La inauguración de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que tuvo lugar el jueves pasado en una de las salas montadas para la ocasión en el tradicional predio palermitano de la Sociedad Rural, resultó un reflejo nítido de un momento convulsionado tanto en lo político y lo económico como en lo social y, claro, también en lo cultural. Y a pesar de que desde la organización se tomaron todos los recaudos para que el acto no se viera afectado por protestas como las tuvieron lugar en las últimas ediciones, las voces disidentes consiguieron de todas formas hacerse oír. Será que, tal como le dijo a Tiempo Argentino María Teresa Carbano, la nueva presidenta de la Fundación El Libro, entidad organizadora de este encuentro anual que va por su 45ª edición, la Feria es una «caja de resonancia» de los conflictos sociales. Tal vez por eso la irrupción de las protestas no pudo ser evitada.

Carbano fue la primera en tomar la palabra durante la ceremonia de apertura y aprovechó la oportunidad para trazar un panorama de las dificultades que atraviesa en este momento el sector. «En 2015 se habían impreso 83 millones de ejemplares y desde ese entonces venimos decreciendo. En 2018 se produjeron 43 millones y el primer trimestre de 2019 fue el peor en cinco años». Esos fueron algunos de los datos enumerados por la presidenta de la Fundación El Libro, quien por otra parte celebró el proyecto de ley para la creación de un Instituto Nacional del Libro, presentado esta semana en el Congreso. Durante el diálogo exclusivo que sostuvo con Tiempo, Carabano sostuvo que «la crisis que atraviesa el país nos ha hecho perder desde 2016 hasta ahora la tercera parte del mercado», una realidad que calificó como «tremenda» y de la que estima no será posible recuperarse «en el corto plazo».

Tras la alocución de Carbano tomaron la palabra Llull Iolanda Batallé, directora de l’Institut Ramon y cabeza de la delegación catalana que viene en representación de Barcelona, ciudad invitada de esta edición, y Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Sus intervenciones transcurrieron en calma. Fue recién cuando entró en escena la figura del secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, que la tensión en pausa finalmente se desbordó. Fue entonces cuando un grupo de personas que reclamaban el reconocimiento y oficialización de los bachilleratos populares alzó la voz, entorpeciendo el discurso del funcionario.

No se trató de una sorpresa ni de un hecho aislado: desde que fuera abucheado durante el acto inaugural del Festival de Cine de Mar del Plata en noviembre pasado, cada aparición pública de Avelluto fue recibida con enojo por parte de diferentes comunidades de la Cultura. Así ocurrió también durante la presentación de la programación 2019 del Teatro Cervantes, en diciembre pasado, cuando muchos de quienes asistían al evento se retiraron del recinto en el momento en que el secretario tomo la palabra y volvieron a ingresar cuando concluyó.

Si la fiesta que debería ser siempre la inauguración de un encuentro como la Feria del Libro terminó bien fue porque inmediatamente después de Avelluto tomó la palabra la antropóloga Rita Segato. Referente del pensamiento feminista contemporáneo, su discurso enhebró cuestiones como el colonialismo cultural, la desigualdad de posibilidades de las editoriales argentinas frente al poder de las europeas, las diferentes características del feminismo de acuerdo a la región donde los movimientos tienen lugar y cerró con una nueva defensa del aborto legal, seguro y gratuito.

La gran incógnita que recorrerá estos 20 días de feria, cuyas actividades se desarrollarán hasta el próximo 13 de mayo, tendrá que ver con cuánto la afectará esta profunda crisis en marcha. Ante la pregunta ¿cómo es organizar la Feria en medio de una crisis?, Carbano expresó a Tiempo que la mejor estrategia es mantener la calma y «trabajar codo a codo con las instituciones» vinculadas al mundo del libro en la Argentina, como las sociedades de escritores, gráficos, libreros y las cámaras del libro, para evaluar entre todos «las mejores soluciones». «Además este es un año electoral y va a haber muchas presentaciones, firmas de libros de políticos y también muchos debates», adelantó la presidenta de la Fundación. «Este año más que nunca la Feria va a ser una caja de resonancia. Y nos alegramos de que así sea, porque eso significa que esa maldita palabra, para mí construida adrede, que es la palabra ‘grieta’ no va tener lugar. Para mí las grietas no existen, se postula su existencia para separar. Puede haber distintas maneras de pensar y de opinar, pero no grietas». «