con cuestiones que tienen que ver con la gestión, como en su caso, por contratos petroleros, o en la Argentina con el procesamiento por traición a la patria contra Cristina Kirchner?

-¡Qué locura! Lo mío es también ridículo. Una preventa petrolera que aprobé para el año 2010, que son operaciones extraordinariamente beneficiosas. Aprobé la primera y la única porque ahí se cambió la ley y ya no tenía que aprobar endeudamiento y me acusan hasta de las ventas aprobadas en 2017. Pero esa es la judicialización de la política. Inventan un caso de corrupción o aparente corrupción, lo magnifican, distorsionan, crean una opinión pública contraria y los jueces, lo único que hacen es firmar la condena. Lo mismo le está pasando a Dilma, a Lula, a nuestro vicepresidente Jorge Glas. Está preso sin ninguna prueba. Y ya vienen por mí.

 -¿Intentarán presentarle una causa para meterlo preso?

-¡Hace rato! Si hay presiones de todos los opositores: a la cárcel Correa. ¿Por qué? No, no, primero a la cárcel y después vemos por qué.

 -Algunos analistas dicen que puede haber un plan para asesinarlo, ¿es posible?

-No. Precisamente por eso un buen amigo del gobierno me pidió reunirse conmigo para aclararme que el atentado (del 27 de enero en San Lorenzo) no tenía nada que ver conmigo, porque iba a pasar dos días antes por ahí, y había muchos partidarios que decían que era un mensaje contra Correa. Y no, esto tiene que ver con el narcotráfico, con un disidente de las FARC, Aristizábal, alias “Guacho”. Incluso después de poner el coche bomba avisaron a la gente para que se retire, si no teníamos decenas de muertos. Eso dije en la radio, incluso que yo tenía contactos en altas esferas del gobierno, que nos tienen confianza, y me dijeron hasta el nombre de quién lo había hecho. Y por decir eso me llaman a testificar. Pero el intento de matarme, de tenerme encerrado tres horas en la radio (en Quinindé) ni siquiera se está investigando.

 -Eso nos hizo recordar al 30 de septiembre de 2010 en que intentaron hacerle un golpe de Estado con la sublevación de la policía. ¿Lo vivió así?

-Fue un peligro latente, pero gracias a Dios no corrieron daños ni pérdidas personales como en el 30-S, donde hubo cinco fallecidos. No lo podemos comparar por eso, pero pudo haber. La entrada a la radio era muy estrecha y había alguna seguridad mía, no era tan fácil entrar a matarnos. Pero si la entrada hubiera sido más vulnerable no la estaríamos contando. Tuvimos que esperar tres horas hasta que llegaran refuerzos policiales de otros lados porque la policía no hacía nada, hasta se reían de lo que pasaba.

 -¿Cómo queda ahora el escenario político en Ecuador, con usted como uno de los principales referentes deberíamos decir de la ahora oposición, con esta fractura en Alianza País y con la oposición histórica que tratará sacar una tajada de esta disputa?

-La oposición histórica está co-gobernando. Y ellos creen que se van a legitimar con el triunfo del Sí, ese triunfo tendrá muchos padres. Pero no se van a legitimar en absoluto. Y los votos del No, pues, serán nuestros (el 36%). Pero créame que lo que menos me interesa es pasar como jefe de la oposición. Yo vengo por mi patria, a mí no me interesa mi futuro político. He alcanzado todo lo que he podido alcanzar y no lo hice por mí, sino por servir a mi país. Dejen que otros se peleen por esas ambiciones, yo no las tengo. Sí defender a mi patria, y se están llevando la patria en peso. No se imagina el clima enrarecido que se vive en el país. Amigos alcaldes no me salen a recibir porque dicen que le quitan “las rentas”. Si llamamos a una persona nos piden que usemos “nombre en clave” porque todo el mundo cree que lo están escuchando, persiguiendo. Están utilizando el poder de forma brutal. Y la gente cede por un plato de lentejas o por cobardía. En estos nueve meses están abusando del poder, meten al vicepresidente preso sin ninguna prueba, han capturado ilegalmente la vicepresidencia de la República, y nos robaron Alianza País. Pero nos habrán podido robar el edificio, los muebles, pero el pueblo está con nosotros, la verdad, la convicción, la Revolución Ciudadana también está con nosotros.

 -¿Cuándo fue la última vez que habló con Lenín Moreno?

-Unas dos semanas después de que había asumido el mando, porque se dio una muy nefasta coincidencia. Yo dejaba el gobierno el 24 de mayo y el 1 de junio recién se acababa el acuerdo de confidencialidad con la fiscalía de Brasil por el caso Odebrecht. Yo avancé lo que pude como presidente, pero básicamente en base a rumores. Cuando se conocen las pruebas, ya no era presidente, y estos son tan pequeñitos que dijeron que yo debí retirarme del gobierno para que se empiece a investigar la corrupción. Nueve meses hemos tenido esto. A los ministros se les dijo “busquen todas las irregularidades del gobierno anterior”. Y cuando se hacen miles de obras, por supuesto que puede faltar un ladrillo. Después de ese 1 de junio hubo una reunión para meter preso a la mayor cantidad de gente de mi gobierno. Yo averiguo que había presionado el propio presidente, porque quería trofeos, y el fiscal cedió a la presión. Ahí tuvimos una reunión muy fuerte, afable pero fuerte, con la dirigencia de Alianza País, donde le dije “yo no puedo permitir esto, somos un gobierno honrado y saldré a defenderlo”. Y él me dijo “no te preocupes aquí habrá justo proceso”. ¿Justo proceso? Empecé a defender a mi gobierno y ahí vino la ruptura. Y muy hábilmente con sus medios de comunicación empezaron a hacer creer que ellos son los que querían investigar a la corrupción y uno el que quiere ocultar a los corruptos. No. Queremos que no se utilice la lucha anticorrupción como instrumento de politiquería y que no se utilice, como están haciendo, para perseguir a sus adversarios.

 -¿Se queda en Ecuador?

-No, yo tengo comprado hasta el pasaje de regreso. Si me dejan salir.

 -Se está diciendo que van a pedir que no lo dejen salir.

-Lo están pidiendo hace rato. Prohíbanle la salida a Correa, no sabemos por qué pero primero se la prohibimos y después buscamos por qué. El mundo al revés, se acabó la presunción de inocencia. Sería para película cómica si no fuera real.