En menos de un año, cuando Carlos Funes cumpla 63, podrá alardear de que lleva medio siglo de su vida ligado al Club Deportivo y Social Colegiales, que en 2017 festejará su 90º aniversario. Aunque el dato no es tan conocido, la historia de este club de barrio ubicado en Teodoro García 2860 quedó inmortalizada en el film Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella, que también se filmó aquí, además de en el Club Juventud Unida de Llavallol, el más relacionado con la película. Funes, presidente de la institución de Colegiales desde agosto del año pasado, asegura que no puede ver el film sin llorar ni tratar de descifrar qué escenas se rodaron en su club. Pero esta semana no fue la ficción sino la realidad, esa que lo encuentra luchando para enfrentar los tarifazos, la que le dio un duro golpe. “Simbólicamente, fue muy doloroso ver a los pibes del Juventud Unida en el mismo gimnasio donde se filmó la escena del remate del club. Desde ese lugar tan emblemático, Macri hizo un discurso de la nada… porque justamente con ese anuncio no nos dieron nada”, explica Funes a Tiempo acerca del anuncio del gobierno de la devolución del 40% de la factura de luz para los clubes de barrio que posean entre 50 y 2000 socios.

Funes deja en claro que la medida anunciada por el presidente no le sirve a la economía de la entidad que preside. Sin embargo, la movilización que el martes pasado realizaron varios clubes de barrio a Plaza de Mayo, rechazando el anuncio, refleja que no es el único dirigente que piensa así.
“Los servicios básicos, a clubes chicos y medianos como nosotros, nos representan entre el 50 y el 60% del costo operativo. Por eso, si la luz aumentó un 400% y yo lo tengo que trasladar a mi costo, tengo que incrementar todo un 200 por ciento. La recesión, de todos modos, no termina acá: si una familia tiene que optar entre la carnicería o el club, ¿qué creen que va a elegir? El tema es que, para nosotros, la historia del club también es con la gente adentro”, reflexiona.
Las últimas boletas que llegaron a la entidad de Colegiales no son tan distintas a las que recibieron otros clubes barriales. En marzo pagaron $ 3900 de agua, pero en mayo el aumento provocó una suba que llegó a $ 7767. Sin embargo, fue en la luz donde más se sintió el ajuste y, por eso, las facturas que evidencian el incremento fueron pegadas en una de las vitrinas de la institución: la de febrero exigía pagar $ 4700 y la de marzo… $ 14.412. Para entender el impacto del tarifazo en estas instituciones, donde lo social trasciende lo económico, Funes expone una lógica que marca la diferencia: para promocionar las actividades y atraer más personas al club, un mecanismo habitual es el de considerar como un socio a toda una familia y, entonces, exigirles el pago de una sola cuota social; para ellos, se trata de una inversión que deja en claro que lo primordial es cumplir una función en el barrio, más allá de los ingresos.
El anuncio de Macri les recuerda a estas instituciones que sigue sin reglamentarse la Ley 27.098, que se sancionó en diciembre de 2014 y ya garantizaba una tarifa social para los clubes. “El subsidio es un acto administrativo generado por los mismos que me mandaron dos inspectores en diez días. ¿Esa gestión es la que me va a dar el subsidio? Lo que necesitamos es un marco de ley”, sentencia el presidente del CDySC.
Instituciones en riesgo
Cristian Font, integrante de la mesa directiva de la Unión Nacional de Clubes de Barrio (UNCB), deja en claro que el rechazo al paliativo que propone el gobierno trasciende Colegiales: el 24 de mayo, la Unión realizó su tercer congreso, donde estuvieron representados 6000 clubes que expresaron su susto y preocupación por el impacto de los aumentos. Las cifras son conocidas, pero resultan tan alarmantes que vale la pena recordarlas: de los al menos 20 mil clubes de barrio que existen en el país, sólo 600 podrían cumplir los requisitos para recibir el beneficio anunciado, según informó el propio secretario de Deportes, Carlos Mac Allister.
Entre los requisitos más problemáticos se encuentra el número de CUIL y el certificado de vigencia, una constancia que determina si el club está al día con su documentación. “Insisten con la formalidad como si los clubes fuéramos vagos, pero el problema es que los organismos de control lo hacen difícil exigiéndote documentos desde la fecha de creación de la entidad. Nos exigen lo mismo que a una sociedad anónima o una empresa privada… Es como si nos dijeran que, porque no tenemos los papeles, no cumplimos una función social”, reclama Font.
Esa función social de la que habla el dirigente coexiste con una economía vulnerable y frágil. Cualquiera que alguna vez tuvo la credencial del club de su barrio podrá dar fe de la paciencia que había los meses que no se podía pagar la cuota, y recordará las rifas realizadas para comprar pelotas, pagar el viaje del mejor equipo a un torneo o pintar el gimnasio.
Por eso se entiende el fuerte rechazo a la medida anunciada por Macri el lunes pasado, en la institución que recuerda la historia del ficticio club Luna de Avellaneda. La respuesta de Font es tan simple como contundente: “Es una burla. El 80% de los clubes recibió más de un 400% de aumento y el anuncio, además, se limita sólo a la luz. No vamos a poder pagar las boletas, por eso no nos sirve. Si no, no estaríamos en la calle como estamos, porque no es lindo pelear por la supervivencia de nuestros clubes».
La lucha sigue. Como explica Font: “Vamos a seguir en la calle, para evitar que llegue el día en que nos quedemos sin luz. Así como ya marchamos cerca de 20 mil personas para pedir por la ley de promoción de clubes, que vivimos con alegría y esperanza, ahora duplicaremos el esfuerzo para evitar la desaparición de los clubes de barrio”. «

Amparo para seis clubes de San Martín

Una buena noticia fue la primera medida cautelar contra el tarifazo a favor de seis clubes del partido de San Martín, dictada por el Juzgado Federal Civil y Comercial N°2. El fallo suspende los efectos del incremento del servicio público de luz sobre los siguientes clubes: Social y Deportivo Las Heras; Deportivo San Andrés; Tres de Febrero; Ferrocarril Mitre, Deportivo, Social y Cultural; Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester; y Sportivo Villa Ballester.

Los centros culturales resisten

El tarifazo también atacó a los centros culturales porteños, que pasaron de pagar 2000 pesos bimestrales de luz en promedio, a 7 mil mensuales. En la boleta del agua, el incremento rondó el 400 por ciento. «Queremos pedir una tarifa cultural, diferenciada, porque así se hace muy difícil seguir desarrollando una actividad por la que pasan cientos de artistas y miles de personas», aseguró Marcos Fernández, de El Surco –Seamos Libres– e integrante de MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos).

Después del apagón cultural de un minuto que realizaron el 21 de mayo pasado centros culturales, teatros independientes, clubes de música en vivo y milongas porteñas, en el que se leyó un texto contando la problemática, el gobierno ofreció un subsidio de 50 mil pesos a los que ya recibían ayuda de algún tipo, medida rechazada pues deja afuera a la gran mayoría de los espacios. Desde MECA preparan para los próximos días una impugnación masiva de servicios y una movilización al Ministerio de Energía, en la que le plantearán a la Ciudad y la Nación que se hagan cargo de la situación de los 250 espacios culturales en crisis. 

Además, referentes de los centros culturales vienen denunciando sistemáticas clausuras. La sancionada Ley de Centros Culturales, aseguran, no se aplica por «desinteligencias» entre el Ministerio de Cultura y la Agencia Gubernamental de Control.