“Esa tendencia a construir estadísticas sólo basadas en incautaciones no es una política seria”, señala Gabriel Fuks, Secretario Articulación Federal de la Seguridad del Ministerio de Seguridad que conduce Sabina Frederic. El “combate contra el narcotráfico” fue uno de los principales caballitos de batalla de Patricia Bullrich, sin embargo, de su gestión no parece haber quedado más que el título. El Ministerio presentó esta semana un resumen de las incautaciones de drogas realizadas en los últimos cuatro años y el análisis, realizado con las cifras heredadas de Bullrich, muestra que, a pesar de que hubo más decomisos, el volumen de droga incautada fue menor. “Sacándoles la presión resultadista, las fuerzas de seguridad mejoran solas”, asegura Fuks.

–¿Cómo caracterizaría la política criminal de Patricia Bullrich?

–Hicimos un trabajo con datos aportados por las fuerzas federales que demuestran que en el último tiempo creció voluminosamente la cantidad de incautaciones pero cayó el volumen de lo incautado. Para las estadísticas hubo un aumento, pero lo real es que mayoritariamente hubo acciones contra el narcomenudeo. Y es algo que fue igual en tres ítems más importantes: marihuana, cocaína y drogas de diseño. Subieron las incautaciones pero bajó el volumen abruptamente.Estamos replanteando esa estrategia, volcando los recursos para ir contra los grandes eslabones. Las estadísticas nos demuestran que no es necesario distraer a las fuerzas de seguridad que realizan tareas ciudadanas. El narcomenudeo es un delito y hay que perseguirlo hasta que cambie, pero hay que ir contra las grandes cadenas y poner el acento en el volumen.

–¿Existe una presión para que haya mejoras estadísticas?

–En la época de Patricia Bullrich había presión en todo, sobre todo para construir al enemigo interno. Las personas que prohijó como ejemplo están recorriendo los tribunales porque fueron empujados a la ilegalidad. La idea de mostrar resultados lleva a presionar para avanzar en una zona donde el impacto contra el delito es mucho menor de lo que pretendía ser.

–¿Qué puede hacer el Ministerio para que las fuerzas dejen de perseguir “perejiles”?

–Hay que poner en funcionamiento una estrategia criminal que las oriente hacia las grandes estructuras criminales del narcotráfico. Sacándoles la presión resultadista, las fuerzas mejoraron solas. Las fuerzas tienen capacidad de realizar ese trabajo de inteligencia criminal, no es necesario ponerles la zanahoria de las estadísticas.

–¿La despenalización del consumo de drogas es un camino?

–Es un debate, pero desde mi posición personal creo que antes de abordarlo es necesario cerrar otros que no se saldaron, como el del cannabis medicinal que fue votado hace 5 años. Sin embargo, la interpretación de la reglamentación fue muy mala y las organizaciones que trabajan la cuestión pusieron muchas objeciones. Hay que debatir qué pasa con el autocultivo, con la intervención del ANMAT, y qué ocurre cuando entran en juego las multinacionales. En Jujuy hubo un acuerdo con una multinacional y no hay una ley nacional que regule ese tipo de acuerdos. Es una cuestión muy vasta.

–¿Cuándo se pondrá sobre la mesa la discusión?

–No lo sé, son decisiones políticas que deben tomar varios ministerios. No puede ser una cuestión que divida aguas. Creo que se va a debatir a corto plazo, pero no ya. El consumo recreativo es importante, pero hay cuestiones más graves, como el narcotráfico, el desempleo, y cuestiones de la juventud. En los barrios populares la discusión es distinta, impactan de manera distinta y trágica, no tiene que ver con el uso recreativo.

–Dirigentes opositores y hasta oficialistas critican al “garantismo” o “garantismo naif”…

–Nosotros no somos garantistas naif. Planteamos las políticas de seguridad que están en consonancia con las instituciones democráticas. No podemos empujar a las fuerzas de seguridad a la ilegalidad. El Estado tiene el monopolio del uso de la fuerza, pero hay otras cuestiones como la inclusión social que son una herramienta imprescindible, como planteó el presidente, para avanzar contra la criminalidad. Cuando la gestión anterior llenó de gases la plaza del Congreso, esa es la verdadera grieta. Nosotros juntamos a las fuerzas con los movimientos sociales. Ese es el camino hacia la paz. No es naif haber suspendido el protocolo de Patricia Bullrich: en ese corrimiento de cuestiones legales permitía que se pudiera disparar por la espalda. A la larga la ilegalidad no se premia, se castiga, como estamos viendo en varios procesos abiertos.

–¿Hay un límite para que la policía reprima?

–No es un límite. Lo que hay que establecer son mecanismos de  negociación y conocimiento. Tiene que haber voluntad política, estamos en una etapa distinta, fuera de la lógica amigo-enemigo. También es diferente con la temática mapuche. La grieta se cierra arremangándose y trabajando, eso construye la paz social. «