Las familias trabajadoras de la tierra  escuchamos con esperanza el anuncio de la intervención estatal en el Grupo Vicentin con el fin de que sea expropiado. Unos diez días atrás, junto a decenas de referentes de organizaciones y personalidades, decíamos que el gobierno debía impulsar los pasos necesarios para transformar a Vicentín en una empresa pública no estatal que incluya un amplio abanico de actores que conformamos el sistema agroalimentario nacional.

Las familias trabajadoras de la tierra conformamos un sector estratégico sistemáticamente discriminado y expulsado por el avance del modelo del agronegocio que impone lógicas de producción, distribución y consumo ajenas a las necesidades de productores y consumidores. Entonces, ¿por qué decimos que el avance del Estado sobre una empresa como Vicentin, cuyo amplio historial de corrupción y manejos fraudulentos en complicidad con funcionarios de la gestión anterior queda a la vista, es Soberanía Alimentaria? Porque nos da la posibilidad como pueblo, entre otras cosas, de poder incidir y lograr cierto control a través del Estado sobre el mercado de exportación de granos, posibilidad completamente acabada luego del salvaje liberalismo de los años 90. La otra opción es que una empresa estratégica quede en manos de multinacionales extranjeras y ya conocemos el desenlace de esa historia: riquezas que se van para afuera y miseria en los territorios.

La soberanía alimentaria se construye desde múltiples frentes y por eso este es un paso importante, pero que no puede ser el único. Hace mucho tiempo movimientos campesinos e indígenas, sindicatos y federaciones de productores de la agricultura y ganadería familiar, activistas ambientales, ecofeministas e intelectuales críticos venimos construyendo esta soberanía en la alimentación desde abajo y en muchos rincones del mundo. Soberanía Alimentaria es empresas públicas y cooperativas de producción de alimentos, es colonias agroecológicas para el abastecimiento urbano, es semillas libres de patentamiento, es igualdad de género en la cadena productiva, es alimento sano y seguro para todo el pueblo.

Las organizaciones y cooperativas agrarias promovemos iniciativas que puedan formar parte de la política alimentaria del Estado argentino. Lo expresamos en donaciones de alimento en todo el país ante críticas situaciones como las que estamos pasando, operativos en conjunto con el Estado de asistencia inmediata de alimentos, canales directos de comercialización de la familia productora al consumidor. A su vez, estamos poniendo en marcha la Red de Comedores por una Alimentación Soberana, para que los miles de comedores, clubes de barrio, merenderos y ollas populares tengan para ofrecer una alimentación sana en las villas y barriadas.

Paso a paso pero con acciones concretas, el pueblo, las organizaciones y el Estado podemos avanzar para que la Soberanía Alimentaria sea una realidad en nuestra Argentina.