Acompañado por centenares de seguidores que le demostraban su afecto, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se presentó ayer bajo custodia policial a las exequias de su nieto Arthur cerca de San Pablo, tras obtener un permiso para abandonar por unas horas la prisión de Curitiba donde cumple condena. El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro, dio la nota desagradable al  considerar «absurdo» que la Justicia autorice la salida de Lula. Sin embargo, el hecho reavivó la polémica sobre lo que se considera una injusta prisión del líder petista.

El exmandatario llegó al cementerio de Sao Bernardo do Campo en un convoy de autos negros, del que se bajó rodeado de agentes para entrar caminando a la ceremonia de despedida de su nieto, fallecido repentinamente a causa de una meningitis a los 7 años.

Vestido con un traje oscuro y camisa clara, un Lula con gesto muy serio saludó al medio millar de militantes que lo esperaban en la puerta, custodiado por varios agentes.

En el cementerio lo esperaba un amplio grupo de familiares y allegados que velaban el cuerpo del niño desde la noche. También acudieron representantes de la izquierda brasileña y del Partido de los Trabajadores, como la expresidenta Dilma Rousseff o Fernando Haddad, candidato derrotado en las últimas elecciones.

Esta es la segunda vez que Lula sale de la sede de la Policía Federal de Curitiba, donde purga desde el pasado 7 de abril una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero. La primera fue en noviembre, cuando fue llevado a prestar declaración ante un tribunal de primera instancia de Curitiba, en una causa por la que fue condenado el mes pasado a otros 12 años y 11 meses de cárcel.

Sin embargo, el 30 de enero pasado la Justicia brasileña le había negado el permiso a Lula para ir al funeral de su hermano mayor, Genival. «No dejaron que me despidiese de Vavá por pura maldad», dijo Lula en esa ocasión.

Lula «está muy triste, dice que nunca esperó una noticia como esta; dijo que debería estar prohibido que un padre entierre a su hijo, que un abuelo entierre a su nieto», contó la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, tras visitarlo el viernes.

Arthur, cuyo padre es Sandro Luis Lula da Silva (uno de los cinco hijos de Lula), había visitado en dos ocasiones a su abuelo en la cárcel.

El diputado Eduardo Bolsonaro, consideró «absurdo» que la Justicia autorice la salida de Lula. «Lula es un preso común y debería estar en un presidio común. ¿Cuando el pariente de otro preso muera, también será escoltado por la Policía Federal para el entierro? Absurdo imaginar eso, deja al ratero en evidencia haciéndose pasar por pobrecillo», escribió el viernes en Twitter.

Lula fue autorizado a salir en aplicación de una ley que permite a los presos visitar a parientes cercanos gravemente enfermos o asistir a sus funerales.

El mensaje desató una ola de críticas, incluso entre seguidores del legislador de 34 años, uno de los tres hijos de Bolsonaro dedicados a la política. El diputado matizó sus palabras, explicando que era contrario a la salida de Lula por una cuestión de «igualdad con los demás presos», pero que la muerte del niño era un hecho «lamentable e indeseable».

Otros adversarios políticos de Lula le manifestaron en cambio su apoyo afectivo. «Mi total solidaridad con el expresidente Lula y su familia en este momento tan difícil. Soy padre de cinco hijos, me imagino el dolor profundo de una pérdida tan precoz», tuiteó el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del partido Democratas (DEM, derecha).