Esa vieja costumbre… El expresidente Mauricio Macri llenó de “plumas” a la Policía Metropolitana, la fuerza que creó cuando era jefe de Gobierno porteño, y luego trasladó parte de esa estructura a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). ¿Qué son las “plumas”? Espías destinados a tareas de dudosa legalidad en las fuerzas de seguridad. Y, por esa condición, rechazados y maltratados por sus jefes, que no los reconocen como policías.

Esa suerte de batallón de Sérpicos vernáculos que desembarcó en la AFI realizó seguimientos e infiltraciones contra políticos propios y adversarios, sindicalistas, clérigos y periodistas. Hurgaron en todo: gustos, costumbres, amistades, parejas y amoríos.

A algunos los exprimieron. Por ejemplo, al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, por su cercanía con Cristina Fernández de Kirchner.

El viernes último, el exagente de la AFI Jorge “Turco” Sáez declaró ante la  Bicameral de Control y Seguimiento de Organismos de Inteligencia. Allí relató lo que sucedió cuando Macri creó la Metropolitana: «Vinieron un montón de ‘plumas’. Ellos querían ser policías. La Federal nunca… Los comisarios los trataban mal, porque no los querían. Entonces, cuando Macri inventó la Metropolitana se vinieron casi todos los ‘plumas’ para laburar en la Metropolitana”.

De allí saltaron a la AFI. Y según Sáez, con la llegada como Jefe de Operaciones de Alan Ruiz (vinculado con la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich y con el exfiscal federal, exjuez federal, exministro de Macri en la CABA, exembajador en Uruguay y hoy intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro) ganaron protagonismo.

Ruiz reportaba a Silvia Majdalani, segunda al mando de la AFI, después de Gustavo Arribas. Pero los agentes que debían responder a Ruiz tenían su propia línea de llegada a la Casa Rosada, a través de la encargada de documentación presidencial, Susana Martinengo, a quien ahora tratan de bajarle el precio.

Ruiz y Martinengo estaban citados por la Bicameral  para el viernes pasado. No fueron.

Tiempo publicó con detalle en su portal web cómo persiguieron a los Moyano. (https://www.tiempoar.com.ar/nota/no-headline-187) Pero la familia del líder camionero no fue, ni por asomo, la única “caminada”. Mientras se multiplican los apellidos conocidos como víctimas de espionaje, en el juzgado federal de Lomas de Zamora, a cargo de Federico Villena, aparecen otros. Y detalles escalofriantes.

La carpeta «Ferraresi» tiene datos incomprobados sobre el intendente de Avellaneda. Allí se identifica a una “persona de su confianza encargada de manejar la calle». Pero también aparece un supuesto “colaborador de Ferraresi, que se llamaría Mariano David Socio, a quien se le atribuye organizar actos políticos, entre ellos el cierre de campaña electoral de CFK en el estadio de Racing en 2017, y movilizaciones a favor de ella y del ex ministro de Planificación Julio de Vido en los tribunales de Comodoro Py”.

Al periodista de Perfil Rodis Recalt (a quien apodan “el croata”) lo fotografiaron en la motocicleta en la que se desplaza e identificaron hasta a su pareja. También espiaron a su colega Marcelo Veneranda (“el Halcón”), del diario La Nación.

Recalt sufrió “vigilancia” en su domicilio particular y en Radio Cultura, donde compartía un programa semanal con Veneranda y Lucrecia Bullrich «sobre actualidad política y noticias centrales, donde su eje central son las entrevistas, los rumores y el análisis político». Veneranda, según la carpeta, “resultaría allegado a Edi Zunino”, por entonces panelista del programa Animales Sueltos, de América TV, el lugar desde donde irrumpió a su fugaz estrellato y larga caída el falso abogado Marcelo D’Alessio.

Veneranda “poseería vínculos con miembros de inteligencia de la PFA, contando con prestigio dentro de los medios de comunicación por poseer información precisa de las fuerzas de seguridad y de la AFI. Se le atribuye ser el armador de las noticias del ‘objetivo croata’ y otros periodistas que publican en La Nación y Perfil”.

La lista de espiados es larga e incluye nombres que aún no salieron a la luz. Entre los que trascendieron, hay datos hasta ahora desconocidos.

Sobre el expresidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, hay “observaciones sobre el domicilio y sus vínculos políticos con Nicolás Massot y otros referentes”; a Massot («Madera») lo siguieron “hasta su ingreso al hotel Feir’s Park, donde se hospedan varios embajadores”; sobre la legisladora y consejera de la Magistratura, Graciela Camaño (“Ramona”), figura un «relato aportado por un informante que da cuenta que su jefe de campaña había estado en Estados Unidos, donde se habría reunido con referentes de aquel país”.

En cuanto al vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli (“Pibe”), en la carpeta de espionaje que halló el juez Villena aparece un panfleto: «Santilli traidor, estás con los Moyano o estás con Mauricio». Según el exespía Sáez, el encargado de “caminarlo” era Emiliano Mata, quien ingresó a la AFI en septiembre de 2016 y trabajó hasta el 11 de febrero de 2020.

Santilli se topó cara a cara con su espiador. Sáez describió: “Emiliano Mata fue a la casa de Diego Santilli y cuando sale, se lo encuentra de frente… Van a espiar un tipo y tocan el timbre… Se saca una foto con Santilli. ¿Qué tal, doctor? ¿Me dejaría sacarme una foto con usted? Lo hace para que no sospeche. Se saca una foto el agente orgánico con Santilli. Un trapo, un trapo”.

Según Sáez, Alan Ruiz explicó que a Santilli “le había bajado el pulgar el ‘uno’ (Macri)” y la orden de seguirlo la había dado “la ocho” (Majdalani). Ante la Bicameral, el exespía afirmó que en aquel momento pensó que Ruiz “estaba loco” y recordó una conversación con Majdalani: “Este tipo para mí es insano”. Pero Majdalani “lo mantuvo en el lugar”. «