Le faltaban dos meses para cumplir un siglo. Con él termina una era para la dinastía gobernante en el Reino Unido, que se nacionalizó inglesa y que ya no busca parejas con sangre azul, más que les pesen las consecuencias. Nacido Philippos Andreou de Schleswig-Holstein-SonderbergGlücksburg el 10 de junio de 1921 en la villa Mon Repos, en la isla griega de Corfú, Felipe de Edimburgo fue consorte de la reina Isabel II por más de 73 años. Era hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg y nieto de la gran duquesa de Rusia Olga Konstantínova Románova, y bisnieto del zar Nicolás I por rama paterna y de la Reina Victoria por vía materna.

Tras la caída de la monarquía en Grecia, Felipe finalmente recaló en Gran Bretaña con sus abuelos y fue educado en el colegio Gordonstoun, de Escocia, una escuela creada por un alemán cercano al nazismo. Es la misma institución que padeció como internado Luca Prodan y de la que huyó en cuanto pudo.

Cuando en 1917 la casa real se vio obligada a nacionalizarse -su origen alemán con ramificaciones en Rusia en momentos en plena guerra contra ambas naciones era un verdadero problema- su apellido devino en Mountbatten, la traducción de Battenberg. El abuelo de Isabel II, Jorge V, cambió de Sajonia-Coburgo-Gotha a Windsor, por el castillo que más los identificaba.

Su vida estuvo marcada por la necesidad de permanecer junto a la reina sin un cargo específico. De allí que, para calmar sus inquietudes, recibió varios títulos a lo largo de su vida: duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich, caballero de la Liga, caballero del Cardo, caballero Gran Cruz de la Orden del Imperio británico, compañero de la Orden de Australia, compañero de la Orden de Servicio de la reina, consejero privado. No fueron pocos los escándalos en los que se vio envuelto, para solaz de los medios amarillos de su país. Pero no fue el que con sus andanzas más afectó a la familia real. Lo que si se recuerdan son las imposturas y hasta el menosprecio a los que sometió a muchos de sus interlocutores. Después de haber participado en más de 22 mil compromisos oficiales, el duque se retiró de la actividad pública en agosto de 2017.

Aún no se sabe cuándo serán las exequias. De acuerdo con los deseos de Felipe, la ceremonia póstuma se celebrará en la capilla de San Jorge, del castillo de Windsor, que ayudó a erigir hace más de medio siglo.