En el vestuario remodelado -aún sin terminar- del Estadio Ramón Roque Martín de JJ Urquiza hay 27 futbolistas del plantel de Primera concentrados alrededor de nueve tableros de ajedrez. El desgastante entrenamiento con trabajos de tren superior y fútbol en espacios reducidos planificado por el entrenador Daniel Sagman quedó atrás hace 45 minutos. Ahora, en el reducto de Loma Hermosa, la práctica continúa en otro campo de juego. El conductor también cambia. Por casi dos horas, los futbolistas siguen las indicaciones y trabajan los ejercicios de Carlos Godoy, el profesor que lleva adelante las clases de ajedrez, iniciativa que se implementó durante esta pretemporada y ya transcurre la quinta clase del año. “Acá sobra un peón negro”, grita el corpulento delantero Martín Delgado, mientras los nueve equipos de tres integrantes cada uno terminan de acomodar las piezas.

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(Foto: Pedro Pérez)

Durante la mañana, los futbolistas resuelven problemas, gritan jaques mates como si fueran goles y reciben puntos por cada ejercicio correcto. Al final habrá un podio, entrega de medallas, un equipo campeón, un trofeo y aplausos. Aunque la verdadera victoria será otra: poder llevar algo de lo que aprenden sobre el tablero a la cancha cuando se reanude el torneo de la Primera B Metrolitana ante Flandria. “Los frutos -asegura Sagman- se verán cuando puedan tomar mejores decisiones en menor tiempo.”

El entrenador  se entusiasmó con el proyecto cuando un día pasó por el anexo de JJ Urquiza y vio que la escuela de ajedrez funcionaba con éxito. Es, de hecho, la actividad más importante del club detrás del fútbol y la coordina Godoy. Después de un rato de charla, Sagman le preguntó si pensaba que podía implementarlo como parte del entrenamiento de la Primera. La respuesta fue contundente: “Le dije que estaba convencido de que muchos deportes pueden crecer jugando al ajedrez”. Un mes más tarde, habían sumado varios encuentros para definir un programa con ideas y objetivos para desarrollar durante la pretemporada y continuar en la competencia. El primer obstáculo era convencer al plantel. Sagman fue categórico: les avisó que la actividad era parte obligatoria de las prácticas. «Sabemos que el ajedrez tiene mucho vínculo con el fútbol en la elaboración de la estrategia y en el hecho de poder planificar por dónde atacar, defender o ver dónde hay una ventaja», explica el entrenador.

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(Foto: Pedro Pérez)

En las 48 horas entre el anuncio y la primera clase, se multiplicaron las preguntas, aparecieron algunos rechazos y también creció la curiosidad en el plantel. “Al principio hubo algo de resistencia a lo nuevo. Les recomendé que lo tomaran como una tarea más para mejorar”, dice Sabrina Afriol, psicóloga deportiva que integra el plantel y aporta distintos trabajos grupales vinculados a la neurociencia, mientras observa la clase y toma algún mate compartido con los deportistas. Sagman también interviene en los ejercicios, se acerca a sus dirigidos, mira las jugadas, evalúa las estrategias y recorre el vestuario junto a sus ayudantes. “Se pensó en hacerlo bien lúdico y no tan tradicional para mantener la atención”, explica sobre la planificación. Cuando empezaron, solo unos pocos sabían jugar. Pero la situación se revirtió en unas pocas jornadas. “Arranqué de cero: no tenía ni idea. Pero con tres o cuatro clases ya vas reteniendo las cosas que nos enseña el profe”, dice Diego Ianiero, el capitán de JJ Urquiza.

“Quiero trabajar con las dos torres”, detalla Alexis Zárate a sus compañeros de grupo para contar su estrategia. “¡Recontramate!”, se escucha en el equipo de al lado. Aunque el movimiento estrella, el que suena alrededor de los tableros cuadriculados, es otro: el enroque. Por algún motivo, todos quieren hacer el cambio de posición entre la torre y el rey. 

Godoy -criado en Caseros, hincha de Urquiza, docente de ajedrez desde 1990- se mueve de un lado a otro del salón, recorre cada tablero y responde a cada consulta de los grupos. Surge una de “Toca tacho”, otra de “Notalocos” y desde “La patada del paralítico” llega un reclamo. “Este ejercicio ya lo hicimos”, se quejan. Y ponen en jaque al profesor, que se da cuenta de que tienen razón y dispone las piezas en otras filas y columnas. “Guachitoos”, “La vieja”, “Mano tijera”, “Sub-21”, “Peluduro” y “Ciruja” son los otros equipos bautizados por los propios futbolistas. “Pueden anotar la jugada en los papeles y no mover las piezas así el resto de los equipos no lo ven. Es una cuestión estratégica”, recomienda Godoy como para estimular el vínculo entre el juego ciencia y el fútbol. Para él, estar en el vestuario en Loma Hermosa también es reconectar con su historia. De chico, se había probado en el club pero la fantasía de ponerse la camiseta de Jota Jota duró poco: al tercer entrenamiento le dejaron claro que lo suyo no era la pelota. «Siga con el ajedrez, ahí está bien», fue la frase de despedida. Ahora no está dentro de la cancha, aunque confía en que puede contribuir con el equipo: «Esto fortalece el compañerismo y el juego colectivo. Y se relaciona con el fútbol a la hora de razonar, de anticiparse y de tomar decisiones en el momento».

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(Foto: Pedro Pérez)

El próximo paso para JJ Urquiza -club de peso en la competencia de AFA en ajedrez- sería replicar la experiencia en las divisiones inferiores. La recepción que tuvo en la Primera le da más fuerza al proyecto. «Me parece que es una muy buena iniciativa para distraernos y pasar un rato juntos con el grupo, y ayuda a agilizar la cabeza», opina Ianiero, ganador de la quinta clase junto a Zárate y Exequiel Damiano, con el equipo «Mano tijera». Fue el que más puntos sumó resolviendo los ejercicios y recibió una copa como premio. “Ciruja” y “Guachitoos” completaron el podio. «Es probable que nosotros seamos precursores de algo que en algún momento se puede masificar», sostiene Sagman, convencido del aporte del juego de mesa.

De a poco, el tablero se convierte en un elemento cotidiano dentro del paisaje. Zárate, delantero de 20 años, es uno de los que sabía jugar. Aprendió con su abuelo Oscar y ahora reproduce ese el rol con Ezequiel Bustamante durante la concentración de la pretemporada. «Está aprendiendo y yo trato de enseñarle. Si se equivoca le digo que vuelva a intentar. Esto es para aprender, nadie nace sabiendo», reflexiona Zárate. En la mano se lleva el trofeo que ganó en ajedrez. Cuando vea a su abuelo, le podrá decir que -al menos hasta la próxima clase- es el campeón.